Todo es Farandula

Al final la realidad importa poco. Cuando todo el imaginario se vuelve hostil, a nadie le importa lo que haya en la realidad. Cuando los títeres se desgarran, nadie se pregunta por la historia que hay abajo de las manos. Quizá de ahí que algunos, intentando justificarlo, elucubren sobre la realidad como un imaginario mas, si acaso vestido con una prenda única, pero de igual naturaleza.

Pero desde luego, al final ella no importa. Ni cura, ni apoya ni acompaña. Y ni mucho menos convence.

Lo real, lo imaginario; todo forma parte del mismo sueño. El anhelo es transmutar lo uno por lo otro y viceversa. El anhelo y la batalla perdida de antemano para nosotros: los soportes del sueño. Pero eso al sueño no le importa; el tiene sus razones y encadena o segmenta cómo y cuando le viene la gana. Somos pues un pretexto necesario para él, que no se anda con dicotomías; para que la convención de lo real o lo imaginario nos aturda lo suficiente para creer que mientras soñamos vivimos. Para permitirle preservar en nuestro milagroso fracaso.

Me reservo el derecho a decir estupideces.

Loryangi Hernández.