✍ AMIGO 😍

Hola, tiempo sin saber de ti, espero te encuentres bien.

He tenido mucha nostalgia estos últimos días, recordando tantos momentos que tuvimos juntos; buenos y no tan buenos.

Como por ejemplo, el día que te conocí, cuando yo apenas tenía 19 añitos. Fue por medio de tu primo, te llevó a mi casa para que te hiciera un currículum. Te hice tu trabajo, y ya, no te volví a ver en muchos meses. Nos cruzamos una que otra vez, pero nada del otro mundo.

Cuando inicié el tercer semestre en la universidad, abriste un negocio de vender chichas allí mismo, así que nos veíamos y hablábamos casi todos los días. Fue cuando nos empezamos hacer verdaderos amigos.

Siempre te recuerdo sobre todo por tus peculiaridades y porque siempre me hacías reír.

Una de ellas: un carrito pequeño que tenías en esos tiempos, un chevette, que caminaba y de broma y que solo tú le sabías sus trucos, cada vez que íbamos a pasear, agarrabas y le dabas toquecitos al termómetro, que no servía, por supuesto, hacías como que le hablabas, y luego le dictabas nuestras coordenadas del destino, algo así como un GPS.

Otro: cada vez que comíamos en un restaurant chino, luego que nos terminábamos la comida te quedabas viendo el plato vacío y decías: “sabes que significan estos dibujos, Buen Provecho”, yo sé, siempre supe, que tú no tenías ni idea de lo que en realidad allí decía, pero solo el hecho de saber que lo hacías para hacerme reír, me gustaba.

Recordé el día que me hablaste de un novedoso invento, unos patines en línea; para esa época todavía se usaban los convencionales, el de ruedas de lado y lado, años después, nunca supe si fue casualidad, salieron los patines en línea, lo que tú me habías descrito con tanta emoción y que iban a ser un éxito.

Uy, en mi cumpleaños 21, una de mis “mejores amigas” no fue a la fiesta, ni llamó, ni nada, yo estaba súper triste, no quería que picaran la torta, no quería comer nada, pero tú me tomaste de la mano, me llevaste a la sala, y empezaste a contar una de tus tantas historias locas, no recuerdo cual fue, pero lo importante era que hiciste que se me pasara toda mi tristeza, así, sin más ni más.

Recordé con mucha alegría la primera vez que me dijiste que me querías, usaste las palabras: “TE QUIERO”; en esa ocasión te habías ido fuera de la ciudad por varias semanas a dictar unos cursos de electricidad; ese día llamaste, me contaste como había estado tu día, cuando ya ibas a colgar, así, sin más ni más, me dijiste que me querías; yo me quedé muda, tiesa, sin pensar, no dije nada de nada, lo repetiste y yo solo dije chao. No hablamos del tema, a pesar que yo me moría de las ganas de preguntártelo.

También recordé de esos días tristes, para mí; en una ocasión nos quedamos hasta tarde en tu casa hablando, por la hora ya no pasaban buses, ni tú ni yo teníamos para pagar un taxi, así que decidiste acompañarme a mi casa, caminando; fueron los 45 minutos más largos y tal vez más tristes para mí, ese día me contaste que habías conocido a alguien y que te gustaba mucho; lo único que pensé fue que ese “alguien” no era yo.

Decidí no volver a llamarte, ni buscarte; quería desesperadamente olvidarme ti, porque ya para esas alturas te habías metido en mi mente y en mi corazón. Traté de olvidarte con distracciones, viajes, cursos, excusas, pero no resulto. Tú querías ser mi amigo, y yo, te extrañaba mucho.

Así seguimos por un tiempo, pero, siempre existen los “peros”, nos fuimos alejando el uno del otro. Tú tenías pareja y yo no podía con el sentimiento de verte con ella.

Luego fue mi turno, conocí a un hombre que me quería mucho y me pidió que me casara con él; después de ti, él era lo más cercano al amor que había conocido.

Han pasado muchos años, tú sigues con esa chica, dos hijos; yo me casé y tengo 4 hijos, nuestras vidas cambiaron completamente, incluido el hecho de que ya ni siquiera vivimos en el mismo país.

De todos esos recuerdos que tuve anoche, el que más me dolió, el que me hizo sentir más triste, fue la última vez que te vi.

Eso fue hace como unos 5 años más o menos, habías venido de Costa Rica a arreglar unos papeles, y en unos 10 días te regresabas. Cuando supe que estabas de visita busqué la manera de llamarte y saludarte, lo logré y tú aprovechaste para invitarme a la fiesta de uno de tus hijos.

Ese mismo día ya de noche, cuando te vi, sentía que el corazón se me iba a salir, tenía muchas ganas de hablar contigo, pero, mi hora se acababa, ya era tarde, tenía que regresar a mi casa, con mi esposo, mis hijos; me despedí de tu familia, me acompañaste hasta el carro; yo quería abrazarte, sentía esa necesidad de un abrazo tuyo, fuerte y largo, de esos como dice la canción: “un abrazo que me dure hasta el lunes”…, pero no lo hice, me monté en el carro y me despedí tocando tu mano, me dijiste que nos volveríamos a ver antes de que te regresaras a Costa Rica, que ibas a organizar un almuerzo, o algo así.

Ese día no dormí, pensando en ¿por qué no te di ese abrazo, iba a ser solo un abrazo entre amigos?, pero bueno, en dos días lo volveré a ver, pensé. NOTA: Nunca hay que dar por sentado algo.

Algo pasó, ese fin de semana estuviste tan ocupado que no se dio lo de la invitación, no te pude ver, tu viaje se adelantó.

Han pasado más de 5 años, con ganas de volver a verte para poder darte ese abrazo fuerte y largo.

Quiero que sepas, que para mí siempre has ocupado un lugar muy exclusivo en mi corazón, eres y serás una persona especial, muy especial en mi vida; espero, antes que Dios me llame a formar parte de sus filas, poder volver a verte, y lograr darte ese abrazo tan deseado.

Se despide con mucho cariño, Tu Amiga.