Tener fe en el siglo XXI

"En esta hora que la razón ha escogido no escuchar más a Dios".
Esta y otras frases interesantes están en la canción "Sabor a evangelio" de Santiago Benavides, un artista al que admiro en gran manera por su capacidad creativa en cuanto a sus letras. Es una frase a la que se le puede dar una interpretación bastante profunda, sobre todo si se tiene en cuenta que vivimos en una época única de desarrollo científico y tecnológico, en donde la razón y más concretamente el método científico parecen regir la filosofía y la forma de entender nuestro mundo como sociedad. Sí, la razón escogió no escuchar más a Dios; y aunque en las iglesias se trate de hacer un matrimonio entre razón, ciencia y religión, esta se convierte en una tarea cada vez más difícil. Una de las razones por las que es complicado ser cristiano -o creyente en Dios de manera general- en la actualidad, es porque parece como si en la explicación científica de nuestro mundo y universo Dios no apareciera. Para empezar voy a tratar de dar un breve (muy breve) resumen de esta disputa, para así entender el contexto de la situación.

Corrían los siglos XVI y XVII en Europa. El mundo vivía tiempos de transformación, pues estamos hablando de un período de transición entre la Edad Media y la edad contemporánea, época que los historiadores conocen como "Renacimiento". La iglesia católica tenía un poder casi absoluto en estamentos económicos, gubernamentales (sí, se gobernaba con la Biblia), artísticos, científicos y muchos más. Además, hablando específicamente de la ciencia, se tenía como cierta la concepción Aristotélica del universo, la cual adoptaba algunas posturas bastante lógicas. Se decía que el universo estaba formado por esferas totalmente perfectas y que la tierra era el centro del mismo, con todos los planetas, estrellas (incluido el sol) y demás cuerpos celestes girando alrededor de ella. Esta idea era apoyada y dada como cierta por la iglesia, ya que parecía no rivalizar en nada con la Biblia (la Palabra de Dios). Pues bien, en la época del descubrimiento de América, la reforma protestante y demás sucesos históricos importantes, un científico (Nicolás Copérnico) llega a la conclusión de que la tierra no podía ser el centro del universo, sino que esta y el resto de planetas describían órbitas circulares -ahí su error- alrededor del sol. Ahí es que empiezan los conflictos.

Resulta que Copérnico era un fiel devoto de la fe cristiana. Se dio cuenta de que sus observaciones podían contradecir -o al menos eso creía- algunos pasajes y dogmas establecidos en la Biblia. Por ejemplo, en Josué 10, Josué ora para que el sol y la luna se detengan hasta que el pueblo de Israel mate a todos sus enemigos en una batalla que estaban librando (PARÉNTESIS IMPORTANTE: El supuesto experimento de la NASA en el que se ve un "vacío" de unas horas en la "historia del sistema solar" que podría apoyar este pasaje es falso. No hay registro en la NASA de tal experimento, así que no creamos todo lo que se difunde en internet). Esta teoría heliocéntrica de Copérnico no encajaba con el pasaje bíblico, pues para que esto ocurriera tendría que detenerse la tierra en su rotación, no el sol ni la luna. Además, Newton publicaría años más tarde sus famosas leyes de la mecánica clásica, en las que se sabría que gracias a la inercia, las consecuencias de este hecho serían catastróficas. Si la tierra se detuviese, todos los que estamos en ella saldríamos despedidos a unas velocidades extremadamente altas, acabando así con la vida como se le conoce hoy en día. Copérnico se percató de todo esto, y por evitar conflictos con el tribunal de la inquisición, decidió no publicar sus estudios hasta el año de su muerte.

Unos pocos años después de la muerte de Copérnico se levanta uno de los científicos más importantes de toda la historia: Galileo Galilei. Galileo fue el primero en apuntar un telescopio al cielo, logrando así describir por ejemplo el relieve de la Luna y descubrir varias lunas de Jupiter. Descubrió también, entre otras cosas, que todos los cuerpos caen a la misma velocidad sin importar su masa. De manera inevitable, Galileo llegó a la misma conclusión de Copérnico: No somos el centro del universo. Lo explicó con argumentos más claros que el mismo Copérnico, hecho que lo hizo merecedor de ir al tribunal de la Inquisición. En un principio lo dejaron en "libertad condicional", obligándolo a interpretar todo como una simple teoría; no como la verdad. Sin embargo, años después, Galileo es condenado a prisión domiciliaria perpetua por sus afirmaciones herejes. Galileo Galilei es considerado como el padre de la ciencia moderna, pues fue el primero en basar sus conclusiones no solo en la lógica y la matemática, sino también en la experimentación; estableciendo de esa manera el método científico.

