Originalidad y estilo propio, octavo mandamiento del escritor

in #spanish4 years ago


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Desde que nacemos aprendemos imitando, está en nuestro ADN y en el de muchos animales como los primates.

Es nuestra adaptación al mundo que se potencia y diversifica durante toda nuestra vida en diferentes circunstancias, ya que aprendemos lo que otros exponen pero vamos deslastrándonos de la imitación literal a una más personal, sin que esto signifique que debemos parafrasear porque en ese caso estamos simplemente imitando sin aportar nada personal.

Para quienes les apasiona el leer y posteriormente escribir o viceversa, es normal que ciertos estilos los impacten y que sus primeros pasos en el campo sean una forma de imitación de esos, incluso esas influencias literarias son sanas, siempre y cuando no se intente llevarlas al máximo de similitud, ni siquiera al 50% de esta porque se trasgreden los límites de la originalidad y se pasa a ser un plagiador.

Zadie Smith, novelista, ensayista y escritora de relatos cortos, considerada actualmente una de las más talentosas escritoras inglesas escribió “Si puedes contar historias, crear personajes, idear incidentes y tienes sinceridad y pasión, no importa en absoluto cómo escribas”

De ninguna manera está proponiendo que no importa seguir los patrones establecidos en la literatura, ya que antes está enumerando cualidades indispensables de la misma, está recalcando que no debes preocuparte por escribir como otros sino en hacerlo como tus habilidades lo permita.

La originalidad en el estilo personal del autor lo hace destacar de otros.
Es un ejercicio perenne de autocrítica, un reto diario de desprendernos de lo que otros han escrito y nos ha impactado para no regresar a nuestro génesis natural de imitador.

Francois-Rene de Chateaubriand, escritor francés fundador del romanticismo escribió: “El escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar”

Esta afirmando con esto que la originalidad es la llave que lleva al escritor a ser especial, ya que esta lo alimenta de algo sublime que es el estilo propio y que esté será imposible ser igualado por otros.

Billones de personas y escritos se producen a diario, los idiomas no son infinitos y todos comparten palabras, ideas, situaciones y un sinnúmero más de detalles sin siquiera conocerse, porque aunque suene irónico la ficción es tan real como la propia realidad.

Es imposible no coincidir en alguna línea con alguna otra cosa escrita, habría que inventarse un idioma particular para eso y se tendría el problema que nadie entendería lo que se escribió, pero ¿cómo es posible que el lector pueda estar seguro que el autor es el creador de este?

Sencillamente porque se tiene un estilo particular de escribir incluso lo mismo, sin que esto signifique que se está imitando, tampoco que se está haciendo de la misma manera con otras palabras.

Jean Paul Sastre, Premio Nobel de Literatura en 1964, escribió: “No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan”

Esa forma es la que le imprime la personalidad a lo que se expresa y es contraria a la imitación, se ha bautizado como estilo propio y es el alter ego de cualquier aficionado a volcar sobre el papel sus impresiones, inspiraciones o diversidad de sentimientos en cualquier estilo, para compartirla con otros y lograr conectarse a través de ellas.

Ese estilo se va adquiriendo con el paso del tiempo, a través de la práctica, el oficio, la perseverancia, el amor que se le pone y sobre todo la disposición del autor a imprimirle un toque personal a sus creaciones.

El poeta francés del siglo 19 Joseph Roux dijo “Hay dos clases de escritores geniales: los que piensan y los que hacen pensar”

Para ser uno de esos hay que ser originales.

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