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Querido Augusto:

Desde que te fuiste las cosas en mi vida no andan bien, de hecho pareciera ser que cada día van peor. La luna no brilla tanto, como cuando la mirábamos juntos, ni los helados de vainilla saben igual sin ti.

He intentado continuar con mi vida, en vaivenes amorosos. Me hice una experta en fingir, no te imagina cuántas veces he pronunciado un “te amo” sin sentirlo, y más han sido las veces que he dicho “eres el amor de mi vida”… sabiendo perfectamente que hasta el momento tú has sido mi más profundo amor.

Te fuiste tan rápido que no me dio tiempo de despedirme, aún no puedo asimilar aquel momento. Ya falta poco para cumplir 2.000 días sin ti, y todavía me sigue pareciendo el momento más duro y complicado de la existencia.

¡Oh! Augusto, te extraño tanto… sí, no tienes ni la menor idea de cuánto te echo de menos, extraño tus dulces besos y el olor de tu piel, extraño tu hermosa sonrisa en mi amanecer.

He vuelto a terapia, pero parece no hacer nada, sigo triste, muy triste.

A veces imagino que llegas a buscarme, y me fundo en tus besos y abrazos. Quiero oler una vez más tu fragancia, ver tu piel tan blanca como la nieve y perderme en esos ojos tan azules como el mar.

Tu ausencia me quema por dentro, a veces me impide respirar… ¡Ay! Augusto, cuando te conocí no pensé que ibas a dolerme tanto. Colocaste todo en mi vida en su lugar, pero cuando te fuiste me partí en 1.000 pedazos, y ahora no sé cómo volverme a armar.

Lo he intentado, pero con frecuencia siento que no puedo más, tu dolor me ha hecho cometer los peores errores de mi vida. Sé que donde quiera que estés, sigues confiando en mí como siempre lo hiciste, pero de cuando en vez siento que ya no puedo más.

Mis abriles se han teñido de negro, y es que no puedo olvidar lo gélidos que son. Nadie tiene poder especial sobre la muerte, pero desearía que no te fueras ido tan pronto, me dejaste muchas palabras dentro que quería decirte, y no me dio tiempo… te amaba hasta el infinito y aún lo sigo haciendo.

Te recuerdo riendo bajo el sol, y cuando nos bañábamos bajo la lluvia. Recuerdo cada uno de nuestros planes juntos, y todas las cosas que no pudimos hacer.

Sé que no vendrás, sé que no iré a donde tú estás, sólo quería que supieras que te sigo amando, que todos los días recuerdo el instante en el que te conocí y que añoro regresar el tiempo, para no tener tantas palabras dentro.

Siempre te amaré.

Siempre tuya y con todo lo que soy, Elizabeth.