Después de Galileo la ciencia empezó a desarrollarse a una velocidad nunca antes vista en la historia. Le siguió Newton con las bases de la mecánica clásica; Gauss, Ampere, Faraday y Maxwell con el electromagnetismo; Boltzmann y Planck con la termodinámica; Mendeleyev con las bases de la Química moderna; y un sinnúmero de científicos que sentaron los fundamentos de la concepción actual del conocimiento.

Después de todo este desarrollo nos ubicaremos en el siglo XX. Los físicos se interesaron principalmente por dos novedades científicas: La mecánica cuántica y la física moderna enfocada al estudio del universo. La primera se trata, grosso modo, de la mecánica de las cosas extremadamente pequeñas, tales como las partículas subatómicas. Hoy nos ocuparemos más de la segunda: el estudio del origen y funcionamiento del universo. Allí se destacaron físicos importantes, siendo Albert Einstein el más recordado gracias a su Teoría de la Relatividad. Esta permitía entender, entre otras cosas, ciertos fenómenos observables en el cosmos y que hasta el momento no tenían explicación (agujeros negros, ondas gravitatorias, deformaciones del espacio-tiempo y un largo etcétera). Fue en este contexto en el que el astrónomo francés George Lemaitre habla por primera vez de una teoría fascinante, ingeniosa e innovadora: el Big Bang.

Lemaitre y otros astrónomos pudieron observar que el universo está en constante expansión. De ahí se puede deducir que en algún momento todo estuvo más cerca. De hecho, se llegó a establecer que en cierto momento de la historia toda la materia y energía existente estaba concentrada en un punto muy pequeño si se le compara con el universo actual, y que gracias a algún evento cósmico de explicación por ahora desconocida, se libero una energía tal, que todos los cuerpos empezaron a alejarse unos de otros. La teoría del Big Bang ha sido revalidada en muchas ocasiones gracias a las imágenes de los telescopios actuales, los cuales pueden ver cuerpos celestes ubicados a millones de años luz de distancia. Esto ha permitido comprobar efectivamente que entre más lejanas -y antiguas- son las imágenes, más próximos están los cuerpos celestes. Además, en 1965 el modelo cosmológico del Big Bang recibe su espaldarazo científico definitivo: Gracias a poderosos radiómetros se descubrió algo nunca antes visto, a lo que los científicos llamaron "radiación de fondo de microondas". Se trataba de una radiación electromagnética no visible que daba a entender que en un momento muy lejano de la historia del universo, toda la materia estaba concentrada en una región y se empezaba a alejar. Se estima que la imagen obtenida del llamado fondo cósmico de microondas es de 300.000 años después del suceso inicial del Big Bang, cuando apenas la luz visible empezaba a aparecer. Por lo tanto, la teoría del Big Bang es considerada totalmente factible científicamente y altamente comprobable.

El Big Bang constituye una de las principales causales de la aparente contradicción ciencia-fe, ya que no parece encajar en la explicación dada por la Biblia en Génesis 1 respecto a la creación. Esto sin tener en cuenta la Teoría de la Selección Natural planteada por Charles Darwin, la cual da una explicación convincente del origen de la vida. No abordo el tema en este escrito porque no tengo conocimientos por lo menos respetables en biología, aunque si se busca información fácilmente accesible se podrá constatar que es un modelo factible, comprobable y aceptado por una abrumadora mayoría en la comunidad científica de la actualidad.

Ante toda esta avalancha de información casi irrefutable es que nos encontramos los creyentes del siglo XXI. Hay una gran cantidad de sucesos que aparentemente "tumban nuestra fe", haciendo que la Biblia sea relegada en la cultura popular a la categoría de "libro de mitos y leyendas" o un simple "libro de reflexiones para tener una vida tranquila". ¿Qué debemos hacer como cristianos? ¿Qué postura es conveniente adoptar? Ahora daré mi opinión personal respecto a estos interrogantes. Cabe resaltar que no es más que una opinión personal y que no pretendo con esto dar alguna verdad absoluta ni desmontar ninguna creencia previamente establecida:

