El secreto de la bestia. Saga Oráculos | NOVELA DE FANTASÍA ROMÁNTICA. CAPÍTULO 7

in #spanish5 years ago

EL SECRETO DE LA BESTIA corresponde a la primera entrega de una saga de cinco partes de fantasía romántica que tengo publicada en AMAZON bajo el seudónimo de Johana Connor. Quiero compartir con ustedes el inicio de esta mágica historia llena de misticismo y pasión, ambientada en las hermosas playas de Ocumare de la Costa de Oro (que en las novelas llamé La Costa) en el estado Aragua-Venezuela, y forman parte del Parque Nacional Henry Pittier. Su trama es contemporánea y está centrada en mitos y leyendas de la zona, espero la disfruten.

whisper-408482_1280.jpg

Jan Denise

Capítulo 7. Conjuro

Con la sutileza de un felino corría por la selva. Sus pies cuarteados y desnudos pasaban por encima de piedras, troncos caídos y vegetación. Su respiración agitada hacía más ruido que sus pisadas mientras sus manos ensangrentadas apretaban con firmeza la encomienda que le había sido solicitada por la bruja.

Al llegar a una depresión en la montaña bordeó un inmenso peñasco y se sumergió dentro de un nicho creado con restos de árboles y maleza. Allí encontró escondida a una mujer robusta, de piel negra y cabellos rizados moteados de blanco y caoba, que fumaba un tabaco manteniendo la punta encendida en dirección al cielo.

—¡Malditos oráculos! ¿Piensan joderme? —gruñó ella con una voz gruesa que desprendía un olor añejo, impregnado de licor y nicotina—. Siempre hacen lo mismo. Chillan cual viejas sus amenazas.

Volvió a fumar el tabaco y expulsó el humo detallando las formas que este creaba y eran débilmente iluminadas por la luz de tres velones blancos que descansaban en el suelo, dentro de un triangulo perfecto trazado con cal. La cabeza hueca de una calavera deformada se hallaba en el centro.

—¿Trajiste lo que te pedí? —preguntó en dirección al esquelético negro que acababa de llegar.

El hombre sonrió mostrando una dentadura deteriorada y amarillenta y estiró las manos que presionaban un trapo sucio y empapado de sangre.

—Aún ‘ta caliente —expresó con emoción y emitió una risa torpe que fue interrumpida por una tos seca.

La bruja colocó el tabaco en el suelo sin apartar la mirada de la encomienda que le entregaba el negro. La tomó con suma delicadeza y con lentitud la desenvolvió. Sus ojos se agrandaron y sus labios partidos se curvaron en una sonrisa al ver el corazón humano que había pedido.

Lo colocó dentro del hueco de la calavera y encendió un cuarto velón ubicado en la base del triángulo; que era más grande que los otros y de color rojo.

El negro se alejó dos pasos y se quedó en la entrada del nicho. Observaba con nerviosismo el exterior.

La mujer comenzó a recitar oraciones en una lengua extraña mientras lanzaba sobre el corazón diversos polvos y hojas trituradas que tenía dispuestas en pocillos de barro ubicados a un costado. Tomó una campanilla haciéndola sonar, sin dejar de entonar versos que parecían lamentos.

—Escuchen ahora mis palabras. Los dioses más antiguos de la selva son invocados aquí —comenzó a decir con voz misteriosa, al tiempo que su cuerpo se estremecía con espasmos cortos y violentos—. ¡Seres de la oscuridad y de la guerra, oigan mis ruegos!

Con disimulo el negro se alejó. Sentía un olor desagradable dentro de la cueva que no le permitía respirar con normalidad.

—Toma el jaguar que una vez liberaste y retórnalo ahora. ¡Haz que sus poderes se desvanezcan! —recitó la mujer y agarró un puñal con mango de hueso que tenía escondido bajo la falda del roído vestido—. El trato que no debía ser hecho, dame el poder para verlo desecho. ¡Atrapa al inhumano y encarcela su espíritu en tus llamas! —vociferó mientras levantaba la mano que tenía el puñal. Sus ojos miraron enloquecidos el corazón que descansaba dentro de la cabeza de calavera y parecía haber recobrado sus latidos—. ¡Arde con furia! —chilló con mayor fuerza y clavó el cuchillo en el corazón.

La tierra del suelo alrededor de la mujer comenzó a moverse como si fuera azotada por un tornado y la llama de los velones creció, transformándose en un fuego poderoso que la arropó por completo. Ella observó el fenómeno aterrada mientras el negro gritaba y corría en dirección a la selva. Escuchaba que algo lo perseguía y eso lo hacía acelerar la huida.

La vegetación tras él se abría con violencia, dando paso a lo que había salido de la cueva y ahora iba por él.

Giró el rostro sin dejar de escapar, pero no pudo apreciar ninguna figura humana, solo la forma insustancial de un inmenso jaguar de ojos ensangrentados que se difuminaba entre un humo negro y espeso, que formaba una estela tras de sí y se golpeaba contra inmensos árboles logrando que estos se sacudieran hasta las raíces.

