¿Qué haría Jesús?
“¿Qué haría Jesús?” es un mensaje universal. Probablemente lo has escuchado o visto en algún libro, camiseta, pulsera o cualquiera de los cientos de productos que han estampado el eslogan. Sin embargo, la persona que se le ocurrió jamás recibió dinero por ello, ni un centavo de los millones que ganaron otros.
Lo cierto es que hoy hay un poco “de todo” cuando nos referimos al mensaje. Incluso el famoso movimiento Occupy lo adoptó para atraer a los creyentes. También hay quien se lo ha tomado a guasa. Por ejemplo, como parodia política anti-guerra con el mensaje “Who would Jesus bomb?” (¿A quién bombardearía Jesús?) o como mofa anti dietas con el “What would Jesus eat?” (¿Qué comería Jesús?).
Sin embargo y siendo realistas, la pregunta original ha sido tomada en serio por millones de adolescentes cristianos, quienes la han usado durante los últimos 20 años como un recordatorio para vivir su vida de “la manera correcta”. Es cierto que particularmente en Estados Unidos, pero también en otras partes donde ha llegado el bombardeo del merchandising.
¿Qué haría Jesús? Versión original
La primera vez que se tuvo conocimiento del mensaje fue a finales del siglo XIX. Era el año 1886 en Estados Unidos. Cada semana, el ministro de la Congregación de Kansas, Charles Sheldon, contaba una historia entretenida planteando la pregunta, “¿Qué haría Jesús?” cuando los personajes se encontraban ante una decisión difícil o moral.
Para aumentar la asistencia a sus sermones de la noche del domingo, Sheldon terminaba cada historia con un cliffhanger que aseguraba que la gente volviera la semana siguiente intrigados por lo que sucedía después. Los sermones demostraron ser tremendamente populares. De hecho y motivado por su éxito, Sheldon los publicó en la revista Congregationalist, y después en el libro, In His Steps: What Would Jesus Do?
En cuanto a Charles Sheldon, se trataba de un defensor del cristianismo que despreciaba el capitalismo. También fue un firme partidario de la igualdad de género y de la igualdad racial, así como un defensor del trato humano de los animales, incluyendo ser vegetariano.
Sí, ninguna de estas cualidades es realmente notable hoy en día, pero a finales del siglo XIX se trataba de una postura bastante radical. Además, fue de las primeras personas blancas “importantes” en invitar abiertamente a los negros a convertirse en miembros de pleno derecho de su iglesia. También criticó al KKK en una época donde no sólo estaba mal visto hacerlo, sino que tu vida podía correr peligro.
Charles Sheldon iba tan a su aire, que se declaraba antisemita y alentaba a las mujeres de su congregación a involucrarse en la política para ayudar en la lucha por la igualdad de los derechos de ellas, incluso en el lugar de trabajo.
Teniendo en cuenta su postura sobre el capitalismo, probablemente no le sorprendió saber que después de un error de su primer editor, el libro fue lanzado sin derechos de autor. Su trabajo se hizo de dominio público poco después de ser publicado, pero no le importó. Al igual que tampoco le importó que poco después el libro fuera uno de los más vendidos sin recibir nada. El hombre era feliz con la difusión del mensaje.
¿Qué haría Jesús? Versión moderna
Entonces, ¿cómo llegamos de la década de 1990 al uso de las iniciales en inglés, W.W.J.D., en pulseras y todo tipo de productos? Al parecer, una mujer llamada Janie Tinklenberg leyó el libro de Sheldon en 1989 y le encantó el mensaje. Tinklenberg decidió utilizarlo en una iglesia de Michigan donde trabajaba, animando a sus estudiantes a tenerlo en cuenta en su vida diaria.
Como una manera de asegurarse de que los niños no se olvidaran, la mujer decidió hacer unas pulseras, y como el mensaje era algo largo, optó por las iniciales. En poco tiempo, las 300 pulseras que había hecho no eran suficientes. La mujer tuvo que pedir cientos.
Cuando la compañía que las hacía, Lesco, vio lo popular que eran, rápidamente empezaron a producir y vender millones por su cuenta. Luego aparecieron otras compañías que copiaron a Lesco. En poco tiempo, W.W.J.D. estaba en todas partes.
Al igual que Sheldon, Tinklenberg también estaba feliz de que su pequeña abreviatura, y el mensaje que incluía, estuviera extendiéndose. Sin embargo, después de ver un collar con las iniciales por más de 500 dólares, comenzó a cuestionar su idea. El capitalismo que tanto despreciaba Sheldon se había apoderado del eslogan
La mujer trató de hacerse con la marca de las iniciales para parar el lucrativo negocio, pero, ironías de la vida, le dijeron que ya era demasiado tarde y que se había extendido tanto que debía quedarse como dominio público. La misma situación ocurrida con Sheldon 100 años antes.
Es curioso. Muchísimas compañías se hicieron millonarias gracias al famoso mensaje “¿Qué haría Jesús?”, aunque ninguna de ellas jamás se planteó la respuesta.