El fantasma del cónsul (Leyendas de mi ciudad: Maracaibo)

Finales del siglo 19, el camino real de El Milagro, bordea las aguas del lago y se encuentra en las afueras de la ciudad.

Cerca de la esquina de Luis Santana, a orillas de la playa y ocultada por una pequeña colina está una casa quinta que es habitada por un extranjero que muchos señalan como alemán pero que realiza las funciones de cónsul de los Estados Unidos, razón por la cual la bandera de este país ondea en la propiedad.

Es de cierta forma estimado por los vecinos ya que una que otra vez le da algún obsequio a los jóvenes del sector, acostumbra pasear montado en su caballo negro por horas e incluso en las noches .

Casi nadie conoce su nombre por lo que le llaman con el título con el cual realiza las funciones.

Cada vez que un barco norteamericano pasa por el frente de la vivienda toca por varias veces su clásico pito saludando y haciéndole saber al personaje su arribo.

Por años se ha hecho costumbre este ritual y también el que el silencio sea roto por el sonido de las herraduras del caballo con las piedras del suelo embaldosado mientras realiza sus acostumbrados paseos.

Una noche todo el sector queda asombrado ante el extraño acontecimiento que el potro del personaje, como alma que lleva el diablo, corre desbocado y se pierde en la distancia, lo extraño es que no lleva cabalgadura ni nadie que lo guie.

Horas después las noticias hacen parar los pelos a todos ya que el motivo de tan extraña reacción del animal es que su amo ha muerto.

La mayoría se persignan como forma de escapar de algún conjuro producido por el acontecimiento y en poco tiempo se corre la voz que por las noches se escuchan los pasos acostumbrados del animal cuando hacia las largas caminatas con su amo, incluso más de uno asegura haber visto el fantasma del cónsul.

Con los años el terreno donde estuvo la casa del personaje que había quedado abandonada es vendido y a mediados del siglo 20, en ella se hace famoso un club que lleva el mismo nombre colocada a ella por su antiguo propietario. “Miramar”

La ciudad ha crecido y pocos dan crédito a la leyenda que el personaje aun viene del más allá y pasea por el sector, sin embargo una noche los empleados del club aseguran haber visto con terror como el misterioso personaje llegó a lo que era su propiedad, montado en su caballo, y desmontando de ella, entró en la casa, lo que provocó que estos huyeran despavoridos de allí y más nunca regresaran.

Este club era uno de los más concurridos de la ciudad y eran famosas sus fiestas de carnaval pero cerró sus puertas y el edificio nunca más fue habitado.

Esta es una de las tantas leyendas de Maracaibo, que siguen siendo debatidas por crédulos e incrédulos en pleno siglo 21.

Aún existen personajes que están convencidos haber escuchado en algún momento el pasitrote del caballo del cónsul, los mismos aseguran fue Eugene Plumacher, que habitó esa residencia por algún tiempo y esta le sirvió como consulado, pero el mismo no murió estando allí sino que lo hizo en Washington en 1912, por lo que contradice el que su caballo estuviera en el lugar y hubiese huido al fallecimiento del mismo.

Otros dicen que el personaje no fue el anterior nombrado sino otro que habitó el lugar posterior a él y que al mismo le pusieron como apodo “el cónsul” pero no ejercía esa función, que murió al ser derribado por el corcel enloquecido.

Lo cierto del caso esta historia sigue engrosando la lista de leyendas de la ciudad de Maracaibo.