El hombre y sus símbolos: la Rosa (Selección # 2)

Nos cuenta Yeats, en una de sus obras más significativas (1), que sus pétalos sirvieron como alfombra para los pies descalzos de Cristo, en el Huerto de Getsemaní.

También nos dice, que su fragancia lo acompañó hasta el sepulcro: aquél mismo sobre el que siglos después, los árabes erigieran la Cúpula de la Roca, también conocida, como la Mezquita de Al-Absá.

Esa misma mezquita, de planta octogonal y deambulatorio, que se imita en el templo navarro de Santa María de Eunate y que fue la Casa Madre de la Orden del Temple.

No es de extrañar, entonces, que la Rosa sea una de las flores más simbólicas y extraordinarias de cuantas existen sobre la faz del planeta.

Hasta el punto, de que incluso atacada por los rigores furiosos de ese perverso Aquilón, viento del Norte, que en la Edad Media se identificaba también con el Diablo, sigue pareciendo, paradójicamente, soberana y hermosa.

Notas, Referencias y Bibliografía:

(1) William Butler Yeats: 'Rosa Alquímica', Mondadori España, S.A., Madrid, 1992.

AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual.