El Cristo del Relicario de Teverga

in #spanish7 years ago

'¡Qué placer el poder hablar libremente como hombre y viajar como poeta por el infinito del Misterio sin ese equipaje odioso de las demostraciones...'.
[Mario Roso de Luna (1)]

La presente entrada, no pretende dar absolutamente nada por sentado. Mi única intención, no es otra que la de sugerir, velada e hipotéticamente, algunas similitudes que pueden resultar interesantes, espero, cuando no sospechosas de. Bucear en los avatares de una Orden de la historia y características del Temple, conlleva arriesgarse a adentrarse, con todas sus consecuencias, en profundidades abismales, a día de hoy tan desconocidas como ese infinito Universo, alguna de cuyas claves apenas comienzan a ser apenas entrevistas por telescopios de última generación, tipo Hubble.
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Si la presencia documental del Temple en la Península Ibérica resulta ya de por sí deslabazada y escasa -varias de las órdenes rivales y posteriormente herederas, ya tuvieron buen cuidado de hacer desaparecer no sólo documentación, sino también señales- relacionar el Temple con el Principado de Asturias resulta una labor que conlleva, soy perfectamente consciente de ello, el riesgo de ser duramente criticado e inmediatamente tachado de cuenta-cuentos. La falta de documentación, en este caso, no es simplemente nula, sino que a la vez, constituye el eje fundamental que acrecienta esa fría corriente ortodoxa que circula en los ambientes académicos del Principado, negando de antemano cualquier remota posibilidad. No importa, o acaso no interesa que importe, esa tradición oral -posiblemente mantenida en los tradicionales filandones o tertulias característicos de los pequeños pueblines, que aseveran, por ejemplo, que los restos de la torre medieval de Peñerudes, perteneció en tiempos a los templarios; o que éstos tenían una casa en las proximidades de la iglesia prerrománica de Santo Adriano, en Tuñón. No hay documentación, luego no existe, no es verdad: el Temple nunca estuvo en Peñerudes, ni en Tuñón y mucho menos las ermitas del Monsacro, incluída, por supuesto, la de Santiago y su reveladora planta octogonal, tuvieron que ver en absoluto con ellos, aunque éste detalle, desde luego, es discutible.
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Por esta razón, y porque creo que tengo el derecho a escribir lo que siento, voy a hacerme eco de las palabras de Don Mario, invitándome a mí mismo -por supuesto, ustedes ya lo están, para bien o para mal- a viajar como poeta por el infinito del Misterio, sin ese equipaje odioso de las demostraciones.
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Liberado, pues, del lastre de la ortodoxia santomasiana, diré que llegamos a San Martín de Teverga después de comer, una vez dejado atrás el Puerto Ventana (2), y habiéndose frustrado, de paso, nuestros deseos de ver y estudiar por dentro la magnífica iglesia de Santo Adriano, en Tuñón, siguiendo, aunque por carretera, esa fantástica Senda del Oso que discurre por montes, valles y bosques de una belleza sobrenatural. Frente a esa belleza, y asentada también en un valle, al pie de bosque y montaña, la Colegiata de San Pedro resulta un lugar extraño, decididamente atípico,; como si una fantasía de Mary Shelley hubiera reunido diferentes restos artísticos para ver la criatura que actualmente se muestra a los ojos del visitante. Ésta se hace más evidente en el interior, donde mito y simbolismo ofrecen, en principio, mudas historias entrelazadas desde esos enormes capiteles prerrománicos (3), que sirven como basa a unos árboles de la vida que, convertidos en columnas, se extienden hacia un medio cielo mantenido en base a la física aplicada. Los primeros y más cercanos a la puerta, sirven como apoyo, así mismo, para sujetar esa regia tribuna, tan característica de los templos prerrománicos asturianos, que separaba nobleza y villanía. El Cristo se localiza más adelante, ingrávido en un ábside que no permite averigüar si alguna vez fue bautizado con el pincel.
