Battlefield, de Peter Brook, ¡en mi ciudad! (impresiones sobre el mejor teatro de esta época)

Habría dos imágenes que reflejan lo que se vivió en estos días en el panorama teatral de esta capital yucateca, que además este año cuenta con la distinción de ser Capital Americana de la Cultura. La primera de ellas es, guardando todas las proporciones, cuando el Papa visita una ciudad y despierta el fervor de los creyentes quienes se alegran y participan de todo el protocolo, esta sería una experiencia colectiva. La otra imagen sería la visita a tu ciudad de alguna banda o cantante de talla internacional del que eres admirador absoluto, mucho más cuando estos artistas han dejado huella profunda e histórica en su género, esta experiencia la vives de manera más individual.

Pues, aunque de campos distintos, esas son mis sensaciones con la reciente presentación del espectáculo Battlefield del maestro Peter Brook en mi ciudad.

Foto del programa de mano

El trabajo de Brook ha sido bastante simbólico para mí desde el mero principio de mis andares en el oficio. Antes que yo entrara a cualquier taller o pensara en estudiar teatro siempre llamó mucho mi atención, de entre los tomos en el librero de la casa, uno que pertenecía a la colección Cien grandes temas de editorial Salvat, el número 12 era el correspondiente a Nuevos rumbos del teatro. La portada de este número presentaba un montaje emblemático de Brook, Marat/Sade, obra del dramaturgo Peter Weiss. El germen que en mí pudiera haber existido en torno a la escena se desarrolló sin parar cuando me encontré con esta foto, con estos actores, metidos en un estado poderoso, místico a la vez que grotesco y divertido. Sólo pensaba, “yo quiero ser ellos”. Después, supe quién era este gran maestro y su legado teatral, ya que durante la formación me he encontrado con sus libros los cuales siempre me han ofrecido sustento teórico y creativo en el trabajo. La principal, el sentido de proceso orgánico que tiene un montaje escénico, nutrido siempre de lo imprevisto, susceptible de alimentarse de los errores y los caminos que siguen otro rumbo del planeado, la capacidad de volver a experimentar sobre lo que se creía logrado, su interés por las diferencias de culturas pero sobre todo las uniones que vinculan el conjunto de la experiencia humana.

Fuente

No es el primer espectáculo de Peter Brook al que asisto, el primero fue Le costume, obra que se presentó en la ciudad de México hace ya algunos años. Yo trabajaba en la capital, a la cual no es extraño que llegue toda suerte de espectáculos de gran prestigio, lo que hoy me asombra es que sea Mérida quien tiene el privilegio de recibir un espectáculo de esta calidad que sin duda tendrá gran trascendencia para quienes nos dedicamos a este oficio, pero también para todo el público que pudo asistir a esta serie de presentaciones que además fueron gratuitas. Cabe felicitar a las autoridades de la ciudad que han hecho esto posible.

La pieza es una versión que reúne la esencia y los principales principios filosóficos, de acción y estéticos de un tema que ha sido también recurrente en la obra de Brook, el Mahabharata. Un montaje cuya primera versión duraba más de nueve horas e incluía las épicas batallas de la narración. La depuración, el estudio, han llevado a esta obra a condensar en el poderoso trabajo de cuatro actores, un músico, telas, un par de varas de bambú y un pequeño taburete; un juego en el que los interpretes a través de sus cuerpos recrean todo aspecto necesario (personajes, espacios, animales, simples presencias) para hacer ver al espectador ese terrible campo de batalla en el que millones de grandes hombres han perdido la vida tras la guerra y a los que han sobrevivido, quienes se miran como los responsables de construir un mundo mejor.

El texto trata sobre una gran guerra de exterminio, de una guerra que desgarró a una familia, la gran familia de los Bharata. De un lado se encuentran cinco hermanos, los Pandavas; del otro sus primos, los Kouravas, los cien hijos del rey ciego Dritarashtra. Ambos lados usan armas de destrucción masiva. Los Pandavas ganan la guerra. Millones de cadáveres cubren el suelo del campo de batalla. El anciano de los Pandavas, Yudishtira, ascinde al trono. La victoria para él tiene el sabor amargo de la derrota. El viejo rey Dritarashtra, quien perdió a todos sus hijos y sobrinos, y Yudishtira comparten el mismo dolor, su mismo remordimiento abrasador. Por eso deberán verse cara a cara con esa realidad y asumir su responsabilidad. ¿Cómo, habiendo perdido todos sus hijos, sus familias, sus aliados, el nuevo rey y el viejo rey, su tío, podrán encontrar la paz interior? (fragmento del texto de programa de mano)

Todas las grandes mitologías le hablan a cada época en su lenguaje, así, las enseñanzas que podemos encontrar en este texto son inconmensurables, esta puesta en escena traduce toda esa sabiduría en un lenguaje escénico de una limpieza y claridad impecables para el amplio espectro del público teatral contemporáneo. Tal impacto se pudo comprobar en las funciones en la atención de los espectadores, en los silencios y reacciones, en el espacio de imaginación que se seguirá desarrollando, en los símbolos cotidianos y en el corazón quienes pudimos estar ahí.

Yo me quedo con las reflexiones de este montaje sobre esa búsqueda implacable por la justicia, y también sobre la búsqueda paciente por la propia paz. Sin duda, una de las más grandes puestas en escena que me ha tocado presenciar.

La obra también se presentó en la ciudad de México, por lo que vale la pena ver esta Nota.