Discovery

Me gusta la prosa. Me gusta el silencio. Me gusta variar entre el verso y la continuidad de las palabras entrelazándose entre sí para describir hasta el más banal pensamiento, hasta el más profundo sentimiento.

Me gusta todo lo que implica la diversidad de ideas y emociones; incluso la vorágine apaciguada con la calma de la respiración que se marchita en la rutina. Me gusta la luna, y aun más las estrellas que dibujan las figuras inexistentes para mis ojos. Me gusta el cálido susurro que se suelta entre la noche bajo el frío tacto de los cielos merideños. Así que en resumen: Me gustan tantas cosas, y como mencioné anteriormente, entre tantas cosas, me gusta mezclar la prosa y el verso.

Una Oda a la vida y a mis sentimientos; una epifanía tal vez, o un simple deseo. En definitiva no ha de ser una epopeya, sólo lidio con la guerra de mis emociones y a la vez con la dualidad entre la percepción de mi querer ser y mi querer sentir. Sin embargo, si de una epopeya se tratase, al menos para rescatar a una doncella, caeré en la superficialidad del mundo y la retrataré con sus ojos y sonrisa; para darle así, un toque de magia al molde físico.

Pero es para mí mucho más que eso. Mucho más que un deseo, y para nada una necesidad; simplemente la calidez de instantes marcados por el tic tac y apreciados por el compás de mis latidos asemejando su ritmo al de la aguja que marca el segundo en el reloj.

¿Cómo podré apreciar a ciencia cierta lo que sus ojos describen?, si es que acaso hay ciencia entre lo absurdo de mis actos cuando encantado por su mirada decido sólo ser. La racionalidad de un evento pierde lo racional cuando sonríe, y el brillo se percibe incluso entre los cielos nocturnos que me hacen nublar la vista pero jamás el alma; y eso es usted y su sonrisa; un reflejo del alma que se siente con tal vibración sin necesidad de observarla.