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A juzgar por su aspecto, parece gótico, de los siglos XIV-XV, como puede ayudar a suponer la posición de sus piernas, entrelazadas, así como el número de clavos: tres. Los detalles continúan, no obstante, en su rostro; un rostro que, a pesar de horrible martirio sufrido, parece haber trascendido el dolor, hasta el punto de mostrar una paz inconmensurable, nirvánica. A ambos lados del rostro, dos mechones de cabello se desparraman en cascada sobre los hombros. Curiosa y comparativamente hablando, los dos mechones adquieren, en las puntas, la forma de un conocido símbolo afín al Camino de las Estrellas: la pata de oca. Evidentemente, las comparaciones son libres y puede que se trate tan sólo de una casualidad. Ahora bien, la casualidad no lo es ya tanto, en mi opinión, si observamos la cruz. De las denominadas del tipo de gajos, enlaza con la tradición esotérica relativa al árbol de la vida que surgió del cráneo de Adán y que serviría en el futuro como instrumento de martirio y redención del Pecado Original. En éste sentido, y aunque no sea exclusivo -quede advertido de antemano- sí coincide con el tipo de Cristos que los templarios solían tener en sus iglesias. Basten como ejemplo, el Cristo cillerero de San Polo (4), el de Ágreda (5) y el de Calatañazor (6).
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En su mano derecha, falta un dedo, y a pesar de las observaciones del guaje que guía la visita -entiéndase desde un punto de vista cariñoso, y sobre todo, de absoluto respeto- no parece un error del artista, sino que da la impresión de que dicho dedo -el índice, si no me equivoco- se rompió o fuer arrancado en algún momento de la Historia, con algún propósito indeterminado: ¿como reliquia?, ¿como fetiche?, ¿o simplemente como ganas de hacer daño?.
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Sí resulta significativo, y reconozco que es el primer caso que me encuentro, el detalle de que, cuando se procedió a su restauración, se localizó en la nuca un pequeño cajoncito -de ahí su apelativo, del Relicario- que contenía arena. Arena que, al ser analizada, se determinó que procedía de Jerusalén.
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Y aquí comienza el enigma: ¿quién lo trajo o trajo la arena hasta éste idílico rincón astur?. ¿Un peregrino?. ¿Un cruzado, tal vez algún miembro de la familia de los Miranda -parientes de los poderosos Quirós- cuyo escudo nobiliario figura por dos veces en el interior de la nave del templo?. ¿O quizás una orden militar?. Las preguntas, desde luego, quedan en el aire.
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No obstante, como colofón y para añadir algo más de morbillo curioso al tema, volviendo al detalle del dedo amputado de la mano derecha, surgen algunas dudas, creo yo que razonables: ¿su desaparición se produjo antes o después de la restauración?. Porque claro, si fue antes, ¿por qué no se reemplazó?. ¿Y por qué no se reemplazó, aunque hubiera sido después?.
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En fin, este es sólo uno de los fascinantes enigmas de Teverga, en cuya exposición, espero honestamente, no haber herido la susceptibilidad ni las creencias de nadie.

