Reflexión breve sobre los comienzos en la carrera de actor

Se acerca el momento de empezar un nuevo semestre en la Escuela, en esta ocasión es especial pues por vez primera me toca trabajar con los alumnos que comienzan su carrera en la Escuela de Teatro. Momento que suele ser de grandes decisiones en la vida del actor, cuando ese deseo de dedicarse a una carrera de esta naturaleza va más allá de los consejos que los padres puedan a uno darle sobre las carreras decentes o las que podrán dejarles recursos y les permitirán formar recursos para el futuro.

Pero puede ser también de muchos cambios, y es cuando empiezan a transformarse las percepciones y paradigmas desde los cuales se vive la experiencia de la vida. Y es que es el actor la persona capaz de desencajarse de las expectativas y prejuicios que imponen algunas pertenencias a grupos sociales o principios de ideología funcionando en nuestro entorno. Una de las primeras y constantes tareas del actor es conocerse a sí mismo, como rezaba aquel Oráculo de Delfos en el que oficiaban los sacerdotes de Apolo, en una observación rigurosa de nuestros actos y la dinámica de nuestras relaciones y también del momento de nuestras omisiones. También es parte de las tareas del joven actor aprender a desconocerse con el fin de desvelar el amplio potencial de lo humano que a veces no somos capaces de desarrollar a su máxima capacidad o precisamos mantener escondido y cerrado bajo las siete llaves donde se encuentran los sucesos que nos llevan al remordimiento.

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Al inicio, el actor aprende desde las funciones más básicas, como respirar, moverse, equilibrarse y caminar, generando ese plus energético que impone la presencia en el escenario, energía que encuentra su relación directa con los procesos imaginativos, sensoriales y significativos con los que el actor conecta en su trabajo creativo en la escena. Generar un estado de observación también en las posturas, dinámicas de movimiento y gestualidad a las que estamos acostumbrados y se han quedado marcadas en nuestra historia corporal. Conocer los puntos de neutralidad, naturalidad y dilatación de el movimiento, el gesto y la acción.

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Así, aprender a representar aun personaje en escena debe ser aprender a vivir una nueva vida, construida de experiencias verdaderas y mecánicas y habilidades día con día perfeccionadas, en la que uno es capaz de hacer ver al espectador, por virtud de su capacidad de comprometerse con la ficción, esos mundos que no están ahí pero adquieren toda la verdad que poseen nuestros símbolos, sueños y deseos más profundos.

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^{Fotografías del archivo personal}

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@LeVeuf

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