Sensación de desplazamiento

“No hay necesidad de marcharse”, le insistía mientras trataba de encontrar mejores palabras para evitar su partida, parecía que de repente no era capaz de entender lo que pudiera estarme pasando, no entendí en qué momento se volvió muro de roca.

“¿Qué es exactamente lo que no encuentras en este sitio? Has tenido toda oportunidad y también mucho cariño, a cualquier lugar que llegaste encontraste amigos y puertas abiertas. Además sabes muy bien que yo no me puedo ir contigo.”

Ya todo lo tenía decidido, pues con explicaciones secas según intentaba justificarse sin mucho empeño, nuestra vida juntos ya la había echado toda en el olvido. “Es que, no hay por qué marcharse, podemos cambiar, buscar ayuda”. Las palabras me salían cada vez con menos fuerza, rebotando entre miradas con reflejos de hielo. “¿No ves cómo hemos crecido juntos este proyecto nuestro?”.

No pude evitar las tristes mudanzas cuando se fueron, una tras otra guardar en cajas cada vez menos cosas, empezar nuevamente, ya que desde que no estaba muerto no había otro remedio. Yo siempre supe que no debía haber confiado en sus promesas, su supuesta solidaridad, en su presencia hueca. Mientras empacaba y desempacaba, las deudas y los deberes con aquella depresión solamente aumentaban. Únicamente me reconfortaba un poco cuando después de mucho esfuerzo lograba cerrar los ojos y dormía, aunque fuera un par de horas tan sólo.

Logré rehacer la vida a base de pensar que iba a llegar el Tiempo. No se cayeron todas mis paredes aunque hayan quedado pintadas de negro. Se fueron, pero desde hacía mucho que había perdido el contacto con aquella persona verdadera que fue mi pareja y ahora lo comprobaba al escuchar al fantasma con el que de repente aún tenía que hablar por teléfono. “¿Cómo va todo? Por aquí se les extraña mucho. ¡Qué bueno que está creciendo y aprendiendo muchas cosas!”. Luego se cuelga, y es entonces cuando más la distancia pesa. Siempre se terminaban esas llamadas conmigo pensando por qué no le he preguntado si encontró lo que supuestamente buscaba.

Ha pasado mucho tiempo, yo sigo aquí, suponiendo unas veces que debo tener las raíces muy hondas y otras que debo de ser muy cobarde para no haber probado muchos vuelos. Ya no importa. El Tiempo dirá, aunque me haya perdido de aquella infancia, cuándo será el próximo encuentro con el ser que es fruto de mi sangre.

Cuando logré hacer mi pregunta un día, comprobé que no encontró aquello que buscaba ya que siguió dando tumbos sin haber logrado nada, pues no está en una ciudad la esencia nuestra sino bien adentro de nosotros y al final termina cayendo esa verdad en nuestra cabeza.

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