De la vida a la muerte:

in #spanish6 years ago (edited)

En el transcurrir de los años, en el pasar de los días y en el incesante pasear de las agujas del reloj, suceden millones de cosas, conocemos millones de personas y experimentamos millones de sentimientos y emociones, pero pocos son capaces de conocer el valor de cada cosa, persona, e incluso, de cada emoción sentida.

¿Quién lo diría? Y es que, si en años atrás, me hubiesen dicho que hoy tan solo quedaría el dulce recuerdo de tu existencia ¡No lo creería! ¡Hasta me burlaría de tal cosa! En cada recuerdo de mi infancia existes tú, en cada risa del rostro de mi madre, que bien sabemos, es tu hija, existes tú. En cada enseñanza, en cada meta, en cada experiencia, en cada trozo de mi ser, existes tú. Porque más que mi abuela tomaste el papel de mi madre, de esa que de madrugada se despertaba a curarme la fiebre, esa que me tomaba entre sus brazos y me cantaba dulcemente, esa misma que me saco mi primer diente y capturó en hermosas fotografías cada momento memorable. Esa misma que con sus mimos me llenaba de dulzura y amor puro, que me enseñó las vocales y aguantó cada uno de mis berrinches. Tú misma, quien me elegía como la primera persona para degustar tus platillos nuevos y a tirarnos en la cama mientras me acariciabas el cabello.

Tu risa, como olvidar tu risa llena de vida, de dulzura, de alegría. Esa risa que llenaba cada rincón de la casa tapando vacíos, cerrando huecos de tristeza. Tus ocurrencias ¡Ay, cómo olvidarlas! Eran las que podían darle color a toda esa niebla gris que, en ocasiones, nos arropaba. Despertar y verte allí eran parte de mi rutina, si, llegué a verte como mi rutina, acostumbrándome a verte a diario, a recibir de tus labios una cálida sonrisa y un protector abrazo. Momentos que debí valorar más, muchísimo más. Porque ahora ya no estás, te has ido y sin darme tiempo a despedirme, sin darme tiempo a asimilar el hecho de que ya no estarías aquí, sentada frente a la vieja computadora jugando tu partida de dominós, o quizás, en la chirriante mecedora aguardando mi llegada del colegio. Con esa pregunta que solías hacerme a diario: ¿Qué tal tú día?

¿Y ahora quién me escuchará cada día ¿Ahora quién, sino eres tú, me dará las buenas noches con ese brillo en los ojos? Trato de asimilar este hecho, de aceptar de una vez por todas que ya no estás, pero no puedo, aún lo veo como algo irreal, como algo ficticio, entonces llega el día en que debo llevarte flores y algo en mí me susurra *es real, es real*. Solo ahí comprendo, y en cada uno de mis insomnios, que es real, es real que te has ido, que has pasado de la vida a la muerte.

La fotografía es de mi autoria, tomada por mí desde mi teléfono Victoria 1

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Hola Lamento mucho por lo que estas pasando, admiro tu prosa que a pesar del duro momento que atraviesas te permitió tener y encontrar las palabras para expresarte de manera tan poética... espero que de alguna forma esta plataforma te ayude un poco a mitigar tu dolor... Felicidades por esa prosa que cultivas a pesar de las adversidades

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