Los caminantes de la India

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En un coqueto poblado de la india vivían muy felices un abuelo y su nieto, dos trotamundos al que gustaba recorrer los poblados de la india en compañía de su burrito.

Cierto día en su afán de conocer nuevas tierras viajaron muchas horas hasta llegar a un poblado lejano, al pasar por la plaza principal del pueblo, varios muchachos estaban sentado en los bancos de la plaza, al ver llegar a los tres viajeros comenzaron a burlarse en voz alta para que todo el pueblo oyera.

¡Miren, esto es imposible de creer! Traen un burro y en vez de montarlo prefieren caminar y cansarse junto a él, eran las palabras de los jóvenes muertos de risas.

¡Oye chico! ¡Ten piedad del anciano! Ayuda a montar al burro, ¿No has visto que está muy cansado? ¡Es una persona adulta para andar caminado! Decían los jóvenes gritando desde el banco de la plaza.

El chico al escuchar estas palabras invito al anciano a subir sobre el burro, el pobre hombre para no decepcionar al niño acepto la invitación y continuaron con su viaje con la idea de conocer nuevos horizontes, después de otra larga caminata llegaron a un pueblo muy concurrido, mucho movimientos de personas trabajando, iban de un lado al otro, un pueblo de una actividad económica en crecimiento, muy llamativos para estos momentos de crisis.

Todos los habitantes estaban concentrados en sus trabajos, difícilmente tendrían tiempo de ver a unos viajantes, sin embargo una mujer sentada en un banco dando de mamar a su bebe, noto la presencia de estos transeúntes y lo que vio provocó una gran indignación.

¡Ud. sí que no tiene vergüenzas! ¡Qué bien un hombre grande! ¡Ud. debería dar el ejemplo! Sentado en el burro lo más tranquilo, mientras el pobre niño tiene que caminar, dijo indignada la señora a los gritos que se escuchó en todo el poblado.

Al escuchar estas palabras todos los habitantes del pueblo dejaron de hacer sus tareas para observar al anciano sobre el burro.

El pobre viejo se puso colorado de la vergüenza, bajo rápidamente del burro, tomo al niño con sus manos y subió al chico sobre el animal.

Ante la vista de todos emprendieron viaje, caminaban muy despacio, el pobre hombre ya no estaba para estas travesías, los años pesaban sobre su viejo cuerpo y dolían algunos huesos que provocaban una renguera, en su afán de conocer llegaron a un viejo puente de madera que unía dos poblados.

Mientras cruzaban el viejo puente, eran observados por un grupo de personas, que no pudieron evitar hacer un comentario.

¿Cómo cambiaron los tiempos? ¡Yo a mi edad tenia respeto por mis mayores! Decía una persona a los gritos para que todos escucharan.

¡Esto es vergonzoso, el niño sobre el burro, mientras el pobre viejo caminando con su reguera!

¿Oye niño, no tienes vergüenza? Gritaron indignados las personas que estaban cerca al viejo puente.

Ante las miradas penetrantes, el abuelo y su nieto no pudieron evitar ponerse colorado, con la cabeza gacha y resignado ante la situación, decidieron subir ambos sobre el lomo del burro.

Esta sería una solución para evitar reprimendas de las personas, como de costumbre retomaron su incansable viaje con rumbo desconocido como era costumbres de estos trotamundos.

Caminado por un camino arenoso los condujo a zonas rurales, lugares con muchas plantaciones, al pasar por una tranquera donde unos agricultores hacían un pausa, no pudieron evitar ver como lo miraban con desprecio.

A pasos lento pasaban por frente a la tranquera, un hombre macaba un cigarro, mirando con desdén escupió la mascada y dijo con vos enérgica.

¡Oye viejo, al niño lo entiendo porque no sabe, pero vos son un hombre grande! ¿No te das cuenta que son demasiado pesado para el pequeño burro? ¿Ho es que lo quieren matar? ¡A este paso el animal se muere! Dijo el campesino indignado.

El pobre abuelo y su nieto no sabían dónde meterse, de un salto bajaron rápidamente del burro, sin evitar escuchar unas carcajadas de los agricultores del campo.

Cansados de tantas reprimendas, comenzaron a pensar que era lo mejor que podían hacer, caminar junto al burro recibieron críticas, cuando el pobre abuelo subió sobre el burro, poco más lo linchan, cuando el nieto monto al animal por poco lo tiran debajo del puente, cuando decidieron montar los dos sobre el burro, poco más lo denuncian por maltrato animal.

¡Qué hacer en esta situación? Cansados de tantas críticas tomaron al burro y lo cargaron en sus espaldas.

El pobre viejo y el pequeño niño con mucho esfuerzo cargaban al animal, un animal que pesaría más de 150 kilos, de solo pensar la situación me rio mientras escribo, solo imagínate la escena.

Con mucho sacrificio, sudorosos, acalorados y muertos de sed llegaron a otro poblado, caminaron por el pueblo en busca de un lugar donde vendieran algo de beber, al pasar por una pulpería pudieron apreciar unas fuertes risas que provenían del lugar, seguidos de un vozarrón diciendo.

¡Miren a estos dos descerebrados! Con el calor que hace vienen cargando al burro, como si ellos fueran los burros de carga, en vez de venir montado en él.

Al escuchar estas palabras salieron muertos de risas corriendo las personas de la pulpería, se dirigieron dónde estaba el abuelo y su nieto.

Muy avergonzados bajaron al burro de sus espaldas, al poner un pie en el suelo el burro salió corriendo, el abuelo y el niño se miraron, encogieron el hombro y se sentaron a reflexionar, hicieron de todo para satisfacer a todos y que consiguieron a cambio, se quedaron solos y sin el burro.

Esta fábula enseño al abuelo y su nieto, que es imposible caer bien a todos, por más que quiera hacer algo para satisfacer a uno eso mismo molesta a otro.

Ante esta situación hay que tomarse el tiempo para pensar lo que es más razonable para la situación, siempre es mejor hacer lo que creas conveniente tu corazón.


Fuente: https://mao-en-el-corazon.blogspot.com.ar/2011/09/mao-en-la-nostalgia.html

Fuente: http://www.mundoprimaria.com/fabulas-para-ninos/el-anciano-y-el-nino/

Tengo problemas con el internet no me cargan las imágenes, me disculpo por si algunas de las imágenes no cargo bien.
Por este motivo quizás estaré algunos días ausente, cuando regreso respondo sus comentarios.

Te espero mañana para disfrutar de otro relato de mi tierra Corrientes.

José Luis Fernández
Corrientes Argentina


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