Ellos nos controlan y subyugan a ser no humanos, porque saben que somos mucho más de lo que sabemos, hacemos y pensamos. Estamos aquí en este mundo, invadido silenciosamente por seres camuflados que no son de los nuestros, quienes nos vigilan desde salas operativas de odio y ansias de poder.

Muertes, desapariciones, asesinatos, suicidios y masacres están a la orden del día, nos matan de una vez y sigilosamente. Sus herramientas sangrientas de destrucción humana, no sueltan ni un poco de humo, porque son cibernéticas, electrónicas y telepáticas, y para conocer esa realidad, debes pasar por la ficción de Hollywood, y aún te quedarías corto.

Nuestro despertar es su pesadilla, nuestro vivir en su molestia, nuestro miedo es su alimento, y nuestra causa es su gran secreto. Han pasado miles de siglos y millones de años, siendo tutelados desde el espacio a través de actores terrestres, que no lo son, pero están aquí.

“Como es arriba, es abajo”, reza una premisa singular, defendida por los que han alcanzado el grado de conocimiento “33”, número mágico que representa la trinidad que nos marca, desde que Jesucristo murió en la cruz, a los 33 años, y nos dejó el padre, el hijo y el espíritu santo, para cristalizar nuestro destino trino, aquí en este mundo matemático que no entendemos.

No son políticos, ni diplomáticos, no es militarismo, ni religión, no son presidentes ni reyes, no son deportistas ni gente común; son los cubiertos de escamas y colas enrolladas, los mismos que aparecen en la Biblia, los mismos que aparecen en los templos, los mismos que aparecen en televisión, en las más inofensivas caricaturas o historietas, son los autores de nuestro cerebro reptil, esos que en su transporte en forma de cigarro, invaden nuestros cielos y viven en el subsuelo.

Es la glándula que poseemos, la luz de nuestra existencia, es esa la perla invaluable que nos colocaron nuestros padres en el experimento supremo que nos dio la vida, y que ellos a través de sus pociones cotidianas, nos tratan de atrofiar para que no despertemos en sus narices, apagando la llama de su plan macabro de apoderarse de este nuestro universo.

Ellos, los que fumigan nuestras mentes con sus mensajes subliminales, creando enfermedades, guerra y pandemias para tratar de despoblar la tierra y reducir a la humanidad, para luego tomar el control absoluto del planeta a través del nuevo orden del poder, y nosotros, los únicos no evolucionados que quedan en la planicie de los agujeros negros, debemos de defender nuestro libre albedrío, vencer nuestros miedos y soltar nuestra necesidad de creer en algo, porque somos los Dioses de nosotros mismos, y nadie nos puede controlar.