Llegamos nuevamente al tema de la política en México y no es de extrañar ya que hace unos días fueron las elecciones. En el presente artículo intentaré ser lo más objetivo posible, aunque como siempre, sólo expreso mi particular punto de vista. Lo primero que hay que decir es que por ahora hay una sensación concreta de que se ha hecho valer la voluntad de la mayoría y eso es importante. El candidato ganador ha sido Andrés Manuel López Obrador quien llevó a su partido MORENA (Movimiento de Renovación Nacional) hasta la Presidencia de la República. La contienda electoral fue ríspida y también como sensación general, quitando a los seguidores seguros de cada candidato, queda la falta de propuestas concretas y planificadas para lograr las promesas que como sabemos suelen darse en campaña sin nunca verse realizadas. No faltaron las acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito, de pactos con grupos de poder.

Antecedentes

López Obrador viene de un contexto plenamente político. Sus inicios fueron en el Estado de Tabasco con aquel PRI que por casi 80 mantuvo el poder en el país. Su ideario por las causas sociales y de los más pobres lo llevó a lado de otro político mexicano de larga trayectoria, Cuauhtemoc Cárdenas, hijo del General Lázaro Cárdenas (presidente socialista que expropiara la industria petrolera en México en el año de 1938); quien saliendo del PRI y contendiendo contra su candidato en 1988, Carlos Salinas de Gortari, contra el que perdió tras un ominoso fraude, fundó el PRD (Partido de la Revolución Democrática) con otros políticos escindidos del PRI que lo habían seguido además de otros partidos y fuerzas de la izquierda. Con el PRD Cárdenas contendió también en 1994, año del magnicidio del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio; ganó la jefatura de Gobierno del Distrito Federal en 1997 y por último contendió por la presidencia en el año 2000, año en el que el PRI finalmente abandonó el poder con la victoria de alguien que en fechas recientes se ha hecho notar a veces no tan positivamente con declaraciones en el plano internacional, Vicente Fox.

López Obrador ganó la gubernatura del Distrito Federal a la vez que Fox ganó la presidencia, y tal vez haya sido el propio Fox el que impulsó la imagen de López Obrador al querer evitar que se convirtiera en candidato para 2006, e inició una serie de ataques prácticamente sin fundamento que concluyeron en un fallido intento de desafuero para enjuiciar al entonces Jefe de Gobierno de la Capital del país. López Obrador superó esa serie de ataques que incluyeron video-escándalos de algunos de sus principales colaboradores en el PRD en actos de corrupción. López Obrador acusó de inmediato de la campaña sucia al expresidente Salinas de Gortari y a otros miembros de la “Mafia del Poder”, como llamó a cierto círculo de gente poderosa que no lo veía con buenos ojos. Llegó a la campaña del 2006 con bastante fuerza, aunque con la probada corrupción de su círculo cercano. Las elecciones ofrecieron un pequeñísimo margen de desventaja con respecto a Felipe Calderón del Partido Acción Nacional (PAN), quien ganó en medio de una fuerte crisis de legitimidad. López Obrador optó por crear una especie de gobierno simbólico llamado “Gobierno Legítimo”, creando durante algunos meses una crisis de gobierno en el país, mientras que el presidente Calderón, para legitimarse optó por lanzar una guerra contra el “narco”, sin ninguna estrategia, inteligencia, preparación y con los más desastrosos resultados en víctimas mortales y desaparecidos que ha visto el país en décadas.

López Obrador contendió en 2012 de manera bastante conciliadora ante el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, actual presidente del país, elección que estuvo marcada por una masiva compra del voto además de un amplio apoyo del dinero del propio “narco” a favor de Peña Nieto. Los seis años de Peña Nieto han sido de una crisis continua de gobernabilidad, de seguridad, de violación a los derechos humanos, de asesinatos de periodistas, de incremento en la pobreza, de descomposición del tejido social, de privatización voraz y finalmente de un profundo enojo.

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Anaya, López Obrador, Meade, "El Bronco"
(Fuente)

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La campaña electoral

El PRD de López Obrador entró en crisis tras las elecciones de 2012, con pugnas que mostraban abiertamente la lucha de poder desde el interior del partido, además de una baja en la confianza en las administraciones de la capital del país que los ha llevado en estos momentos a perder la Ciudad de México y casi el registro tras haberse aliado al PAN para lanzar al candidato presidencial de ese partido: Ricardo Anaya, quien hubiera sido presidente de su instituto político. Las luchas internas en el PRD llevaron a López Obrador a la creación de su propio partido, MORENA con el que varios de sus aliados contendieron en las legislativas para ganar el registro en 2015 y ponerlo en los primeros lugares de preferencia desde el inicio de la campaña en 2018. El PRI, desinflado totalmente ante la pésima actuación de Peña Nieto, postuló a un funcionario que sin pertenecer a algún partido ha trabajado para los recientes gobiernos del PAN y el PRI, José Antonio Meade. Mención aparte merece el gobernador de Nuevo León con licencia, Jaime Rodríguez Calderón, el “Bronco”, postulado candidato independiente, entre cuyas absurdas propuestas de campaña estaba cortarle las manos a los corruptos, en lo cual insistía que hablaba de manera literal. Sobre la campaña habría que hablar también de dos candidatas independientes que quedaron fuera de la contienda, una de ellas es Margarita Zavala, militante panista, esposa del expresidente Calderón que al no ser propuesta por su partido se lanzó como independiente, desistió dos meses antes de las elecciones. La otra es María de Jesús Patricio, “Marichuy”, candidata independiente propuesta por el Consejo Nacional Indígena que no alcanzó el registro; de ella había expresado algunas opiniones en una publicación anterior, que ofrece un marco de cómo comenzó la campaña.

