En una ciudad, tiempo atrás, existió una mujer, que del nombre después le contaré; no tenia casa ni casita y no sabia leer ni tejer, de muchas palabras aunque sin coherencia alguna, daba a entender que fue o era una sabia mujer.

       La mujer solía todo el día estar montada en una mata, que adornaba el centro de una plaza, muy temprano interrumpía el caminar de quienes por allí pasaban:

      Un día pasaba un destacado doctor:

_La mujer dijo; buenos días, buenas tardes, buenas noches, como estas tú medicucho?, ¿ a cuantos haz curado demente?

_El doctor respondió; señora, bájese de ahí, que se puede caer y morir y no tengo gaza, ni alcohol, ni curitas, para curar al pobre suelo del gran hueco que le va a hacer, usted pobre loquita.

_La mujer le contestó; morirás tú, ya que caeré encima de ti, pues no me haz respondido como quería y por eso un mamonaso te daré, porquería.

      El doctor asustado echó a correr y la loca sólo se reía, pues parecía en vez de doctor , un rollo de papel tuelet.

      Luego pasó una viejita que casi caminar no podía y escuchó que le decían...

-Buenas tardes, buenas noches, buenos días, a donde va esa abuela viejita y sin alegría?.

- la viejita le contestó; no soy viejita y soy muy feliz, así que buscas a quien fastidiar, que a tu edad no deberías estar montada allí, que mona eres y podrías caer y morir y a los simios harías sufrir tanto, que del África van a venir a llevarte pobre infeliz.

-La mujer le dijo; no me contestaste como yo quería, así que morirás tú, porque  mamonaso te daré y la artritis te quitaré, el reumatismo y la ceguera te acomodaré.

      La viejita como pudo echó a andar más rápido y la loca sólo se reía, ya que la viejita casi se caía.

      Luego pasó distraído un cartero, que le gustaba leer en voz alta.

- Buenas noches, buenos días, buenas tardes, chismoso, que vas leyendo, si tú no sabes que es eso?.

- El cartero le respondió; mujer si supieras de lo que me enterré, ayer leí una carta en donde una tal Alejandra le decía a una tal Karla, que tu eras una iguana tan fea, que por eso no bajabas de esa rama por lo rara que eras.

- La mujer respondió; ajá...., no me dijiste lo que yo quería oir, ahora a mamonaso te voy a caer, pues papelera pareces, porque llevas tantas porquerías, que al basurero vas a vivir sin compañía.

      El cartero no le quedó de otra, sino echar a correr, ya que de tanto mamón, las cartas se le iban a romper, pues parecía una piñata con caramelos y papelillos también.

      Todos los días pasaba lo mismo, hasta que un día la mujer de la mata de mamón no habló mas. Y las personas se preguntaban que le podrá pasar, así que acudieron a ver que podían hacer para que hablara y bajara también, pues la pobre de hambre y frío iba a desaparecer.

      Le dijeron de todo, más la mujer no pronunció palabra alguna, hasta que un día el doctor, la viejita y el cartero, en forma de coro le dijeron:

-Buenos días, buenas tardes, buenas noches...

      La mujer sonrió y sin otra pronunció:

-Ahora he oído lo que quería, pues buenos días, buenas tardes, buenas noches, doctor, abuelita y cartero a todos los quiero.

       Y así, en la ciudad, todo habitante no olvidó jamás decir al pasear o visitar a cualquier persona; buenos días, buenas tardes, buenas noches.

FIN

Autor: Luisa Diaz Vivenes