Hola amigo lector.

¿No te ha dado la impresión en ocasiones, que el éxito (en lo que sea que te desempeñes) siempre está más allá? es decir, ¿no te parece que cuándo intentas lograr un objetivo en la vida, siempre parece yacer en la próxima colina, en el siguiente obstáculo, en la cima de la próxima montaña, en el fondo del mar, en el esfuerzo que precisamente no has hecho y que te falta realizar?

A mí sí me ha dado esa impresión, en especial en proyectos en los cuáles siento que he puesto todo de mi parte para conseguir el “tan anhelado” éxito. Pero hay que conocer la naturaleza esencial de los eventos y circunstancias, para evitar caer en errores de percepción y darnos cuenta de que la realidad no es tan simple como (a primera vista) pudiera parecer. Por eso, hoy quiero reflexionar un poco sobre ese tema.

El éxito.

Todos tenemos una concepción o idea de lo que el éxito significa y representa para nosotros en función de nuestras aspiraciones y expectativas en la vida, pero más allá de eso, a veces nos puede dar la impresión de que el éxito (independientemente de la manera en la cual lo definamos) es algo escurridizo, tanto para alcanzarlo, como para preservarlo. Sin embargo, hay que estar conscientes de...

La ilusión de los sentidos.

Sé que a mucha gente le pasa lo mencionado en el párrafo anterior y esa es la razón por la cual tantos abandonan proyectos que podrían haber terminado en éxito, de haber puesto un poco más de persistencia y objetividad para tratar de llevarlos a cabo. Es así como la mayoría de la gente es presa de sus sentidos e impresiones, y piensan que cuando hacen un gran esfuerzo en pro de algo, ya se merecen alcanzar el éxito por el solo hecho de haberlo intentado.

Pero quiénes así piensan, no están conscientes de que todo requiere un esfuerzo sostenido, y no basta simplemente con desear mucho algo, o sentir que se ha puesto todo de sí para conseguirlo, sino que realmente hay que hacerlo e ir más allá, ya que sin esto es muy fácil fracasar y terminar dándose por vencido. Es por ello que hay que superar la ilusión de los sentidos (o las percepciones y sentimientos erróneos y negativos que podemos tener ante los eventos y circunstancias) y asumirlo todo de la manera más positiva posible.

Un pequeño ejemplo.

Imagina que eres un atleta en las Olimpíadas que va a correr la carrera de los 1500 metros, has superado duras pruebas anteriormente que te permitieron clasificar al evento o ganarte el derecho o privilegio de ir a representar a tu país en el mismo. No obstante, te preparas para ello, entrenas durante un par de meses más y te presentas en el evento correspondiente. Corres la carrera y cuando finalmente termina la competición, acabas en el cuarto lugar, es decir, detrás de los que ganaron medalla de oro, plata y bronce, respectivamente.
En este caso te haré una pregunta importante...

¿Ese cuarto lugar puede considerarse un fracaso o un triunfo?

Desde mi punto de vista, el hecho de haber terminado de cuarto lugar en el evento puede ser considerado como cualquiera de las dos cosas, dependiendo de la manera en la cual lo asumas (como corredor), es decir, verlo como éxito o fracaso, dependerá directamente de lo que hagas a partir de lo que te ha sucedido.

¿Cómo se convierte una circunstancia en un triunfo o un fracaso?

Continuando con el ejemplo anterior, supón que como corredor te desanimas porque sientes que diste el “todo por el todo” en la competencia y piensas que la vida es injusta y no vale la pena esforzarse por nada si al final no vas a alcanzar las más altas metas que te has propuesto.

Tu reacción ante los eventos es lo que determina si estos serán parte de tus triunfos o de tus fracasos, ante esta situación tienes dos opciones y cualquiera de las dos pueden considerarse un éxito o un fracaso per se: Si decides abandonar habrás fracasado, porque dejaste que el desánimo te ganara y te impidiera continuar intentándolo; si decides abandonar habrás perdido todo el esfuerzo previo que pusiste para tratar de alcanzar tus metas, en lugar de aprovecharlo para subir hasta el siguiente nivel.

No obstante, si decides continuar y tomar la experiencia de quedar en cuarto lugar como un aprendizaje más y una motivación para seguir intentándolo más fuertemente en el futuro, habrás convertido un evento que parecía un fracaso en un éxito. Te esforzarás más, te entrenarás mejor y probablemente la próxima vez alcanzarás alguna medalla (quizás la de oro).

Reflexión adicional.

Objetivamente, sentir que has puesto todo de tu parte no es garantía suficiente para alcanzar el éxito en lo que sea que te propongas en la vida. Realmente tienes que poner al máximo tu esfuerzo y tu potencial ante cada reto o circunstancia que se te presente para poder ser mejor cada día, y además, aprender a manejar la frustración que puedan generarte contratiempos ocasionales en tu camino, y tomarlos como parte del aprendizaje de aquello que deseas lograr.

Soy de quiénes piensan que si no has alcanzado algo que crees merecer, es porque realmente no lo mereces todavía… Quizás lo merecerás en un futuro (o quizás no) si te sigues esforzando, pero nunca lo sabrás a menos que lo sigas intentando. Particularmente, pienso que el éxito está realmente al alcance de todos, pero de todos los que se molestan en tratar de ser mejores cada día.

Supera tus percepciones, burla a tus sentidos y descubre al triunfador que hay en ti.

¿Todavía te parece que el éxito no está a tu alcance? No olvides comentar.

Hasta la próxima.

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Artículo escrito por José Quintana.

Autor y redactor del Blog Emprendiendo e Invirtiendo.