(1) Mario Roso de Luna: 'El tesoro de los lagos de Somiedo', Editorial Eyras, 1980, página X de la introducción.
(2) Según la Tradición, por éste emblemático Puerto Ventana pasaron las Santas Reliquias traídas por Santo Toribio de Jerusalén, camino del Monsacro.
(3) Según los comentarios del guía, éstos capiteles, no pertenecían originalmente a la Colegiata. Pero al preguntarle por la procedencia, no supo o no quiso decírmelo.
(4) En la actualidad, se localiza en el ábside de la iglesia de San Juan de Rabanera.
(5) Localizado en la iglesia de Nª Sª de los Milagros.
(6) Localizado en la iglesia de Nª Sª del Castillo.

Aviso a CHEETAH y NAVEGANTES: Este artículo está sacado de MI BLOG LA ESPAÑA DE LOS TEMPLARIOS. Tanto el texto, como las fotos, me pertenecen. El vídeo complementario, lo pueden encontrar en la entrada original, en la siguiente dirección: http//juancarlosmenendez.blogspot.com/2011/08/el-cristo-de-relicario-de-teverga.html

Sort:  

Muy bueno @juancar347 ....Upvote ;)

Agradecido y un afectuoso saludo

Vaya descripción del Cristo, no hacía falta mirarlo para “verlo”. El cartesianismo necesita pruebas, aunque bien podría pedírsele que las diera él, de lo que niega. No es casualidad que el final de su cabello se parezca a la pata de una oca, la representa perfectamente.

Es algo frecuente en los Cristos de su estilo y muchos de ellos, casual o causalmente, que cada uno opine lo que guste, relacionados de alguna manera con el Temple. Pero este Cristo, aunque no lo menciono, tiene un detalle idéntico al Cristo templario de Ponferrada: la lanzada en su costado derecho. Y curiosamente, algunas representaciones de esta misma época de María Magdalena, representan ese tipo de cabello, desparramado sobre los hombros en forma de pata de oca. En fin, estimada amiga, como decía Hamlet: 'Ay, Horacio: hay tantas cosas misteriosas sobre la tierra...'

Muy interesante. Grande Roso de Luna. Sobre la presencia templaria en España lo malo siempre es la falta de documentación de aquellos tiempos. Cuanta se habrá perdido, o más bien hecha desaparecer... De la zona que más conozco, que es la de Salamanca, solo quedan leyendas o veladas referencias.

Salamanca es otro mundo por descubrir. No es cierto lo que aseveran los historiadores sobre el Concilio de Salamanca, donde ni siquiera salió a relucir el tema del Temple cuando su disolución, pero en fin, ahí queda. En Salamanca capital, tienes toda una joya que puede ser un indicio, si bien no hay documentación que lo avale: la iglesia de San Marcos. Su planta redonda (tiene los ábsides ocultos) es de lo más curioso; sus pinturas, sus marcas de cantería...La de San Cristóbal, que según dice perteneció a los sepulcristas y creo que posteriormente a los sanjuanistas, también tiene su miga. Y por supuesto, San Juan de Barbalos, con su peculiar Cristo románico. Empecé a currarme algo de Salamanca el año pasado. Y en cuanto a las leyendas, no olvides nunca que tienen su parte de verdad.

Conozco bien San Marcos. Y el convento de los Isabeles, que está cerca y pudiera haber pertenecido también al Temple. ¿Sábes que un templario salmantino, Sendín de Ledesma, se mantuvo muy cercano a Jacques de Molay en todo el conflicto de la caída del Temple? Y mi familia es del Abadengo, comarca en las Arribes del Duero que, dicen, lleva ese nombre porque perteneció directamente a un Abad del Temple.

El Temple promovió toda una revolución en su tiempo, y no sólo aceptó a nobles en sus filas, sino que también ejerció, protegió y tuteló numerosos territorios y gentes de toda clase y condición, si bien, en algunas ocasiones no fueron tan justos, Pero en líneas generales, la labor del Temple fue magnífica en los territorios que bien se les cedían o bien los reyes dejaban a su cargo para repoblar y además asegurarse su retaguardia, pues los nobles solían ser muy levantiscos. No es de extrañar, que entre sus filas y acompañando a los últimos hermanos de Francia, hubiera algún templario salmantino, o aragonés o castellano. Todavía no he tenido ocasión de conocer el Abadengo y las Arribes del Duero, que tengo pendiente. Pero Portugal continuó siendo templaria con la disolución de la Orden, acogiendo el rey Don Dionís o Dinís a los hermanos huidos que se refugiaron allí, donde se creó la Orden de Cristo. Y date cuenta de un detalle: con los templarios, Portugal no sólo despegó artísticamente, sino que también sus velas pusieron rumbo al Nuevo Mundo.

