Para esos amores que se llevan todo…

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Mi vida puede llegar a ser un verdadero infierno, pero solo cuando tú no estás.

Contigo las horas son más serenas, los rayos del sol se cuelan por las rendijas de las persianas e iluminan todo, dando calor a los rincones fríos.

Los sonidos del exterior cobran sentido, tienen más relación con un mundo agitado que con el infierno decadente que roba mi creatividad.

Tus ojos, de un verde cristalino, como las manazas, combinan la dulzura y la acidez en una mezcla adictiva. Puedo recibir tu ternura en la misma proporción que tus arranques de ira, emitiéndolas a todas con la misma pasión y entrega.

Como un torbellino imprevisto, llegas y lo abates todo, dejas despojos, que no pueden sostenerse cuando no estás, teniendo que verlos derrumbarse sobre sus mismos restos.

Hasta que llega la mañana y apareces de nuevo, haces entrar al sol y te ocupas de la limpieza. Ordenas con sumo cuidado cada espacio, preocupándote por los detalles y por reponer lo que ya no sirve.

Disfrutemos de la felicidad, cariño mío, antes de que los malos tiempos lleguen de nuevo. Vamos a llenarnos de fuerza para superar el vendaval.

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