Agua que fluyes translúcida por el infinito de nuestra alma, moja las cavidades de nuestro conocimiento y nútrenos con tu hidalguía, esa hidalguía titánica que reconozco que tienes por la entereza de tu inmensidad, ya que por tu composición, te conviertes en luz en el camino de lo seco y mortal en el agua de tus aguas.

Lo mágico de tu vitalidad se une con las entrañas de nuestra existencia, y al pasar por el cúmulo de neuronas, órganos y huesos te dejas ver como indispensable, pero al mirar dentro de ti, vemos como lo denso de tu profundidad nos ahoga, porque somos menos que tú, que tan preciada y respetada eres, Agua.

No sé porque eres líquida, ni quiero saberlo, de dónde vienes y a dónde vas?, porque no fuiste de otra manera?, Agua, tu presencia viene marchita por lo que no es tuyo, pues la pureza de tu origen es la antítesis de tu existir, la tierra, un binomio ancestral que sobrepasa los límites de nuestro intelecto, porque somos intrusos en el mundo de los dos.

Me dejo llevar por tu corriente haciendo bocanadas de aire innecesarias, pues lo que es de ti es tuyo y de nadie más, solo soy un ser que te necesita tanto que ya mi templo es nada si no estás, Agua, Agua, fluye y reconsidera mi espacio, no permitas que lo agrio de tus enemigos me destruya por dentro.

Cuántas vidas te has llevado y cuantas nos has traído? no te pido perdón porque este es tu lugar y no el mío, más vale ser parte de ti, que adversario de tus corrientes y vasallo de tus reservas, y cuando miro el vientre de dónde supuestamente vienes, me siento engañado al darme cuenta que esa nube tan endeble no puede ser tu madre, pues estas en todas partes y sales de dónde no sé, es la bruma de tu ausencia que nos hace dudar de quien esconde tu presencia.

Al fin llegas al final de tu recorrido, cuál elemento móvil e inerte debes cumplir tu ciclo, y es así, que de arriba a abajo voy dejándome inundar por lo cálido y frío de tu temperatura, aunque solo siento esa sensación de dicha al convertirme en vena de tu sangre y lago de marea, tócame y llévame, nútreme y desplázate, pero nunca me dejes atrás en el peregrinar de tu destino, porque quiero ser tu acompañante en el regreso a nuestro hogar común, el centro del universo.

Cierro mis ojos y ya puedo ver el camino de tu cauce, debo volver contigo y adherirme en esencia a la fuente matriz donde tu existencia determina la vida, removiendo los cimientos del saber y el conocimiento humano, porque si estás tú, ahí estoy yo, por eso fluye, fluye, y déjanos ser parte de ti, aunque no lo merecemos, fluye, te necesito, “Agua, fluye, agua”.