Fiorella y Adam – Capítulo 1.

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Rose llevaba el ultimo encargo de Adam en su hocico. La carta debía llegar a las manos de Fiorella como fuese. El perro del gordo Dax lo seguía de cerca, pero las habilidades de sigilo del gato Rose destacaban entre el resto de los animales de Florelia, es por ello que era el preferido de Adam para hacer tales encargos, aparte de ser su mejor amigo.

Rose cruzó la esquina que lo llevó al ala este del castillo, las armaduras vacías de las paredes lo vigilaban de cerca, como centinelas al acecho. El gato percibió los pasos del perro de Dax a unos cuantos metros de él, así que cambió de dirección dirigiéndose hacia el comedor. Los cocineros no se dieron cuenta de su presencia y se escabulló con cautela entre el vaivén de piernas blancas que desfilaban dentro de la cocina. Por más que su instinto gatuno le incitó a saltar sobre las ollas y platones a comer lo que hubiera, sabía que estaba en medio de la misión más importante que en sus siete vidas habría de tener.

Saltó hacia uno de los estantes en los cuales había pescado asado bañado en jugo de flores Veraniegas. Deseó con todas sus fuerzas gatunas no haber recibido tal encargo y poder escaparse con aquel manjar entre sus dientes, pero no iba a fallarle a Adam. Se lanzó hacia el suelo y se escondió dentro del carrito que iría a la habitación de la princesa.
El carrito empezó a andar y Rose se sintió mareado, pero supo que faltaba poco para librarse de la responsabilidad que traía consigo. Al entregar la carta le esperaba en su casita pescado recién hecho de cena y toda la leche que pudiera tomar de por vida. Cumpliría su misión aunque le costase la vida. El carrito cruzó en dirección al ala este. El solo pensar en los placeres que le esperaban le hacía ronronear como si fuese acariciado en la panza con la pluma de un halcón. Faltaba poco para llegar al cuarto de Fiorella. Ni en sus mejores sueños habría imaginado que fuera tan fácil entregar esa última carta. A muchas habitaciones de distancia Adam rezaba a cuanto dios es capaz de recordar... y a un par de habitaciones Fiorella esperaba noticias de su amado.

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El carrito se detuvo de golpe y Rose supo que algo no iba bien. Percibió unas voces que decían palabras ininteligibles para él. Toda la fantasía desapareció de su cabeza y se centró de nuevo en la misión. Las voces subieron el tono y esta vez sintió la ruda respiración de Blaine, el perro gigante de Dax. Rose sintió las patas de Blaine aruñando las puertas del carrito. Lo habían encontrado. Su misión fracasó, pero debía escapar de ahí y salvar la carta.

Cuando Dax abrió las puertas Rose escapó a toda velocidad. Blaine fue en pos de él y el gordo Dax los siguió dando tumbos con sus regordetas piernas. Cruzó de nuevo la esquina del ala este, esta vez en dirección contraria. Se escondió dentro de una de las armaduras, pero Blaine saltó sobre ella haciéndola caer. Rose corrió de nuevo, el gordo Dax cayó luego de tropezar con la armadura que yacía como gladiador caído. Rose zumbó por la cocina haciendo tropezar a un par de cocineros, estos a su vez patearon a Blaine al pasar, pero este no se inmutó y siguió en cacería a Rose, el gordo Dax a su vez empujó a un cocinero que llevaba un juego de platos e hizo que se quebraran al caer al suelo. A media cocina uno de los criados le asestó con una olla en la cabeza, cayó al suelo y se clavó fragmentos de vidrio en las manos. Sin preocuparse por el dolor se levantó como pudo y de nuevo estaba siguiendo el rastro de su perro.

Rose corrió como si su vida dependiera de ello, y es que en realidad dependía, y también dependía la de Fiorella y la de Adam. De pronto se sintió desorientado, olvidando por completo a donde ir. Le fallaron sus patas y también le falló su instinto. Cuando quiso reincorporarse ya era tarde, se encontró en un pasillo sin salida, con Blaine a su espalda y más atrás Dax, que se veía más gordo y bofo que nunca con los pantalones caqui sudados, el rostro grasiento y las manos manchadas de sangre. Misión fallida.

–Dame la carta y tal vez Rea tenga piedad de ti –dijo Dax.

El gato dio todo por perdido. No quedaba nada por hacer. Hizo lo mejor que pudo. Dejó el pedazo de papel en el suelo e intentó correr, pero Blaine lo tomó del pescuezo haciendo crujir su cuello, Rose se estremeció, pero luego de otra mordida de Blaine, el sufrimiento del gato Rose, el más astuto de Florelia, acabó. Dax caminó hacia donde Rose dejó el papel, se sintió triunfador, le había ganado la batalla al sigiloso y audaz Rose… o eso creyó.

Levantó el papel y se sintió como el completo estúpido que todos decían que era al darse cuenta que lo que había llevado en el hocico durante la persecución no era más que una servilleta. A muchos pasillos de allí, un carrito se dirigía al cuarto de Fiorella, y dentro una carta envuelta en servilletas llegaría a sus manos.

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¡Muchas gracias por leer este relato que empezaré a subir! Serán varios capitulos asi que espero que quedes atrapado en esta historia. ¡Un saludo!