Millones de años atrás se vivió una era de luz; las estrellas irradiaban en harmonía constante y el espacio concentraba maravillosas formas de energía, dando pie a su vez a numerosas vidas basadas en el carbono, pero como nada es inexpugnable, todo lentamente se estaba apagando. La luminiscencia proporcionada por la antigua vastedad de materia y energía, quedó fulminada por la temible entropía, la ley de la muerte. El espacio se volvió un sitio mucho más frío, inhóspito para cualquier tipo de vida y los únicos compañeros que me quedaban eran las partículas elementales que revoloteaban de aquí para allá, y el tiempo, que era superfluo en esos precisos instantes al no haber casi ningún proceso físico que le diera sentido.

A veces me divertía con las partículas elementales y exóticas, danzando entre sí, en lo que parecía un ritual oscuro en honor a la muerte, a veces podía apreciar una pequeña explosión de rayos gamma debido a las colisiones entre ellas, pero pronto esos pocos momentos hilarantes dejaron de existir y el tiempo mi otro amigo, continuaba debilitándose.

Ahora recuerdo como te despreciaban querido Chronos, muchos pensaban que solo eras una ilusión, otros te atribuían la mortalidad, pero tú siempre fuiste el que registe todo este espacio y te agradezco por este generoso caos que hiciste de mi creación. Ahora que te has detenido, ya nada tiene sentido, las pocas partículas han cesado su actividad y el antiguo fulgor menguo completamente.

Esta es mi participación al concurso de microrrelatos de ciencia ficción de @trenz, agradeciendo la motivación que nos dá a escritores del género y el impulso del mismo por esta vía. Si quieres participar, aquí dejo el link: Microcifi256