Es un error negar la veracidad de la ciencia. Eclesiastés 3:11 dice: "Sin embargo, Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, pero aun así el ser humano no puede comprender todo el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin". Fue el mismo Dios quien puso en nosotros el sentido de la razón, sentido que fue incrementado cuando Adán y Eva comen del llamado "árbol del conocimiento del bien y del mal". Es totalmente normal que el ser humano se pregunte cuál es su origen y trate de entender el mundo que lo rodea. No es cierto que haya una conspiración para desvirtuar la Biblia a través de la ciencia. Todos los descubrimientos que mencioné anteriormente son verídicos, ya que han sido probados y demostrados tanto en la teoría como en la experimentación. Pienso que como cristianos debemos abandonar posturas tales como "no creas lo que te dicen tus profesores" o "yo no me como ese cuento del Big Bang y la evolución". Si queremos impactar esta sociedad que cada vez está más informada, debemos conocer ampliamente todo esto. Ya hemos tenido suficiente escarnio por ser considerados "ignorantes". Es hora de cambiar la situación.
Debemos seguir considerando la Biblia como un libro vivo y veraz. "Debido a esa experiencia, ahora confiamos aún más en el mensaje que proclamaron los profetas. Ustedes deben prestar mucha atención a lo que ellos escribieron, porque sus palabras son como una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que el Día amanezca y Cristo, la Estrella de la Mañana, brille en el corazón de ustedes" 2 Pedro 1:19. Desde mi punto de vista personal, la veracidad de la Biblia radica en que tiene la capacidad de transformar vidas de manera definitiva si se lee correctamente y bajo la dirección apropiada. Es cierto que hay evidencias arqueológicas e históricas que permiten comprobar varios sucesos relatados en la misma, tales como los templos filisteos que destruyó Sansón o la supuesta base de la torre de Babel. Sin embargo, la que para mí es la mayor evidencia de que la Biblia es real es el efecto que su lectura, interiorización y práctica ha tenido en mí y en muchas personas que conozco: verdaderos cristianos. Como creyentes debemos seguir levantando la Biblia como el único libro suficiente para basar nuestros principios morales y como la única guía para escuchar a Dios.
La divergencia entre la ciencia y la Biblia es algo con lo que hay que convivir. Es infructuoso tratar de desvirtuar los hallazgos científicos para tratar de demostrar la existencia de Dios o los hechos relatados en la Biblia. Como punto de vista personal, pienso que Dios no es alguien que podamos entender a través del método científico. Recordemos lo que dice Pablo en 1 Corintios 2:14: "pero los que no son espirituales no pueden recibir esas verdades de parte del Espíritu de Dios. Todo les suena ridículo y no pueden entenderlo, porque solo los que son espirituales pueden entender lo que el Espíritu quiere decir". No debemos tratar de convencer a las personas acerca de la existencia de Dios a través de argumentos científicos, ya que seguramente no lo vamos a lograr. La mayor prueba de la existencia de Dios y la veracidad de Su Palabra debe ser nuestro modo de vivir, el cual evidencia la obra salvadora de Jesús en nuestra vida.
Debemos valorar el método científico, pero no tomarlo como una única base para nuestras convicciones. Como lo mencioné en el punto anterior, Dios no es alguien que se pueda explicar a través del método científico (hipótesis, pruebas, conclusiones, entre otros procesos). Pienso que la vida no debe resumirse a emitir conceptos matemáticamente correctos y verificarlos a través de la experimentación. Hay aspectos como las relaciones humanas, los valores, nuestra identidad como individuos, el concepto de eternidad y muchos otros que exigen una explicación que va más allá de la teoría. En lo personal he podido experimentar y ver los efectos de tener una relación personal con Dios. Puedo dar fe de que con Él podemos tener una vida plena, siendo este un estado que ningún concepto científico puede dar. Por eso es que como creyentes debemos fundamentar nuestras convicciones ene la Palabra de Dios, eso sí, sin despreciar de ninguna manera la ciencia.

Antes de terminar quiero aclarar que a través de este texto no pretendo convencer a nadie respecto a la existencia de Dios. Es simplemente un resumen de lo que ha sido la disputa entre la ciencia y la fe a través de la historia, y algunas posturas que, para mí, es bueno que los cristianos tomemos al respecto. No me creo dueño de la verdad, ni mucho menos.

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NOTA: Este post lo he copiado de mi blog personal. Aquí el link al mismo: http://juancrdrums.blogspot.com.ar/2018/01/tener-fe-en-el-siglo-xxi.html