¿Alguna vez te has preguntado, de donde viene el algodón?

¡Muy buenos días! Hoy quiero hablarles un poco sobre mi experiencia personal con esta particular planta, como luce y contarles un poco sobre mi historia alrededor de ella.

Para satisfacer su curiosidad, déjenme decirles que el algodón proviene de un arbusto, no es uno muy denso pero si uno muy interesante, es un cultivo difícil y que requiere gran cantidad de herbicidas químicos y condiciones especiales, lo que lo convierte en una opción bastante contaminante para aquel que pretenda sostenerlo en condiciones habituales.

Su semilla es bastante resistente y duradera, tanto así que puede permanecer en el suelo durante largos periodos de tiempo esperando el momento adecuado para germinar, por este factor, también es considerado por muchos como una planta invasora, ya que, luego de traerla a tu zona y cultivarla, serás testigo de su increíble supervivencia pese a que elimines el cultivo y demás; en otras palabras, cuando menos te lo esperes crecerán hasta en tu propio jardín.

Es común encontrarlo en zonas cálidas y húmedas, además de ser en extremo apetitoso para todo tipo de insectos, en especial, las hormigas. La planta florece, y las flores son algo que, les prometo, probablemente no hayan visto nunca antes; con unos tonos claros de amarillos, rojo y blancos, es un atrayente perfecto para los colibríes y algunas especies de mariposas grandes.

En los años 80, en Venezuela, algunas empresas llegaron a la zona ofreciendo lo imposible, ganancias exorbitantes con poca inversión a cambio de permitirles sembrar algo que no conocían; mi abuelo en vista de su situación económica, que no era la mejor, decide aceptar por intermedio de algunos familiares que influyeron en su decisión.

Según el, una de las peores decisiones de su vida, una vez cosechado el algodón, comenzaron a salir condiciones (muy desfavorables) que antes no existían, los pagos eran muy injustos, habían restricciones sobre la venta del producto en cuanto a cantidades y a quien vendérselo, en fin... la cosa no pintaba nada, pero que nada bien.

Pagamos el "precio del algodón", dejando a un lado los malos tratos comerciales y las consecuencias económicas, el costo ecológico fue altísimo, ya que, para la fumigación del cultivo fuimos obligados a cortar todos los grandes arboles que rodeaban el área para poder aplicar los pesticidas por aire (con una avioneta) y sumando el hecho de que la semilla trajo consigo muchas hierbas invasoras y muchos insectos dañinos, que no existían en la región.

De hecho, para probarles que estas semillas son increíblemente resistentes en el tiempo, les digo que el cultivo en la hacienda familiar se elimino en el año 1983, y estas plantas nacieron en el patio de la casa en diciembre del 2017.

Mi padre decidió conservarlas pues dice que son importantes para recordar ese turbio pasado y porque, dadas las malas condiciones económicas del país, nunca esta de mas tener una "matica" de algodón, quien sabe si en algún momento llegamos a necesitar de sus blancas motas.

Les anexo algunas fotografías para satisfacer su curiosidad y para compartir lo que mi familia me ha enseñado.

Una lección importante para mi y para mi familia es que el precio de aprender y de tomar malas decisiones a veces puede ser muy alto, sin embargo, siempre se debe ver el lado positivo pues de todas las experiencias se aprende algo nuevo. No se preocupen por los grandes arboles que se cortaron pues mis padres comenzaron un proceso de reforestar que tiene casi 20 años y va viento en popa.