En el patio del conuco, donde habita entre otras aves y animales, mama gansa y su familia, hay una reunión de emergencia convocada por esta, ante extraños acontecimientos acontecidos recientemente.
-Debemos atrapar al ladrón que todas las madrugadas se roba el huevo que pongo.
Sacude su blanco plumaje, en señal de que se encuentra rabiosa por el hecho.
-¿Cómo estás segura que se lo roban? –pregunta ingenuo el gallo.
Ella lo mira sorprendida por unos segundos.
-Por Dios, ¿Acaso crees que le salen patas y se van caminando o alas y se van volando?
-Hagamos algo, hoy todos nos quedaremos vigilando el huevo de mama gansa, de manera que nadie pueda robárselo.
Así lo hacen pero se quedan dormidos y al final el resultado es el mismo, el huevo desaparece ante un descuido de pocos minutos de mama gansa, sin embargo el gallo quien estaba medio dormido cree haber visto al ladrón.

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-No es un ladrón es una ladrona, yo la vi. –dice excitado.
-¿Quién? –preguntan todos en coro.
-Es la vecina esa que tiene nombre de santo.
Todos se miran incrédulos.
-¿Ángeles? –pregunta la gallina.
-Si –corrobora el gallo.
-Hace meses atrás me robaba los huevos a mí también –dice la gallina negra.
-Es muy astuta, una vez me robó un pichón. –habla la paloma.
-Por allí dicen que esa bruja fue la que se llevó a Doña Gertrudis y la mató para hacer un sancocho.
Al final las historias se van sucediendo y se dan cuenta que casi todos en alguna ocasión han sufrido las travesuras o maldades de la ladrona de huevos de mama gansa.
-¿Cómo haremos para evitar que siga haciéndolo?
-Tengo una idea –interviene papa ganso- cambia el lugar donde pones los huevos, ponlo antes y regresa donde va la bruja a robarte el huevo para que crea que no has puesto nada, al final se cansará y te dejará en paz.
Así lo hace y el plan resulta. La vecina durante una semana se devuelve con la mano vacía y contrariada ante la ausencia del botín buscado.
-Esta mama gansa me la pagará, ella se cree muy astuta pero ya verá.

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Una noche en la cual la música y algarabía invade todo, lo que indica que hay una fiesta en casa de la vecina, el ave siente como la toman por el cuello y casi asfixiándola la meten en una bolsa.
-Ya que no me darás mas huevitos me servirás para el sancocho –le dice Ángeles con una sonrisa macabra y aliento a alcohol.
Grazna con todas sus fuerzas esperando ser escuchada por los otros pero el volumen de los altavoces se traga cualquier sonido.
-Llegó el tropezón –dice a quien corta las verduras, quien la toma y con una soga delgada le amarar las patas y la deja tirada en el piso.
Los minutos pasan y la gente entra y sale a la cocina sin tomarla en cuenta y ella se dispone a morir sin remedio.
De repente los ladridos muy cercanos de un perro le hacen abrir los ojos.
Piensa que al final dará igual ser comida por el animal que ahorcada por la cocinera.
-Mama Gansa –la voz es susurrante y es de su amiga la paloma.
-Creo que al final la bruja se saldrá con la suya.
-Deja que el perro suelte tus amarras para que puedas huir.
-¿Quién es ese animal que no conozco?
-Tranquila, es un callejero que el ofrecí unos trozos de carne que esconde Clodomiro y sé donde están.
Con miedo obedece y al sentirse libre corre al patio para escapar.
En ese preciso momento aparece Ángeles.
-¿Para dónde vas? ¿Crees que escaparás de mí tan fácilmente?
-Corre –le grita la paloma.
Mama gansa sale al patio pero en poco tiempo ya Ángeles casi la atrapa de nuevo, pero el perro le ladra y muestra los dientes y ella se detiene por un momento y toma una escoba que está cerca y lo amenaza.

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El animal corre y mama gansa le grita a la paloma.
-Valiente guardián has conseguido.
Sin embargo, dado que la cocina está cerca del lindero, logra llegar hasta allí, sin embargo siente como de nuevo es atrapada.
Solo que esta vez ve como todo se da vuelta y en segundos se encuentra rodando por el sucio suelo repleto de fango.
El cochino ha llegado corriendo y golpeado a la ladrona, quien sorprendida se encuentra toda llena de barro.
A su auxilio han llegado los otros animales, entre ellos el perro pastor alemán quien cuida al propiedad y que esta vez, ante los hechos, deja de ser amigo de la mujer y le gruñe y ladra con rabia.
Ante la agresividad de todos Ángeles se levanta y va derrotada a su casa, donde recibe las burlas de los presentes ante su sucio estado.
Desde ese día no la han vuelto a ver y aunque muchos dicen que se ha mudado, el gallo sabe que no es cierto porque todas las mañanas la ve en el patio de su casa.

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