Los Zapatos para Jesús feliz Navidad

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Estábamos a menos de una semana de las fiestas navideñas, este año no tenía espíritu de navidad, El estacionamiento de la tienda estaba lleno de autos, el súper estaba repleto de clientes, no se podía caminar entre las góndolas, imposible hacer las compras, no tenía otra salida, decidí comprar lo mas urgente.

¡Esto solo me pasa a mí!, ¿porque espere hasta último momento para hacer mis compras?

Después de una larga jornada de trabajo me dolía todo el cuerpo, un gran jaqueca acosaba mi cabeza, mi lista de regalos estaba vacía, mis niños dijeron no querer nada, como ya conocía a mis hijos decidí comprar algo de regalo, ya me había pasado esto de no querer nada y después reclaman la falta de regalo, ¡otra vez no!

Elegí rápidamente los regalos, llene mi carrito de compras y me dirigí a las colas de las cajas, elegí la fila más corta, igualmente había muchas personas en él, calculaba media hora de espera, como dije anteriormente no tenía otra salida que comprar.

Delante mío había dos niños esperando para pagar sus compras, el niño tendría entre 9 y 10 años y su hermanita entre 4 y 5 años, el chico estaba vestido con ropas viejas y gastadas, el zapato le quedaba muy grande, se notaba desde lejos que se trataba de un zapato prestado, el pantalón le quedaba corto dejaba ves su flacos tobillos, en sus manos llevaba el dinero todo arrugado.

La hermanita esta vestida de igual manera que su hermano, un linda niña pero maltratada por la vida, su cabellera rubia toda porruda atada con unas cintas, en sus manos llevaba unas sandalias doradas brillantes de mujer, la música navideña del supermercado sonaba de fondo, podía escuchar como la niña en vos baja cantaba las música del supermercado.

Al llegar a la caja registradora la niña entrega el zapato a la cajera con mucho cuidado, como si tratara de un zapato de cristal, la cajera ficha el producto, embolsa las sandalias y entrega el tickets al niño mayor y dice, son $6 dólares.

El niño pone en puñado de dinero sobre la caja y comienza a hurgar sus bolsillos saca algunos dineros más y vuelve aponer sobre la caja, la cajera toma el dinero y cuenta solo $3 dólares.

Aquí tienes solo $ 3 dólares, dijo la cajera. Porque no te fijas si tienes más dinero en tus bolsillos, el niño vuelve a hurgar sus bolsillos y ya no encuentra más dinero.

Ya no me queda dinero dijo el chico, lo tendremos que dejar, volvamos a casa y regresamos otro día dijo el niño.
La niña se puso muy triste y dijo, al niño Jesús le hubiera encantado estas sandalias.

El niño respondió regresemos a casa trabajamos un poco más, juntamos el dinero y volvemos por la sandalia, ¿Qué dices?
La niña volvió a poner su carita muy triste, con muchas ganas de llorar.

El niño volvió a repetir, por favor no llores ya verás que juntamos el dinero y regresamos.

¡Al ver esto no me lo podía permitir!

¡Por favor entregue las sandalias a la niña yo pago la cuenta! dije a la cajera.

Al fin de cuentas era víspera de navidad y ellos habían esperado largo rato en las colas, era lo menos que podía hacer.
Estaba pensando y en eso siento como los bracitos de la niña rodeaban mis piernas en un tierno abrazo y me dijo muchas gracias señor.

Me puse muy incómodo y a la vez muy feliz, por este hermoso gesto de la niña, antes de que se fuera pregunte.

¿Qué quisiste decir al niño Jesús le hubiera encantado estas sandalias?

La niña sonrió y me contesto.

Mi madre está gravemente enferma, mi papa nos dijo que mama se va al cielo antes de la noche buena para reunirse con Jesús.

Mi maestra de la iglesia dice que las calles del cielo son de oro brillante como estas sandalias, imagínese Ud. Viendo a mi madre caminar con estas sandalias por las calles del cielo.


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Los ojos se iluminaron al ver a la niña como las lágrimas recorrían sus mejillas, con la voz ronca respondí, si claro que sí, se verá muy hermosa.

En mi mente di gracias al niño Jesús por recordarme a través de estos niños el sentido de la navidad y el verdadero valor de las cosas.

Fuente: https://www.aciprensa.com/navidad/zapatos.htm




Te espero mañana para disfrutar de otro relato de mi tierra Corrientes.

José Luis Fernández
Corrientes Argentina

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