La Cafetera || II parte || Fascinante Inmunidad. ||

Ya no quedaban muchos clientes, la cafetera estaba cerrada. Las luces en su interior se mantenían encendidas, una lluvia torrencial caía fuera agitando los faroles de la calle como péndulos ebrios, impactando contra las ventanas del café. Un hombre en su interior se encontraba dándole los últimos arreglos, cuando de pronto soltando la silla, saltó hacia atrás bruscamente, corrió y tomando una escoba, se encaramó y gritó:

Amerika! Amerika!- no había pasado unos segundos cuando gritó nuevamente.

AAAMEEERIKAAA- unas pisadas estruendosas y de talones punzantes se escucharon desde el piso superior, una anciana pequeña de ojos azules llena de arrugas abrió la puerta bruscamente y con voz de eructo chillón dijo: -¿Que rayos te pasa mijó?- no ves, que… ¡A-Y, MIARMA UN GLOBUTARE!- exclamó mientras se escondía apresuradamente tras el hombre de la escoba.

El hombre manteniendo la escoba como separador, no quitaba la mirada ni un segundo de aquella pequeña creatura. Ella susurrando dijo: ¿Llamo a Faccane?

Sin voltear dijo: ¡Obviamente!, ¡Pensé que ya lo habías llamado! La mujer ágilmente dio media vuelta y dando repetidos Pum! Pum! arrastró sus pesados talones desapareciendo tras él.

La creatura frente a él, tenía la mirada perdida y furiosa de un toro, su cuerpo tenía el parecido a la explosión de un fuego artificial mínimo pero con la diferencia de estar suspendido en el aire, cuando exhalaba liberaba un humillo gris que desaparecía formando dos corriente invertidas a cada lado, miraba fijamente mientras movía sus antenas causando una serie de chirridos de violinista principiante, él escuchando una campanilla levantó la mirada, y vio entrar una mujer completamente empapada.

Ella mirándole dijo: – Disculpe… la lluvia… yo… me venía mojando y pensé… pasar mientras la lluvia se iba.- Mientras la mujer continuaba hablando la creatura giró, y voló acercándose poco a poco-. Él, bajando de la barra, puso la escoba en su hombro derecho y disimuladamente se acercó mientras ella sacudiéndose, intentaba escurrirse, preguntó:

¿Qué hacía sobre el mesón? -se mantuvo mudo, disimuló mirando por la ventana, vio la calle vacía, cerró la puerta; intentaba encontrar el minúsculo volador. Se adelantó, señaló la silla y dijo: -Póngase aquí- no terminaba de sentarse cuando escuchó una voz ronca y rasgada que invadió la habitación gruñendo:

¿Dónde está? Dónde Giovi! , dime y lo machaco-. Un hombre con cara de perro estaba parado en la puerta, la creatura tenía aspecto bulldogniano, mirando la mujer intentó retroceder, esconderse; pero no fue suficiente cuando la mujer exclamó:

¡O-h por di-os!- exclamó la mujer- El hombre frente a ella volteando gritó iracundo: ¡FACCANE! No te he dicho de no salir así?

El hombre intentando esconder su rostro en sus hombros replicó: – Giovi… Perdona. Amerika dijo

Amerika nada! Cám-bia– No había terminado de interrumpir y concluir su correccion cuando de repente sintió que algo punzante se posó en su cuello- Me tocó a mí- susurró, sin alarmarse y cerrando los ojos contuvo la respiración- sin embargo, sus planes se vieron instantáneamente resquebrajados pues la mujer de repente agitando violentamente su bolso contra su cabeza , le derribó al suelo.

Faccane saltando la barra gruñó viendo a su compañero caído: ¿Qué has hecho Briggite? Le dijo a la chica.-La mujer no respondió.-

Se encontraba con la mirada absorta. Fija entre su pulgar y su indicé en los cuales pendía quieta dicha creatura. Las rúbricas cornamentas globulares se mantenían encendidas, ella fija en los cálidos colores que emergían de él, lo giró y le observaba, estaba fascinada pues nunca había visto animal como éste.

Faccane dió unas palmadas en el rostro de su amigo haciéndolo volver en sí mismo dijo:

–¿Estas bien?- el hombre asintió suavemente, se incorporó y alzando la vista vio que la mujer sostenía al Globutare como si nada-

fuente

–¿Por qué no está alucinando? Susurró Faccane-. La única respuesta que salió de la boca del barista fue:

No lo sé, pero es fascinante!