Desde tiempos inmemorables el ser humano se ha visto nefastamente impregnado de esa viciosa "necesidad" de querer pensar, actuar, y en casos más extremos, llevar la vida como lo hace alguno de sus semejantes. En este punto es innegable que los griegos, romanos, John Lennon, Friedrich Nietzsche, Justin Bieber, entre otros (según el gusto del lector) han invocado a la musa que refiere los más nobles y universales pensamientos; pues ¿quién (en su sano juicio) no ha soñado alguna vez con poseer la fama y el honor de cualquiera de ellos, o al menos ser parte de alguna sociedad letrada positivista que ofrezca un imaginario lo suficientemente rentable para crear un best seller de la calidad literaria de El Señor de los Anillos, o por último en un caso de tipo empírico, qué realidad social no quiere codearse junto a los países que siempre están de primeros en la cola para el registro de patentes? En resumen: el plagio se excusa en la "necesidad" y se paga con la ignorancia.

Jorge Luis Borges en su cuento Pierre Menard, autor Del Quijote (1939) hace una pseudo reflexión de lo que significa, bajo el ojo del plagiador, el hecho de tomar literalmente las palabras de otro como si fuesen suyas:

"No quería componer otro Quijote –lo cual es fácil– sino El Quijote. Inútil agregar que no encaró nunca una transcripción mecánica del original; no se proponía copiarlo [negritas añadidas]. Su admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran –palabra por palabra y línea por línea– con las de Miguel de Cervantes".

Debe entenderse que en el desarrollo del cuento de Borges, el asunto del plagio toma una idea reivindicativa en un plano existencial, pues para Pierre Minard no existe mayor reto que reestructurar la obra cervantina usando las mismas palabras que su autor original, pero abducida a un plano contemporáneo. Éste ejemplo toma relevancia, porque se demostrará en los puntos siguientes que la elaboración de un tema o teoría partiendo de las palabras de otro autor sin referirlas (en el mundo real, fuera del cuento) se remite a la desestimación de dicha autoría; es decir, crear a partir de las bases teóricas de otra persona, irrespetando derechos de autor, es inadmisible.

Actualmente pareciera que la globalización ha estimado su quehacer en minusvalidar el desarrollo cognitivo del ser humano, lo cual es paradójico, pues la enciclopedia universal como lo es la Internet, hija y madre a su vez de la globalización, se jacta de ser una especie de Torre de Babel moderna. El aspecto paradójico surge cuando las personas (estudiantes principalmente) recluyen su inteligencia al copy/paste, sin referir la mente original que creó las teorías que serán usadas en trabajos monográficos, publicaciones ensayísticas, entre otros. Ahora bien, si la intención es demostrar que se está de acuerdo con lo que otro ya propuso, ¿cuál es el delito? El profesor de psicología del lenguaje Julio Santiago, en un artículo titulado Plagio, conceptualiza la falta como "utilizar el trabajo o las ideas de otras personas para nuestro propio beneficio, haciéndolas parecer como propias y, por tanto, sin el reconocimiento adecuado de su autoría".

La flojera moderna ha hecho que la acción del plagio se tome como un deporte en el que se entrena a diario en las instituciones académicas para "salir del paso", relegando a la sociedad actual en un menosprecio por la calidad educativa que se recibe tanto en planteles públicos como privados, sin escatimar en las diferencias de grado académico de los estudiantes. Quizá la falta de compromiso y la idiosincrasia latinoamericana (que nos invita a diario en ese trance romántico que significa ser más vivo que otro) sean los culpables en el absurdo hecho de manifestar sobre palabras bonitas y que suenen inteligente, ideas "innovadoras" procurando no ser descubierto (Avilés Fabila, 2013) en pro de altas referencias cuantitativas que reflejen sobre el tapiz infecundo de una boleta, la incapacidad cognitiva tanto de crear como de evaluar (en el caso de los profesores que aceptan dichas conductas).

Desafortunadamente es poco probable que en tiempos venideros se logre encaminar a la sociedad (latinoamericana, según el interés de esta reflexión) hacia un sendero en donde las facilidades tecnológicas no insten al desprecio por pensar con cabeza propia, sino que por el contrario, se usen como apoyo para la integración de conocimientos tanto prácticos como teóricos a favor de reconquistar eso que se perdió tras la abolición casi permanente de las bibliotecas públicas, del libro de mano, donde el copy/paste debía traducirse en tomar un lápiz y transcribir línea por línea las palabras de otro autor; circunstancia que promovía el hecho de que el estudiante al menos leyera el texto completo y no se quedara con la primera lexía del artículo.

Si nos quejamos por la devaluación monetaria, que gran parte se sostiene en la falsificación de billetes que debilitan la economía de cada país, ¿por qué no quejarnos de la falsificación de pensamiento que disminuye drásticamente el desarrollo cognitivo del mundo actual? ¿Por qué no inyectarle una dosis extrema de moral profesional a quienes aceptan tales actos en los planteles educativos? Hay un dicho que dicta lo siguiente:

"Educa a un niño y estarás cambiando el mundo"

Quizá si también se plagiara ese dicho en la conducta de la sociedad, no sufriríamos de tanto desinterés por la autonomía del pensamiento.

• Avilés , R. (2013). Plagio, luego existo. Diario Crónica [Diario en línea], Disponible: http://www.cronica.com.mx/notas/2012/637309.html

• Borges, J. (2009). Obras completas I (1923-1955). Buenos Aires. Emecé.

• Santiago, J. (2008). Manual del Estudiante de la Facultad de Psicología de Granada [Libro en línea]. "Plagio". Ediciones Sider SC. Disponible: http://issuu.com/facultadpsicologiaugr/docs/manualdelestudiante2008