Para mí, hay dos momentos en el día especiales para meditar al aire libre: estos son el amanecer y el atardecer. Una de estas tardes salí a mi conexión con la naturaleza y pude eternizar un deslumbrante atardecer que inició con una gama de dorados... que me hizo exclamar

Guao!!

Que bendecida soy de poder disfrutar este momento tan especial; de observar como el día se convierte en noche y captar esos segundos en los cuales el cielo ofrece una policromía de colores increíbles, creados por la dinámica de la naturaleza.

El cielo se cubrió de dorados acompañado de una suave brisa (ese día), indicando que la primavera se encuentra en su plenitud y Dios lo sabe, al regalarnos estos instantes tan mágicos, disponibles para todo aquel que detiene su diario trajinar para hacer una conexión con lo que lo rodea, abstrayéndose de las preocupaciones y compartir consigo el momento especial.

El día se niega a partir, pero la noche le gana la carrera cubriendo (progresivamente) de penumbra los espacios, mientras en el cielo el dorado se torna rosa intenso, hasta que un agotado sol se esconde completando su ocaso.

En tanto, la cámara e mi Huawei P7, graba las imágenes de un hermoso atardecer mientras camino por el sendero de regreso a mi hogar.
Mi espacio de meditación al aire libre queda a oscuras... para esperar de nuevo al sol en unas pocas horas.

Espero que hayan disfrutado las imágenes y la lectura.

Nos vemos en el próximo post.