La Caída de los Reinos Capitulo III

Las rechinantes puertas se abrieron de golpe al pasar, dentro, una gran aglomeración de sombras en el techo parecía moverse con voluntad propia, eran demonios sin cuerpo. A los alrededores todo estaba lleno de partes de demonios, humanos y animales, en el centro un pozo negro con un gran pentagrama rodeado de grandes pilares de piedra con escrituras que resplandecían al rojo vivo.

Allí en medio, un demonio invocador; no se movió, su aura de oscuridad como un manto se extendía arremolinadamente tras de sí, se podía apreciar que aún estaba siendo consumido por el demonio en su interior, ciertamente aún conservaba muchos rasgos humanos. Parecía estar iniciando una invocación.

Se acercó unos pasos, este permanecía inmóvil. Luego escucho un mar de voces de demonios pronunciar su nombre:

• ¡Marcus Trow!

• Cuanto remordimiento y afecto. Aún recuerdan bien mi nombre.

Luego solo escucho el chirriante sonido de sus gritos, a la vez que se precipitaba a atacar al invocador, este desenfundo su espada, oscura como la noche misma, a la vez que con su otra mano evoco llamas a su alrededor, una protección muy simple como para detener la carga precipitada de Marcus, chocaron fuerte y resonantemente las espadas, empujando con fuerza hacia atrás al invocador. En ese instante Marcus giro con impulso y ataco con la otra cortándole la cabeza.

-Parece que aún son de utilidad.

Refiriéndose a las espadas en sus manos.

• ¿No se deciden a salir?

Sabía que para cualquier invocación se necesitaba de más de uno de ellos, estos aun debían estar en la sala, escondidos entre las sombras, y efectivamente de ellas surgió uno más atacándolo con una ventisca tan fría y fuerte como el peor de los inviernos, congelando incluso el suelo, a la vez que otro se acercaba por detrás de Marcus.

Apenas y podía mantenerse en pie, se anclo al suelo con ambas espadas, pero debía ocuparse de su retaguardia. Se dio vuelta precipitadamente y se deslizo dejándose arrastrar por la ventisca, usando el impulso para cortar a la mitad al que se acercaba tras de sí.

Cuando se levantó, el tercero se había ocultado entre las sombras. Marcus se movía en guardia lentamente mirando a su alrededor, sin parpadear ni un segundo, una gota de sudor corría por su rostro, podía incluso escuchar su respiración, concentrándose en anticipar su siguiente ataque; de entre los demonios sin cuerpos que se aglomeraban en el techo surgió en picada con un gran tridente el Demonio restante.

Apenas y logro reaccionar para defenderse del ataque, pero este lo empujo contra el suelo, el filo del tridente quedo a solo unos centímetros de su rostro, y al final del mismo el rostro vacío y oscuro del demonio, suspendido arriba de él, había desvanecido su forma física, de nada le serviría darle una estocada con la otra espada, no tenía otra opción...

Soltó la espada que tenía en su izquierda, y con ella tomo el tridente con fuerza, asegurándolo a la vez que hacía lo mismo con la otra espada, lo empujo a un costado, evitando el ataque y atravesó con su mano izquierda el rostro negro y vacío de aquel demonio, como si fuera agua, este se retorcía del dolor hasta que crujió como un cristal rompiéndose en mil pedazos por dentro.

Todos los demonios sin cuerpo que se amasaban en el techo gritaron chirriantemente mientras salían fuera de la sala como una bandada de murciélagos huyendo despavoridos.

Marcus saco su mano, la cual tenía un aspecto como el de una sombra.

Cuando se mata o destruye el cuerpo del huésped del demonio este sigue vivo ocultándose en las sombras, esperando otra oportunidad de hacerse con un cuerpo, lo único que puede destruirlos es otro ente de igual poder.
Él… tenía la mano de un demonio. Emitía un fuerte llama negra, como si estuviera satisfecha de haber destruido aquel demonio.

La obtuvo de una forma bastante peculiar, y tal vez demasiado común para él; en una de sus travesías se encontró con un demonio avaro, estos por lo general suelen evitar cualquier enfrentamiento, prefieren los juegos de azar y las apuestas contra los mortales, este le propuso una, este llevaba consigo un cofre bendecido, el cual le entregaría en caso de perder, pero si este ganaba le entregaría una de sus manos a cambio de una suya para así poder acceder al tesoro que este guardaba, una sola mano seria la jugada, irónicamente por una de sus manos.

Acepto la apuesta sin dudar, demasiado joven y con exceso de confianza en sí mismo; el demonio coloco un trozo de madera sobre el suelo y coloco las cartas en el centro, cada uno tomo 3 cartas, se miraron fijamente mientras las levantaban, su ceño se frunció y apretó sus dientes, la suerte ese día no le favoreció… el demonio había ganado la apuesta.

Siempre que podía evitaría usarla, romper el equilibrio solo le había traído desgracia y destrucción a los reinos; el uso de armas y magia imbuida con demonios en ellas, podía destruirlos, pero el abuso de estas en la gran guerra termino por atraer más destrucción y una brecha enorme entre el plano de este mundo y el de los demonios se abrió.

Recogió las espadas, y se acercó al centro, allí en el suelo se encontraba el cofre abierto, frente al pozo negro, dentro un orbe brillaba con gran fuerza, lo tomo y sintió una cálida sensación que provenía de él, a la vez que una dulce voz le nombrara.

Obra de mi Autoría.
Imágenes de:
https://www.gamezone.com/news/new-diablo-3-expansion-in-the-works-3423117/
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Pronto estaré publicando el siguiente capitulo, espero sea de su agrado y lo disfruten, recuerda que puedes apoyarme con tu Upvote, Reesteam y no olvides comentar! se despide @Kalte