El concepto de sublime en la obra de Theo Jansen
El concepto de sublime ha sido desarrollado por numerosos teóricos y pensadores a lo largo de la historia, por lo que resulta muy difícil reducirlo a una sola opinión o definición. Se podría decir que lo sublime es una categoría esencial del arte de nuestro tiempo, aquello que coloca al hombre frente a sus límites, aquello que le agita las entrañas; o quizá un sentimiento, lo sublime, aquello que siente el hombre ante la contemplación de la belleza en su máximo esplendor.
Lo que sabemos con certeza es que lo sublime se opone a lo vulgar, a lo excesivamente sutil o agradable y a lo simplemente amable. Es un concepto abstracto que va de la mano de lo noble, lo elevado y lo grandioso, parte de lo bello y lo supera. Sin lo sublime la belleza no sería tal, es eso que nos envuelve, transporta y encanta.
La relación de este concepto con la obra de Theo Jansen se aprecia al contemplar sus “Strandbeest” (bestias de la playa) caminando por la arena de las playas holandesas donde habitan, haciéndonos partícipes de ese algo especial lleno de magia y misterio. En el paisaje romántico (como el de los cuadros de Turner o de Friedrich), de los lugares donde Jansen hace funcionar sus artilugios, hay una intencionada búsqueda de paisajes de evidente naturaleza sublime (precisamente como si fueran entornos románticos). Nuevas formas de vida que parecen tan orgánicas, que podríamos confundirlas con esqueletos de mamuts o inmensos insectos, pero que sin embargo están hechas con materiales de la era industrial, tales como tubos de plástico o cinta adhesiva. Estas piezas nacen dentro de un ordenador en forma de algoritmo, pero no necesitan motores para moverse, sino que parten de la fuerza del viento y la arena mojada de la costa.
Como un demiurgo, un dios creador y omnipotente, Jansen está muy cerca de algunos mitos clásicos, como el de Prometeo y, sobre todo, la célebre “criatura” de Mary Shelley, inventada precisamente en un momento en el que el sentimiento de lo sublime era un rasgo fundamental de muchas manifestaciones artísticas.
Al observar a estas criaturas se comprende que el trabajo de T. Jansen es algo mágico, especial y sublime, que nos adentra en la convivencia entre la técnica y la naturaleza y nos lleva al campo de la sostenibilidad, lo que hace a estos diseños poseer una gran relevancia actualmente, y destacar tanto en el campo de la tecnología (al ser “máquinas” autosuficientes) y en el del arte por la magnitud de su belleza.
Si las máquinas pudiesen experimentar el sentimiento de terror ante una naturaleza que no comprenden, si pudiesen sentir miedo (o temor o amor) hacia el hombre que las ha creado, si pudiesen sentir dolor, si su percepción de la realidad que les rodea pudiese tener un grado de perfección tal como para asombrarse, maravillarse o sentirse tremendamente pequeñas ante su infinitud…, estaríamos ante una manifestación de lo sublime fuera del ámbito de lo estrictamente humano. En un sentido amplio, pensamos que los “ingenios” de Jansen transmiten una sensación típica de lo sublime al representar aquéllo que no es fácil comprender ni controlar, porque nos desborda, porque nos abruma, porque nos sobrecoge y nos supera por su grandiosidad e irracionalidad, aunque, y al mismo tiempo, nos cautiva por su irresistible belleza, nos fascina por su terrorífico atractivo, como en una sugestiva mezcla de empatía y repulsión.
Después de todo el arte no deja de ser un medio de comunicación mediante el que el artista pretende mostrar una forma de expresión que haga pensar o que provoque reacciones en el espectador; busca sensaciones, no ser parte de la solución de un problema o conflicto que se pueda presentar, y en este contexto debemos entender el poder y la grandeza de lo sublime. Al observar a esas magníficas bestias, nos invaden una gran variedad de sentimientos contrapuestos que van desde la tensión hasta la seducción, pasando por la ternura o la angustia.
Muy buen post, sinceramente uno de los más interesantes que he leído, sigue así.
Muchísimas gracias 😊