Cuando navegabas en la Web podías ser tú mismo sin restricciones, tomar una nueva identidad y así pretender ser alguien más o simplemente mantenerte en anonimato.

Cualquier cosa que hacías o decías se quedaba “online” y no interfería en lo absoluto con tu vida “offline”. Igualmente, tu vida privada te pertenecía, completamente separada de tu identidad online. No tenías que preocuparte por cosas que hacías o decías en el trabajo o escuela para aparentar como en tu computadora ya que no era realmente importante.

Sin embargo, hoy en día la tecnología lo ha cambiado todo por lo que la separación entre nuestras dos vidas no está bien definida. Lo que hacemos en nuestra vida “real” puede ser publicada en la web con un simple click. Teléfonos celulares, cámaras y sitios gratuitos de alojamiento de video como Youtube, disponibles para cualquier persona, facilitan que cualquier foto o video tomado en público sea subido a Internet en cuestión de minutos y muchas veces con resultados perjudiciales.

Este fue el caso de una querida amiga (me parece imprudente mencionar su nombre) ella es una profesional en Maracaibo quien en el año 2016 fue filmada cuando iba de regreso a su casa en un autobús de la Ciudad ya que estaba peleando con el conductor de la unidad. “Perdí el control” dijo con vergüenza. “Estaba muy cansada por el largo día de trabajo y dije algunas cosas que desearía no haber dicho”.

Esa pequeña escena tuvo grandes consecuencias ya que fue grabada por otro pasajero del autobús y publicada en Internet esa misma tarde permitiendole a miles de personas ver dicho video.

“Aunque no hice nada ilegal, se siente como si lo hubiese hecho porque todo el mundo aún me critica por ello. Ha sido una experiencia terrible”, dijo ella con mucha pena aceptando que fue irrespetuosa.

Una historia similar ocurrió el año pasado en una Universidad del Estado Zulia. Unos jóvenes estudiantes fueron grabados mientras estaban “peleando en broma” en una especia de juegos bruscos después de un partido de béisbol. Uno de ellos abolló un auto estacionado cerca del estadio y un video del incidente fue compartido con cientos de personas a través de una Red social.

“Mis amigos y yo nos disculpamos con el dueño del carro y nos ofrecimos a pagar por los daños”, expreso el estudiante públicamente. “Nos sentimos muy mal por lo sucedido pero el video no les muestra eso. Solo nos muestra a nosotros dañando el carro”.

El video fue borrado luego de un par de días, pero el daño ya estaba hecho. Al chico casi le suspenden la beca universitaria y lo sacan del equipo de béisbol, sus padres lo castigaron y su reputación fue arruinada.

Sabemos que estamos perdiendo el anonimato online pero así mismo, parece que estamos perdiendo la privacidad de nuestra vida offline también. No hay restricciones para aquellos que graban videos en público y los suben a la Web. Por ahora, cualquiera se puede salir con la suya haciendo esto.

Reflexión

Con todo esto no quiero decir que el uso de las redes sociales sea malo, ya que yo misma utilizo redes sociales todos los días e incluso sabemos que Steemit es una red social, pero solía ser tu decisión si te compartías a ti mismo con el mundo o no. Pese a esto, actualmente vivimos en un mundo donde otra persona podría estar tomando esa decisión por nosotros. Quizás pronto terminaremos teniendo nuestra cara públicamente en la red, así nos guste o no.

Es por ello que escribo esta publicación, abierta al debate, para promover el uso responsable de las redes sociales y que todas esas personas que acostumbran a hacer este tipo de cosas, muchas veces sin la intención de perjudicar a nadie, noten que lo que están publicando podría ser terrible para otros.

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Muchas gracias por su apoyo, espero sus comentarios al respecto. ¡Nos leemos pronto!

Todas las imágenes presentadas en este post son de mi autoría, capturandome en la búsqueda de la dramatización de estas historias.