Julián Galán, Silencio

Tu, maldito ladrón que absorbe toda linda poesía
obligas a tus serpientes deseosas de lo incorrespondido
que acaricien indecentemente este cuerpo que ya no es mío.

Desde la más lejana estrella se escuchan los quejidos
de esta alma muerta de motivos ,
que se entrega voluntariamente a esta odisea de eternos llantos.

Brazos empujan los escudos de mi vida desgarrada
castigando a las pieles con tus amargos mimos
murmuran tristemente mis heridas melancólicas
al ver cada una de mis integridades rotas chorreando de tus sonrisas.

Besos eufóricos de licor se arrastran salvajemente en el palpitar de mi dignidad.
Cinturones indiferentes dejan marcas imponentes sobre todo el desnudo cuerpo vacío,
ya para ti hace mil lunas no existe nadie que piense y sienta dentro de mi.

Mis entrañas se retuercen al percibir la intromisión,
ellas aún no se acostumbran a tu injerencista usurpación.

Cobardes besos, miserables caricias, sádicas sonrisas,
son alimento a mis voces mentales rencorosas de represalía,
que en arrebato, arañan sangrientamente todo el atavío de hombre honesto y moral.

Rojo cínico viste tu mirar,
sólo alienta al monstruo sediento de hostigamiento,
arrojas fuerzas bestiales que pretende una vez más callar y humillar.
que me lanzan al sepulcro de todas las voces silenciadas.
Y caigo
Caigo a luz
Caigo a la felicidad
Caigo porque sé que terminará
¡por fin llegué a ti, amada libertad!

No todas las caricias son deseadas.

No todos los besos son correspondidos.

No todas las sonrisas son bien intencionadas.

Definitivamente no todas las voces son escuchadas