Sobre los templarios y el Nuevo Mundo hay una historia salmantina que los relaciona un poco de refilón especulativamente y es que se sabe que el Temple tenia una finca o hacienda cerca de de Salamanca, junto al rio, se dice que en Villamayor. Pues bien, cuando vino Colón a convencer a Isabel de que financiara el viaje (otro tema fascinante) hay una leyenda que dice que Colón se retiró unos dias a descansar a una hacienda junto al rio Tormes. La leyenda dice que visitó a un eremita en una pequeña cueva, Valcuevo, y este le habló de unas visiones sobre las nuevas tierras que descubriría. El caso es que la hacienda templaria y la que visitó Colón siglos despues bien pudiera ser la misma. Villamayor y Valcuevo estan pegando a orillas del Tormes.

Me parece interesante lo que me cuentas de la ermita y la cueva; y sí hay tradición que los relacione, pues mejor todavía. Si puedes ampliar el dato y la situación, algún día me pasaré a comprobarlo, aunque dudo que quede mucho de la época en que los templarios rondaban por la Península. Parte de la leyenda 'templaria del Nuevo Mundo' se empeña en atribuir a éstos los mapas que Colón utilizó; y de hecho, hay historiadores que defienden esa teoría con base y cierta documentación interesante. Uno de ellos sería Andrew Sinclair, autor, entre otras interesantes obras, La espada y el Grial y El pergamino perdido de los templarios.

Según se describe era un pequeño hueco en los escarpes del Tormes donde vivía el ermitaño. No he dado con él. Pero lo de la hacienda no tiene pérdida, ahora es un hotel (hacienda Zorita) y cerca hay un monumento a Colón que no es dificil de encontrar porque está bien señalizado. Pero la cosa es que no se saben los lugares exactos de los que se hablan en los escritos. Pero el entorno es ese: Villamayor- Valverdón.

Bueno, como se suele decir, algo es algo para hacer, cuando menos, una indagación. Los nombres de los lugares suelen dar, además, buenas pistas; y en esto, pues habrá que fijarse en los nombres de poblaciones o lugares cercanos sobre los que reflexionar.

Se me había pasado lo de San Juan de Barbalos. Les he sacado fotos a todos sus canecillos, algunos ciertamente interesantes. Construido creo por los caballeros de Malta ¿no?. Y ese nombre Barbalos, tan evocador de lo gnóstico. Es también el nombre de una pueblo, que no he visitado pero me gustaría.

Se les atribuye a los caballeros de Malta o sanjuanistas. Y puede que fuera suya en origen; también éstos tenían una arquitectura interesante (en cuanto a simbolismo) que no desmerece, en absoluto. Eran la orden rival del Temple, y cuando ésta fue disuelta, los sanjuanistas recibieron buena parte del reparto. Por eso, y por su habilidad en hacer desaparecer documentos comprometedores, muchas veces es difícil discernir lo templario de lo sanjuanista.

Saludos, es un hecho de que la fe produce grandes obras de arte y España es rica en las dos cosas. Todavía hay muchas cosas interesantes que escribir sobre esa misteriosa orden, dejaron una gran huella en la cultura occidental.

Cierto: tanto la historia como el arte, como el dios romano Jano, tienen dos caras: la aparentemente conocida y la seguro por conocer. Ahí está el reto y el encanto. El Temple posee enormes cantidades de cada una. Y eso genera misterios. Quizás por ello, su leyenda no sólo ha sobrevivido, sino que todavía, al cabo de los siglos de su desaparición, continúa atrayendo como la fuerza de un imán.

Espero tengas la oportunidad de pasar por mi blog, estoy escribiendo un relato que se llama "El Hallazgo en la Biblioteca" me gustaría que lo comentaras y si es de tu agrado que lo recomendaras a personas con criterio literario. Es necesario ser criticado y recibir sugerencias para crecer en este difícil oficio de escribir.

No tengo ningún inconveniente en pasarme por tu blog, leer esa entrada que me propones y comentarla. Pero que quede claro, que yo no soy ni profesional, ni escritor reconocido, ni maestro en nada. Mi mejor sugerencia, si de verdad quieres escribir, es que hagas precisamente eso: escribir. Escribir siendo tú mismo, esforzándote día a día por ir cuidando y mejorando tu estilo. Cuidar tu obra tanto si gusta o no. Y sobre todo, creer siempre en lo que escribes.

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