Siguiendo la estela de mi publicación pasada, quiero hablar sobre otro de los objetos de gran valor que se encuentra en el Museo Casa la Blanquera, y es que en el recorrido realizado por los distintos ambientes de la gran casona, la piezas que están allí presente son de gran significado y tienen su propia historia que contar. Tal es el caso del Campanario de la Iglesia de San José de Mapuey.

CAMPANA DE LA IGLESIA SAN JOSÉ DE MAPUEY

Esta pieza de la época colonial de vaciado en bronce y cuyas dimensiones son de 65 x 53 centímetros, fue ingresada a la colección de La Blanquera en 1964, por donación de la Gobernación del estado Cojedes.

La prolífica tradición oral Cojedeña atribuye la procedencia de esta campana al extinto templo de San José de Mapuey, ubicado en un sitio impreciso en las inmediaciones de la actual población homónima de Cojedes a unas dos o tres cuadras pasando el río San Carlos o río Tirgua desde el camino de Lagunitas.

Según la describe el Obispo Mariano Martí luego de su visita del 31 de Marzo de 1781, esta iglesia estaba dedicada a la advocación de San Joseph, compartida con el patrono menos principal San Francisco de Asís, por cuanto habiéndose extinguido el pueblo e iglesia de San Francisco años atrás y agregándose a éste, fue trasladada dicha imagen de bulto a esta iglesia y colocado en el nicho colateral a la banda del Evangelio en el altar mayor.

Este templo era de tres naves, divididas por columnas de ladrillos. Pared de tapia y rafas, cubierta toda de caña y tejas. La Sacristía circundaba todo el Presbiterio por los lados y por detrás, pero servía de Sacristía la pieza que correspondía al lado de la Epístola. Tenía el cementerio fuera de ella pero también a la banda de la epístola; piso de ladrillo solamente en el presbiterio. Tenía un pequeño coro alto, buen Baptisterio y también un Campanario. Siendo caso común en diversos templos la utilización de una o más campanas, la que exhibo en este post no parece haber ocupado dicho Campanario al menos durante los veinte años anteriores, a su fabricación, esto es entre 1781, año de la visita del Obispo Mariano Martí y 1801, fecha que ostenta en relieve esta campana como referencia temporal de su confección en la sección más ancha de su conicidad. Algunos suponen, sin embargo, que pudo haber sido incorporada a la iglesia a partir de ese año por vía del encargo, en virtud de la casi improbabilidad de que el artesano la construyese con destino al mejor postor. No obstante sus precarios y sencillos atributos de forma, tales como el tosco modelado del molde de arcilla que reprodujo su cuerpo y su decoración en relieve por adición con obvios motivos cristianos, no ha dejado de ejercer en el tiempo la fascinación propia del misterio, que cual Victoria de Samotracia, aun reviste tanto su verdadero origen y destino como el de la desaparición de dicha iglesia.