El secreto de la bestia. Saga Oráculos | NOVELA DE FANTASÍA ROMÁNTICA. CAPÍTULO 12

in #spanish5 years ago

EL SECRETO DE LA BESTIA corresponde a la primera entrega de una saga de cinco partes de fantasía romántica que tengo publicada en AMAZON bajo el seudónimo de Johana Connor. Quiero compartir con ustedes el inicio de esta mágica historia llena de misticismo y pasión, ambientada en las hermosas playas de Ocumare de la Costa de Oro (que en las novelas llamé La Costa) en el estado Aragua-Venezuela, y forman parte del Parque Nacional Henry Pittier. Su trama es contemporánea y está centrada en mitos y leyendas de la zona, espero la disfruten.

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Pixabay

Capítulo 12. Confesiones

En la soledad de su habitación, Rebeca no podía dejar de pensar en lo ocurrido durante el día. La actitud iracunda de los hombres en la cosecha, el miedo exagerado de los habitantes por los misteriosos sucesos que se producían en la región y el comportamiento quisquilloso de su madre por el tema de los asesinatos, le tenían los nervios a flor de piel.

No podía dormir, leer o distraerse con alguna otra actividad, ni siquiera era capaz de mantenerse quieta en un solo sitio. Oteaba el trozo de calle, vacía y en penumbras, que podía apreciarse a través de la ventana, abrumada por tanta quietud.

El sonido de su teléfono móvil la sobresaltó. Corrió hacia la mesita de noche y lo tomó para revisar los mensajes de texto. Un oleaje de sensaciones se le agitó en el pecho al ver que Gabriel le escribía: «¿No puedes dormir?». Ella arrugó el ceño y le respondió: «¿Cómo sabes?». Pasaron varios segundos antes de que él volviera a enviarle un mensaje. El lento paso del tiempo la ponía más ansiosa.

«¿Puedes salir? Estoy en el malecón». Le molestaba que sus preguntas tuvieran como respuesta otra interrogante, pero no perdió tiempo en reclamos. Se colocó con rapidez unas sandalias de cuero y un suéter gris con cierre frontal, y salió en carrera hacia la plaza.

Su madre aún no había llegado de una reunión de trabajo en la casa del líder Pablo, así que no tenía que preocuparse en dar explicaciones por su repentina salida.

Afuera la noche estaba asentada y la débil luz de una luna cuarto menguante sumergía a las calles en sombras. Corrió hasta la plaza amurallada que precedía al mar, poblada por escasos turistas, y al divisarlo, sentado en un amplio banco de cemento con los brazos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas, sonrió.

En segundos llegó a su lado mientras él se levantaba y abría los brazos para recibirla.

Después de un abrazo efusivo, de decenas de besos urgentes y caricias, ella recordó las heridas de sus brazos y pecho y comenzó a evaluar su estado levantándole la camisa. Para su sorpresa, Gabriel no tenía ni una sola marca.

—¿Cómo es posible? —lo miró confusa. Él la tomó por los brazos para sentarla en el banco y se acomodó la camisa.

Quedaron frente al oscuro mar, cuyas livianas olas creaban una línea de espuma sobre la arena.

—No quiero que estés cerca de Javier —exigió él con tono autoritario. Rebeca observó por un momento las facciones endurecidas de su rostro.

—Dime que está pasando. ¿Qué ocurrió con tus heridas? —pidió, dispuesta a obtener respuestas.

Después de una silenciosa reflexión Gabriel no pudo hacer otra cosa que darle lo que le pedía.

—¿Tu madre te ha hablado sobre las costumbres mágicas de la sociedad?

—¿Mágicas? —inquirió ella con el rostro saturado de confusión.

—Somos descendientes de indígenas, herederos de una cultura rica en tradiciones y ritos propios, así como de virtudes y dotes mágicas. —La voz de Gabriel se volvió melancólica. Rebeca notó en su mirada el cansancio que lo agobiaba—. Hay algo dentro de mí, y dentro de mis hermanos, que nos hace diferentes a los demás, pero también, peligrosos.

Ella agrandó los ojos. Gabriel tomó las manos de la chica y las cubrió con las suyas.

—Pero eso no significa un peligro para ti, nuestro amor nos protege. Así como nuestro destino.

—¿A qué te refieres? —consultó ella con asombro.

—Nosotros creemos que cada ser humano está enlazado a otros en el plano espiritual creando una unión universal —explicó—. Emocionalmente estamos atados a familiares con quienes compartimos un lazo de sangre, pero también, a otros por un lazo sentimental. Nuestros ancestros acostumbraban consultar oráculos para conocer los lazos que atan a cada miembro de la sociedad y pueden condicionar nuestras existencias. Fue así como supe desde niño que mi vida estaba emparentada con la tuya, ya que nuestros oráculos están relacionados. Por eso es imposible que mi condición te haga algún daño.

—¿Emparentados?

—Sí. Tenemos una misión en común.

—¿Cuál? —indagó Rebeca fascinada por lo que escuchaba, pero Gabriel se mostró preocupado.

—No lo sé con exactitud. Lo descubriremos cuando sea el momento —mintió para calmar la curiosidad de la joven. No quería agobiarla con tantas verdades.

—Si es así, ¿por qué esperaste tanto tiempo a mi regreso? ¿Por qué no me buscaste en Caracas?

—Mi vida no ha sido fácil —alegó él con una mueca de disgusto—. Desde que murió mi madre, dieciséis años atrás, todo se ha vuelto más complicado. He tenido que soportar solo mi condena. Mi padre odia estas tierras y así cómo tu madre, no aprueba nuestras prácticas y tradiciones.

