AMOR AL LÍMITE (Relato) La historia de un extraño amor

Todos los que hablan del amor, dicen que cuando este es verdadero es desinteresado y lo perdona todo. Acaso la ternura se puede confundir con la perversión, puede coexistir la inocencia con la corrupción y con los más bajos instintos. ¿Hasta dónde puede llegar la compresión o aceptación de un ser humano? y ¿Cuánto poder puede llegar a tener una persona sobre otra?

Conocí a Amanda, cuando paseaba un cachorro de Golde Retriever en un concurrido parque de la ciudad. No es por nada; pero fue amor a primera vista. No precisamente con ella, fue solo al cachorro al que le agradé y empezó a molestarme para que jugara con él. Precisamente en ese momento había levantado la cabeza del libro “Cacao” de la autora Michéle Kahn. Lectura que recomiendo tanto para los que aman el chocolate como para los que solo les gusta leer.

Ni modo, el resto de la mañana no pude volver a retomar mi lectura, y junto a Amanda me dediqué a ser de niñero perruno. Tuvimos bastante tiempo para conversar y conocernos, hasta quedamos en volvernos a ver muy pronto, en una actividad cultural que se iba a dar en un centro de arte que ambos frecuentábamos.

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El día en cuestión aparqué mi coche en frente de su casa. No le había dicho entre tantas cosas que hablamos que yo tenía un vehículo. Creo que lo hice para probar si de verdad entre nosotros había química o era tan solo un interés. Amanda era mucho más joven que yo casi treinta años, ya sé lo que están pensando (que soy un viejo verde). Pues tienen toda la razón, me gustan las mujeres mucho más jóvenes que yo, más si son tan lindas como Amanda, sin pensarlo me lancé a la aventura.

El evento en cuestión (un documental para ser más preciso) estuvo regular, nada del otro mundo. Bueno no sé que esperaba de un documental; pero lo cierto fue que de allí la llevé a un café, en el cual simplemente ella me mostró todos sus encantos. Era una niña vieja, al oírla hablar se diría que tenía mucha experiencia de la vida, que estaba clara en lo que le gustaba y lo que esperaba de ella a pesar de su corta edad.

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Amanda era preciosa, una psicóloga innata, inteligente con un sentido del humor muy particular y hasta con un cinismo bien manejado que aumentaba su atractivo. Físicamente era de tez blanca, unos ojos claros lindísimos, su nariz era pequeña y fina y sus labios no eran muy gruesos, pero los movía de una manera que a los cinco minutos de hablar con ella ya me los quería comer. Su voz también era especial, concordaba con todo su ser, sabía cómo emplearla con un tono seductor pero no fingido.

No les he hablado de su cuerpo, bella de pies a cabeza, su talle y su cintura, un trasero bien proporcionado y sus senos eran del tamaño justo. Un primor, no era muy alta pero para que más. En el café se paro varias veces de la mesa, creo que a propósito para que la detallara bien y de verdad lo hice. Tanto el café como la comida que consistió en unas hamburguesas y unos tés, estuvieron exquisitos. A decir verdad, la pasamos de maravilla. Ella me pidió que la llevara a su casa y claro que yo no me hice rogar...

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