La tonada de una bala- Obra corta

Nadie puede dormir en este árido suelo, el sonido estruendoso de las balas impiden que nuestros párpados se junten, los proyectiles rosan el orgullo de algunos e impacta en la esperanza de otros. Las heladas están llenas de desesperación e intriga, no podemos si quiera sonreír, cada paso que damos en este campo minado tiene un destino tan incierto que nuestros mera presencia ahora, fue solo un golpe de suerte.

Civiles inocentes, arrastrados de sus hogares, condenados por aquellos a los que maldecimos y declaramos rivalidad eterna. Juramos defender la soberanía de nuestra gente, más no fue suficiente, las palabras no soportaron el peso de la guerra, cientos de heridos agonizando y miles de hermanos caídos en zanjas, como si fueran animales.

Familias perfectas desmoronadas por el llamado al deber, el requisito fundamental era poder ser capaz de dar la vida por los amados, por los que se esconden tras el telón, esperando que esté cruel acto tenga fin.

El fuego lo consume todo, incluso nuestro anhelo de volver a nuestros hogares, sus llamas arden en paredes colosales.

Jóvenes bárbaros traídos al frente, briznas de hierbas cortadas como sus alas arrebatándoles su libertad, su juventud, sus vidas como si solo tratase de quitarle un dulce a un niño.

¿Cómo poder mirar a un hermano a los ojos?, Si en su mirada solo hay agonía y desesperanza, una ilusión de volver a aquellos tiempos dónde todo se pintaba de dorado y las risas nunca marchitaban, un velo ilusorio de flores amarillas que ahora están tintadas de grises, las lágrimas secas están, no queda nada por el que llorar, solo por los que caen luchando por un mañana mejor.

Entre oriundos de todos los rincones, todos buscan la paz para su gente. Una paz que crece sobre la sangre derramada de muchos y los sueños de otros pocos.
Ennegrecidos sus pasos están, muchos no han de seguir la marcha y enterrados quedarán, igual a su orgulloso que sepultados en el fango junto a los cuerpos de otros soñadores que embriagados por un dulce veneno, siguieron sus deseos.

El resonar de las balas aturde mi consciencia, un baile frenético de metal y plomo, un sendero maltrecho se devela al final del túnel y nuestra las fauces de la bestia. Un adiós que nunca llegará, palabras de cristal que se romperán y las memorias que junto a mi, morirán.

Incandescente la promesa que alguna vez escribí, ahora no es más que una sombra que reposa en mi corazón, sin un destino aparente, solo es un breve soplido del alma que rebota en mi ser.

Soy mi propio peor enemigo, no hay quien detenga mi arma, nadie quiere apretar el gatillo, sin embargo las tinieblas que azotan esta realidad son más fuertes que cualquier voluntad, destrozan mi Temple, ya no puedo verlos si no cómo simples números que van subiendo con cada proyectil que se dispara de mi rifle.

Mil palabras han sido dichas, todas perecieron junto al destello de luz que guiaba nuestro camino, y llenaba de coraje nuestras fuerzas. Todo muere en este jardín, hasta la rosa más bella se ennegrecera y sus pétalos caeran.

Su amada está vestida de negro, con un velo de sedosa tela cubriendo su rostro, sufre mucho tu partida mientras las trompetas tocan esa tonada llena de orgullo y nacionalismo, el águila se posara sobre tu tumba y te entregará el bello recuerdo de toda tu vida, la medalla que cuelga de tu cuello será carcomida por el tiempo pero tu sacrificio hará que el tiempo pueda ser vivido con alegría y nostalgia.

Una simple despedida, no basta para corresponder a tu monumental lucha por un nuevo amanecer, se qué cada baja era un infierno desgarrandose en tu interior, mirabas a los ojos a tu enemigo, pensando con miedo sobre las penas de aquel que está bajo tus botas.

Puede que el brillo de una estrella se haya apagado hoy, pero una nueva resurgirá de las cenizas de su pasado, cuál ave fénix desde las alturas vestirá mi camino de vivos colores, y guiará a los desamparados y desdichados , a luchar por los que aman, a batallar hasta que ya no queden balas.

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