Cuentos para asustarte: Concurso de relatos inspirados en mitos y leyendas latinomericanas – Testimonio en papel de la existencia del Purgatorio.

in #spanish6 years ago

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Fuente
Cristobal Rojas, El Purgatorio. Oleo sobre tela .1890.

Animas del Purgatorio (Descripción desde óptica propia).

La primera vez que leí sobre estos Seres fue en un viejo libro sobre folclore venezolano, y aunque tienen varios equivalentes en varias partes del mundo, era común en estos lares su devoción tanto como su temor. Las Animas son las almas de los infieles que están siendo castigadas con la privación de la oscuridad, el hambre y la sed ; no están en el paraíso ni en el infierno, si no en una área entre ambos y el mundo.A veces son benévolos espíritus guías, otros son maliciosos y vengativos.

Es frecuente que en estas historias las animas actúen una por una, pero en la que leí en mi infancia se les presentaba de una manera mucho mas espectacular; se le presentaba como una procesión de hombres vestidos de blanco, que vagaban en lotes para obliterar o coadyuvar a quienes los hubieran invocado o molestado. Esta imagen, no la del fantasma común, si no la del espejismo de miles de ellos me parece la inspiración para el cuento que idee.

Dos acotaciones extra debo hacer. la primera; aunque este mito es de origen teológico (aunque mezclado y versionado por la santería y el folclore venezolano de inicios de siglo XX.) tiene un equivalente mas antiguo, y es en la forma de los Pretas, espíritus de hambre y sed eterna condenadas a sufrir una existencia, es uno de los ocho reinos del budismo antiguo. El Segundo: El cuento que escribo se desarrolla en el monte pichincha, ecuador, lugar donde reposan muchos restos aun no descubiertos de la batalla de Ayacucho. por lo que hay en el, cierto gusto historico.

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Testimonio en papel de la existencia del Purgatorio.

Escribo estas cuartilla como acto final, solo pido ser enterrado lejos de aquí, en el mar frente al cual viví. No quiero morir en este largo páramo infinito; no quiero ser arrastrado a la más densa y tenebrosa de las zonas del ultratumba. Y para quien no pueda reconocer mi cuerpo, seguramente aplastado por (ilegible la letra, como si la mano hubiera temblado…) y así Olas y olas de esas almas vendrán a buscarme. Uno podría pensar- y yo mismo lo llegue a hacer- que un lugar como este, las alturas del monte Pichincha, jamás podría causar algún terror. Error, error grave y perpetuo; solo basta la noche para que los conejos se oculten y se escuchen los lobos, para que las flores se cierren y el mundo de los susurros colados entre las faldas de las montañas llegue, y el júbilo de la compañía se convierta en el pavor a la soledad.

Este sitio extenso hasta obliga a perder la vista en su confín, lucharon hace dos siglos héroes de independencia. Mi familia siempre me relataba nuestro cruento origen; lejos de las paginas embelesadas de la historia, mi estirpe estuvo marcada por mujeres raptadas y violadas, guarniciones destruidas para obligar a hombres morir de hambre y sed, canibalizar los restos de los soldados caídos y matar a los caballos para cubrir con su piel el frió mortal de estos Páramos. Todo esto me lo contaba mi abuelo, un devoto católico que hace ya veinte años retoza muerto.

Cuando vine durante el día a este lugar el guía me explicaba, que aun doscientos años después, la lluvia, el granizo y ocasionalmente la nieve no habían logrado lavar de estas montañas la sangre americana de los guerreros. Aun entre ciertas rocas podían hallarse huesos, e incluso hace unos meses una espada ya mellada y oxidada por la acción de la intemperie. Todas estas circunstancias no lograban en mi más que despertar un valor histórico remoto, pero aquello sucedió en el día y su claridad exigua, pero visible.