La inconformidad dentro del propio partido MORENA comenzó a darse a partir de la definición de las candidaturas a puestos de gobierno y diputaciones locales y federales, hubo una sensación de que personajes ajenos al movimiento se estaban quedando finalmente con el fruto del trabajo de las bases. Principalmente, López Obrador se alió a operadores tanto priistas como del sector empresarial y sindical que finalmente han quedado integrados a su equipo de trabajo. La campaña entre los tres candidatos principales en la contienda se vio envuelta, como suelen darse recientemente las campañas, en un mar de descalificaciones, humillaciones, pseudo-acusaciones, respuestas vagas sobre programas y estrategias de gobierno, falsedad, chistes y momentos chuscos; la televisión y redes sociales fueron alimentando las agresiones y división propuesta por los contendientes políticos y determinando dos claras tendencias, los que estaban a favor de López Obrador y los que estaban en contra.

A López Obrador se le acusa de ser “comunista”, “socialista”, “chavista”, “castrista”, “populista”, “nacionalista”, etc. Se le acusó al mismo tiempo de alianzas con Putin y con Trump, aunque también le dicen el Bernie Sanders mexicano. La comparación con la situación venezolana se abordó de manera burda y propagandística tanto en los medios de comunicación como en las principales redes sociales. Y en fin, toda esta confrontación, entre un México que se identifica con ciertos privilegios o se aferra a miedos absurdos y un México con antiguas afrentas y heridas sin sanar, sumido en la pobreza y la violencia; llevaron a López Obrador a ser el Presidente más votado de la Historia de México.

Las reacciones

López Obrador obtuvo prácticamente el 53% de la votación total en el país, las cámaras de diputados y senadores tienen mayoría de su partido. Esto significó una sorpresa tanto para quienes apoyaban a AMLO, ya que esperaban un fraude masivo, como para quienes se oponían a él y desde diferentes perspectivas argumentaron, o atacaron la idea de un posible gobierno del candidato de MORENA. Al final de la jornada electoral el primero en reconocer el triunfo de AMLO fue el candidato del PRI, luego el del PAN y un tranquilo y seguro Presidente Peña Nieto reconoció también la victoria del político tabasqueño, lo cual no dejó de levantar sospechas en algunos comentaristas.

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(Fuente)

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El mensaje del Presidente electo ha sido de conciliación con las fuerzas políticas y los anteriores presidentes que participaron en las campañas sucias en su contra, reconoció la labor respetuosa del actual Presidente con respecto a la campaña política y anunció a empresarios y sector financiero que no hará ningún cambio que resulte en la desestabilización del país. La gran mayoría está de fiesta tras sentir que por fin en este país se respeta la voluntad popular; otra parte siente que aunque votó por un candidato distinto está dispuesta a colaborar de manera vigilante en el nuevo pacto que puede darse en el país, otra parte desconfía plenamente del nuevo gobierno.

Si se atiende al fenómeno de las redes sociales es donde se percibe con mayor fuerza la polarización y la virulencia de noticias, muchas de ellas falsas, y comentarios ofensivos que entre contactos están provocando insultos, abusos y bloqueos masivos. A nivel de sociedad no es difícil ver divisiones en el ámbito familiar, laboral, escolar. Las heridas de esta elección han dejado al descubierto los varios "méxicos" que existen en un solo país y al parecer por ahora los ha puesto a combatir.

Definitivamente esta efervescencia será de provecho para los medios masivos y con seguridad el ruido provocará que se pierdan de vista muchas cosas que deberían estarse observando. Para unos y para otros sólo resta la paciencia y ver cómo se desarrollan los acontecimientos tanto a nivel nacional como internacional, ya que en la realidad actual los procesos políticos no pueden entenderse sin comprender las relaciones que se tienden a nivel regional y globalmente. Estados Unidos es un factor determinante, para mal o para bien, de muchas de las dinámicas sociales en México y estas relaciones tocan también un punto crítico en el área de la amplia frontera compartida.

Aunque de manera personal fui de las personas que optó por la anulación del voto (que no la abstención) por no ver en los candidatos a personas con la formación y estructura necesaria para la tarea de sanar y transformar este país, me uno a la Esperanza que fue el impulso de la mayoría que condujo a unas elecciones que, hay que decirlo, han sido históricas. El tiempo lo dirá, y a partir del primero de diciembre de este año estaremos viendo esa nueva etapa que los mexicanos han decidido.

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@LeVeuf

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