Aterrado aceleró el paso, divisando a los lejos el claro que dejaba la carretera, pero ni siquiera pudo sentir un ramalazo de esperanza. Se desplomó en el suelo al tropezar con una raíz y encima de él cayó la extraña presencia esfumándose en segundos, como si hubiera sido absorbida por la tierra.

Lo único que quedó fue silencio y el cuerpo sin vida del negro.


Rebeca se sobresaltó al sentir que el abrazo de Gabriel se apretaba y que él levantaba el rostro de su cuello. Abrió los ojos descubriendo que la celebración de los santeros continuaba. Los músicos repiqueteaban los tambores con más energía mientras el que cantaba repetía con ahínco las oraciones. El sujeto que bailaba en el centro ahora se agitaba con efervescencia al ritmo de la música, sacudiendo la cabeza y los brazos de forma desinhibida, contagiando a otros presentes. Todos en la sala parecían abducidos, menos ellos dos.

Quiso girarse dentro de los brazos del hombre para saber qué le había ocurrido, pero él enseguida la soltó y salió al exterior dejándola allí, sola.

Ella lo siguió, extrañada por su reacción. Lo encontró parado muy quieto junto a su Nissan Patrol, con la mirada clavada en las altas montañas que los rodeaban y las manos cerradas en apretados en puños.

—Gabriel —lo llamó, pero no recibió respuesta.

Confundida por su comportamiento echó una ojeada hacia los alrededores, buscando divisar lo que había atrapado su atención, pero no percibió nada fuera de lo normal. Caminó hacia Gabriel y notó que él tenía el ceño fruncido y la vista afincada en el verdor de la montaña que se erguía imponente frente a ellos.

—¿Estás bien? —preguntó y le tocó el brazo para llamar su atención.

Con el contacto, el joven giró el rostro de forma instantánea hacia ella. Sus ojos se mostraron amarillentos y centellantes y de su garganta pareció salir un sonido similar a un gruñido.

Rebeca retrocedió un paso asustada y ahogó un gemido, pero a los pocos segundos Gabriel sacudió la cabeza y la tomó por el brazo para acercarla de nuevo a él con sus pupilas en su tono habitual.

—Perdona… yo…

—¿Qué fue eso?

Ella se soltó de su agarre y volvió a retroceder sin apartar la mirada desconfiada del hombre. Gabriel respiró hondo y se apretó el puente de la nariz.

—Nada… es… Maldita sea —se quejó, y le dio la espalda para sacar del bolsillo de su pantalón su teléfono móvil.

Rebeca se recostó en el auto y cruzó los brazos en el pecho aferrándose a sus codos, sin dejar de evaluarlo. Lo notaba inquieto y enojado. Sentía temor, pero no era el mismo miedo que la embargaba cuando era acechada por sus pesadillas, sino algo diferente que no podía describir y la alentaba a quedarse muy quieta mientras el hombre culminaba su conversación telefónica.

Al menos, los ojos endiablados de pupilas enrojecidas no había sido lo que vio en esta ocasión en la cara de Gabriel, sino unos feroces y protectores, tintados de amarillo, como los de un felino peligroso.

—Jonathan, ¿dónde demonios están? —escuchó que él decía. Una creciente preocupación la embargó. ¿Se estaba volviendo loca? ¿O allí ocurrían cosas que ella jamás había podido imaginar?—. ¿Es necesario que vaya? —Él seguía hablando de espaldas a ella, con la atención puesta en la montaña—. Está bien. Avísame. Estaré pendiente.

Después de cortar la llamada, Gabriel se giró con suavidad.

—Creo que es hora de… llevarte a tu casa.

Él mantuvo la mirada en ella por unos segundos, con unos ojos tristes y necesitados. Luego se acercó al auto y abrió la puerta del copiloto esperando que la chica entrara.

Rebeca prefirió callar. Relajó la postura y se dirigió a su asiento.

Mientras él ocupaba su puesto, ella oteó la montaña. No escuchó ni logró divisar nada, pero la piel se le erizó al ver como el atardecer empezaba a sumergir a la selva en una oscuridad diferente, más sombría y atemorizante.

divider-2461548_1280.png

¡SÍGUEME! Para que no te pierdas ninguna novedad.

Si quieres saber más sobre las novelas que escribo puedes visitar mis redes sociales o mi tienda en AMAZON.

tienda en kindle.jpg

O simplemente déjame abajo un mensaje preguntándome lo que quieras, que yo con mucho gusto lo responderé. Gracias por tu apoyo. Nos seguiremos leyendo.

cierre post.jpg

Sort:  

Hello @jonaira, thank you for sharing this creative work! We just stopped by to say that you've been upvoted by the @creativecrypto magazine. The Creative Crypto is all about art on the blockchain and learning from creatives like you. Looking forward to crossing paths again soon. Steem on!

Coin Marketplace

STEEM 0.16
TRX 0.15
JST 0.027
BTC 60063.85
ETH 2313.06
USDT 1.00
SBD 2.46