Maldita sea la hora en que mi curiosidad me llevo a separarme del grupo por estos páramos; pero ahora no me gusta pensar que fue curiosidad, sino una fuerza, miles de voces susurrando a mi cabeza en una frecuencia que solo yo puedo entender, como si me hubieran manipulado para venir aquí, a este país extranjero, a subir a esta montaña, a perseguir el rastro de unas huellas extrañas hasta que la luz del sol se agotara. No pude ser yo, nervioso, seguro y tímido, reacio a la aventura. No fueron ellos; las ánimas del purgatorio.

II

<<Sí, porque en toda casa vieja como esta, de esos antiguos pueblos aun no tocados del todo por la modernidad, aún permanece la tradición de ponerles al muerto un vaso de agua y una vela. La vela es para iluminar; porque su tránsito es oscuro y perdido, muchas veces las almas quedan varadas en el sistema de túneles sofocantes del purgatorio, hijo hay que darles luz. Y el agua es por la sed, la inconmensurable sed de eras eternas de sufridas caminata, y mientras rota el tiempo, las animas sedientas piensan en los hombres que las han olvidado, hijo, lo muerto solo muere cuando se olvida. >>

(Fragmento descifrado, original en un raro latín arcaico)

III

No, ya no puedo más. Ese pensamiento me consume, yo soy el último de aquella raza cuyos cuerpos están consumidos aquí por el suelo de la montaña. Desde niño he escuchado el sermón del abuelo, me ha dicho que debo vivir una vida plena, en paz con las fuerzas de lo que no entiendo, debo pactar con ellas antes que enemistarme. Yo fui incrédulo, lo admito. Una y otra vez lo veo enseñándome el retrato del ancestro; pero desde que el murió, no tiene velas ni agua.

Yo he cometido el peor pecado, he asesinado lo que debía estar muerto. He olvidado. Si, encontrarte una sombra furtiva en la noche seria espantoso. Mil veces he vivido ese destino. Pero ahora, cientos de pequeñas y apenas divisibles luces se asoman al filo de la montaña causando una sensación de tenebroso horizonte amanecido. El miedo del espectro multiplicado a cientos. Las siluetas los distinguen, aunque estén lejos… Caballos, soldados, artilleros, generales; un pelotón de obscurecidas sombras que vienen a buscarme. Yo soy el último del último ante quienes estos hombres temibles, deben cobrar venganza. Y cuando yo finalmente caiga ante el intimo padecer de… (Quemado el papel al borde, con restos de sangre)

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Fuente


Luis Rafael Moya Φ, Gracias a mis lectores y a los jurados del concurso por leerme./ El cuento tiene exactamente 750 palabras./ El cuadro de Cristobal Rojas fue multiplicado por cuatro por mi/ Todos los derechos del cuento reservados

Sort:  

Excelente, tienes muy buenas letras, en verdad es un placer leerte. Estamos leyendonos. Saludos.

Muchas gracias ! es muy significativo

Me gusta mucho tu estilo de escritura, tiene muchas referencias historicas ocultas y un estilo un poco Borgeano. Aunque esta un poco sobrecargado, creo que su estilo es el adecuado para tal propósito, es un modelo tipicamente europeo y esta burda de pavo.

Ciertamente me gusta mucho ese estilo, no es el mas rapido y lo entiendo, pero es expresivo.

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Un texto con mucha fuerza. Se siente el eco de una voz poética. Un final para recordar:

El miedo del espectro multiplicado a cientos. Las siluetas los distinguen, aunque estén lejos… Caballos, soldados, artilleros, generales; un pelotón de obscurecidas sombras que vienen a buscarme (...)

Allí mismo hay un purgatorio. ¡Gracias por participar @luisrmoya

Ciertamente el purgatorio vino hacia el. Muchisimas gracias a ustedes por la oportunidad y la lectura.

Una joya de historia. Magnificamente narrada; combina perfectamente el genero terror con el historico y la cronica. Un gustazo haberte leido.

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