Rebeca se frotó las manos con ansiedad. Su cabeza estaba llena de dudas que se apilaban unas sobre otras en una torre interminable.

—Eso quiere decir que lo que siento por ti, ¿es producto de nuestros oráculos?

Gabriel la rodeó con los brazos y la acercó más a él.

—Al estar nuestros oráculos relacionados no podemos evitar sentir ciertas emociones cuando estamos cerca, pero está en nosotros avivar esos sentimientos o rechazarlos. Podemos aceptar el designio y llevarlo a cabo, ya sea como amigos o como algo más.

Ella levantó el rostro para mirarlo a los ojos.

—Yo quiero que sea como algo más.

Él la besó con necesidad, acarició su rostro y hundió los dedos en sus cabellos.

—Yo también lo quiero así —le confesó, con la frente apoyada en la de ella y los ojos cerrados.

—Pero, ¿por qué dices que soportas una condena? —consultó, recordando que esa fue la excusa que él utilizó para explicar porque nunca había ido en su búsqueda.

La pregunta obligó a Gabriel a apartar su rostro de ella. De nuevo las facciones se le endurecieron.

—Porque mi oráculo, además, está mezclado con una profecía que te juro, jamás se cumplirá.

Rebeca arrugó el ceño con inquietud.

—¿Una profecía? Eso, ¿podría separarnos?

—No —expuso él con determinación y la miró fijamente—. Nada lo hará.

—Entonces, ¿cómo nos afecta?

Gabriel la soltó y se incorporó en el banco para apoyar los brazos en las rodillas.

—¿Puedes ver la vegetación de la montaña? —preguntó Gabriel y señaló los inmensos montículos de tierra que tenía en un costado. Lo único que Rebeca divisaba, gracias a la luz de la luna, era una capa apretada de vegetación bañada en sombras—. Debajo hay cientos de retoños que necesitan luz para crecer, pero el ramaje de los árboles más altos no deja pasar suficientes rayos de sol. Llegará el momento en que la naturaleza preferirá sacrificar a uno para que puedan crecer esos nuevos brotes. Es parte del ciclo evolutivo de la vida.

Rebeca se estremeció y sin explicación sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Somos parte de la naturaleza —continuó Gabriel—, estamos atados a sus designios. Ella nos otorgó su fuerza y espera que le brindemos eternamente tributo por eso, pero nuestra condición humana nos permite desafiarla cuando no estamos de acuerdo con sus preceptos. Podemos evitar que el ciclo evolutivo se cumpla y es lo que pienso hacer.

Ella se mostró contrariada.

—Si haces eso, las cosas podrían salirse de control.

—Tal vez, pero tengo los medios para evitar que eso suceda.

Ella acarició la zona del brazo donde había visto las heridas de garras. Recordó las heridas de Javier y la amenaza que algunos miembros de la sociedad reflejaban en sus ojos.

—¿Qué hay dentro de ustedes?

—El motivo por el que tu madre quiere alejarte de este lugar y la causa de la muerte de tu padre.

La joven lo observó con tristeza y acarició su rostro.

—La bestia —sentenció Rebeca en susurros, recordando lo que el negro Ismael había dicho el día en que la sacó de la cosecha: «El diablo perturba a la bestia»—. ¿Fue eso lo que mató a mi padre?

—No. Fue por eso que asesinaron a tu padre y a muchos otros miembros de la sociedad, como a mi madre.

Rebeca arrugó el ceño, lo que obligó a Gabriel a mejorar su explicación.

—La bestia es un poder ancestral que nadie puede manipular, nosotros solo hemos aprendido a vivir con ella. Pero hay personas fuera de nuestra sociedad que al saber sobre esa fuerza creen que pueden controlarla y se valen de cualquier medio para hacerlo. —Él respiró hondo y dejó perder su mirada en las losas de cemento cubiertas de arena del suelo de la plaza—. A ellos no les importa si nos hacen daño con sus pretensiones, pero eso activa a nuestros oráculos y profecías, para defendernos del mal.

—¿Los activa?

Él la observó fijamente a los ojos.

—Sí, acelera su proceso empujándonos a emprender el destino que ellos crearon.

La chica lo observó con una mezcla de sorpresa y angustia en su mirada. Pensó que al conocer la verdad se apaciguarían sus temores, sin embargo, lo que experimentaba en su pecho era lo contrario.

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final de post.png¡¡¡Felicidades!!!

Wuaaaaaaaaaooooooooo !! Que me ha encantado. La verdad en cuanto a novelas romanticass soy muy tiquisimisqui. Y aunque me han gustado algunas con matiz de ciencia ficción no son mi fuerte. Sin embargo es la primera vez que leo sobre esto de una bestia, tradiciones indígenas y oráculos. Me atrapo. Y que este ambientada en Ocumare pues por fin lo hace mas realista. Puedo por primera vez imaginar bien la escena, que por mas que los escritores siempre describen, hace más fácil haber estado ahí. Os felicitoo!! ENHORABUENA Chama

Nice story, thanks for sharing.
I found you because @adrimonte featured you in the Pay it Forward Curation Contest. Keep up the great work!

Very interesting story. I had to translate a few parts, as my Spanish isn't good enough to read it without help... but I liked it. Thanks for sharing! 😊

Congratulations on being featured by @adrimonte in an entry for the Pay It Forward Contest

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