Karma.
Ilógico es pensarte en mi lecho de muerte
cuando jamás te dí ni una llamada.
Siempre estuviste constante,
y es mi maldición, que ahora
entre cortinas ahuecadas,
no me arrepiento de lo que no hice
porque lo hice todo,
sino de lo que no quise,
porque no
te supe querer
a ti.