Vledbug había esperado este momento durante más de cien millones de giros del Timvled. Se había preparado más que nadie, se sentía seguro y excitado por su primera misión. Iba a recibir su acreditación, la deseada fornvlid que separaba al vled del gusano. No había posibilidades para ellos, quien no lograba esta acreditación consumía su vida y su cuerpo de materias sutiles hasta degradarse en el ruido cósmico. Los vleds que lograban superar las pruebas de micrometría, premonición y cálculos de condensación se podían convertir en sembradores y su vida podía ser eterna junto con la de toda la raza, un error en la siembra y la civilización entera desaparecería.

Los vledianos sólo eran percibidos por razas complejas y fuera del sistema Tiempo, la principal herramienta vled. La Tierra con su vida orgánica e intervalos precisos en la mecánica temporal era un oasis para ellos, pues podían introducir un segundo en la vida de cualquier ser orgánico y cosechar la energía del cúmulo de las posibilidades dimensionales generadas. El peligro, si el ser moría en ese segundo plantado, con él toda la civilización y recuerdo de los vledianos en el Universo.

Vledbug estaba eufórico y quiso sembrar en un ser humano, algo que muy pocos se atrevían, y fue a una ciudad. Vledbug estaba impactado de la cantidad de seres en los que podía sembrar. Seleccionó, colocó su segundo y se escuchó un disparo, en la frente del sembrado vio correr un hilo de sangre mientras él y su civilización desaparecían para siempre.

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Enlace al concurso: Concurso de Microrrelatos de Ciencia Ficción #MicroCiFi256 - Semana 2 - La siembra