De la nada empecé a verlo en mis sueños y a pensarlo con frecuencia, creí estar flechada por el chico de los libros raros hasta que un día dejé de soñarle y empezó a visitarme en las pesadillas mas escalofriantes que jamás había tenido. Pasó algo más de un mes y ya no habían señales de él, sentía inquietud, quería sacarlo de mi cabeza de una vez por todas.

Los días transcurrían y nuevamente era viernes... Otro viernes en que él no se dejó ver. El dueño de la tienda llamó para decir que estaba bastante liado y que no iba a llegar a tiempo para cerrar. Terminé mis labores diarias y me dispuse a cerrar el local, fui detrás del mostrador para apagar las luces y cuando estaba todo obscuro lo vi parado detrás del cristal, parecía tener sangre en su ropa y en sus manos, mi corazón se aceleró, me apresuré a encender la luz pero cuando volteé a verle ya no estaba.

Respiré hondo, no quise entrar en pánico, apagué las luces nuevamente, cerré con llave y salí rápidamente del lugar. Caminé un par de calles, estaba tan confundida y atemorizada, me detuve para tomar un taxi puesto que ya no podía seguir caminando entonces todo se nubló... Desperté entre náuseas y un fuerte dolor de cabeza en un desembarcadero abandonado, escuchaba las olas romper en el malecón, con cada segundo que pasaba el sonido del mar se volvía ensordecedor, hacía demasiado calor, sentía la piel de mi rostro arder, quise incorporarme pero mis piernas parecían estar hechas de gelatina.

Cuando de pronto apareció, se posó frente a mi, mostrando cierta furia en sus facciones. ¿Qué quieres de mí? –le grité aterrada. Se abalanzó sobre mi cuerpo y tomó con ambas manos mi cuello. Va a asfixiarme —pensé. Luché en su contra pero la temperatura se acrecentaba, yo cada vez estaba mas débil y él me superaba en peso y fuerza. Casi a punto de rendirme, se detuvo, se levantó y yo aún en el suelo sería expectadora de uno de los hechos más atemorizantes que algún día pude imaginar: Vi como sus ojos color miel se convertían en un negro azabache, sus labios se llenaron de grietas así como la piel de la cara, emanaba un olor putrefacto parecía que se estuviese descomponiendo internamente. Frank se convertía en una criatura aterradora frente a mis ojos.

Encendió fuego, yo no sabia que esperar, vino hacía mi y susurró un par de cosas en un idioma desconocido, luego caminó hacia la brecha de fuego, ya no podía verlo sólo le oía gritar. Quedé sumergida en un estado de shock, para mi mala fortuna esa noche la pesadilla era real...

Si quieres al diablo oir es el desembarcadero 7 del muelle de Prat a donde debes ir.

Gracias por quedarte hasta el final 🙌 ... Nos leemos pronto🔜