Es dura la ausencia de los brazos que han crecido alrededor del cuello, llevando sensaciones de paz, goces de ternuras y candidez de abrazos infantiles.
El silencio de los gritos que inundaban los oídos y la casa de algarabía llenando de juegos y personajes ficticios los rincones y las habitaciones, dándole al diario convivir soplos de futuros que conjugados con los días iban formando sueños de emociones compartidas.
La soledad que acompaña pero no llena los latidos de sangre que el corazón bombea cada segundo, los paseos que traían cada vez visiones novedosas a tus ojos ávidos de experiencias.
Es cruel este abandono que perfora lo más íntimo del dolor, martirizando las ideas, volatizando las ansias, extirpando la felicidad que la sonrisa y la alegría asociadas dejaban ante insignificancias que lograban acercar tu mundo al mío.
Es atroz la impotencia que refleja el grado de fragilidad que vive en el recóndito pensamiento que fabricamos, en el largo proyecto de planes que nos inventamos y terminan siendo papeles arrugados en el cesto más inhóspito de la basura.

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Son entrañables los comics en la televisión, el desorden del cuarto poblado de cualquier tipo de personajes que amenazaban la tranquilidad, el colegio y las tareas, las salidas de emergencia ante algún capricho, las velitas de cumpleaños que te recordaban que ibas haciéndote grande y la espera de la navidad con sus sorpresas.
Es dura la distancia que me impide corretear y gozar las complicidades, los juguetes nuevos, los conocimientos que se van adquiriendo, las lágrimas y la euforia, la mimosidad de tu cuerpo y el susurro sincero de un te quiero.
Se hacen fríos los besos que no alcanzan las mejillas, las palabras que no consiguen respuestas, los gestos que no abarcan el espacio intangible donde se conjugan sentimientos que han nacido desde lo más eterno del alma.
Es duro tenerte tan lejos hija cuando quiero tenerte tan cerca, cuando anhelo las caricias de tus manos en mi cabello, cuando necesito un soplo de existencia en mi planeta, cuando me urgen motivos y me encuentro tan distante de la piel que cobija mi estrella.
Es dura la ausencia corpórea de tu presencia aunque viva la eternidad siendo solo un trozo de tu recuerdo

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