Leyenda Guaraní el Urutaú
Fuente: http://treboldecuatrohojascuchu.blogspot.com.ar/
Hace muchos años, en la tierra sin mal de los guaraníes, en el mejor lugar de las siete corrientes, a la vera del rio Paraná se estableció una aldea de indígenas guaraníes, en él vivía un valiente cacique con su hermosa hija llamada Ñeambuí.
Las tierras de este cacique era muy codiciada, tuvo que librar infinidades de batallas para defenderla, estas luchas quedaron grabadas en la memoria de la hermosa joven Ñeambuí, tristes recuerdos invadían a la joven cuando recordaba las batallas que libro su padre para poder conservar el hermoso paraje.
La hermosa joven todos los días salía a pasear por la selva, juntaba flores para hacer hermosos trenzados que utilizaba en su cabeza, para acompañar su bello peinado.
La joven tenía un eterno enamorado, vivía recibiendo hermosos regalos de él, este era un joven cacique de una aldea vecina llamado Cuimaé, la joven aceptaba los regalos del joven cacique, pero no cambia estos regalos por el paseo, las flores y los bellos pájaros de la selva.
La noticia del enamorado pronto llego a oídos de su padre, quien ordeno que aceptara su propuesta de matrimonio, esta unión era muy conveniente para ambas tribus, unidos podían enfrentar a cuantos invasores se presenten.
La bella Ñeambuí muy obediente acepto la propuesta de matrimonio del joven cacique, el cacique Cuimaé muy contento comenzó con los preparativos de la unión en matrimonio, a pesar de que pronto se casaría, la bella joven continuaba con sus visitas a la selva, esto fue advertido por su futuro esposo, más de una oportunidad pidió a su amada evitar su paseo por la selva, temía por seguridad en estos tiempos difíciles de guerras.
Una mañana desperto mientras dormía por unos fuertes gritos que provenían de la aldea, al salir de su choza pudo ver a los guerreros que se preparaban para una batalla, su padre y su futuro esposo Cuimaé comandaban a los guerreros para dar batalla a una tribu que trataba de invadir, los decididos guerreros partieron para librar una sangrienta batalla.
Tras las partidas de los hombres que más quería se refugió en su choza, mientras las demás mujeres de la aldea se sentaban alrededor de una fogata pidiendo a los dioses por el bienestar de sus esposos.
La bella Ñeambuí que bien conocía como eran estas sangrientas batallas, no podía dejar de pensar en ello, se ponía muy triste de solo pensar cuantos hombres perderían sus vidas en esta contienda.
Pronto llego la noche, los guerreros no habían regresado, ella permanecía en su choza esperando el regreso de sus hombres, entrada la noche escucho un ruido afuera de la tienda, esto causo mucho temor en la joven, pero tomo valor para salir de su choza y ver de qué se trataba, al salir de su toldo pudo ver a un hombre muy mal herido, por la forma de vestir se dio cuenta que se trataba de un enemigo, el hombre trato de caminar pero cayo derrumbado al suelo.
La joven con mucho miedo se acercó al indio enemigo y vio la mala herida de su pierna, sin saber porque decidió ayudar al joven indio, como pudo arrastro al muchacho detrás de su choza para ocultarlo, si alguien lo veía ahí seria hombre muerto.
La joven muy confundida no entendía como este joven se atrevió a entrar en territorio enemigo, al ver las graves heridas que tenía el joven busco hierbas santas para calmar el dolor de sus heridas, preparo un ungüento y aplico en las heridas del joven.
El joven más calmado abrió los ojos y vio a una hermosa desconocida mujer que lo estaba curando, más aliviado pudo conciliar el sueño, al ver mejor al hombre herido Ñeambuí entro a su choza y trato de calmarse.
Conociendo el carácter de su padre temía por la vida del joven enemigo, pedía a los dioses que se repusiera pronto y que se fuera de la boca del lobo, pensando en todas estas consecuencia consiguió dormir, impactada por la belleza del joven herido, tuvo un hermoso sueño con él, estando en lo mejor del sueño despertó por los gritos de victoria de los guerreros que habían regresado.
Se levantó lo más rápido que pudo para recibir a sus hombres, vio a su padre festejar el triunfo con un gran abrazo a su futuro esposo Cuimaé, se acercó lentamente temblado de miedo a su padre y su futuro esposo.
Las miradas desencajadas de los valientes guerreros, victoriosos de la sangrienta batalla, delataban las muchas muertes que costo el triunfo de esta contienda, eufórico el padre hablo a su hija.
¡¿Estas preparada hija mía?!
¡Pronto celebraremos tu unión en matrimonio con este valiente guerrero!
Tendremos que partir para entablar otra batalla, pero antes quiero celebrar esta unión en matrimonio.
La joven obediente se inclinó ante las palabras de su padre, mientras su futuro esposo se acercó para abrazarla, en ese mismo instante se oyeron fuertes gritos de unos guerreros que traían arrastrando al joven enemigo, al ver esto el cacique ordeno encerrar inmediatamente al enemigo, La bella joven no pudo evitar ponerse muy nerviosa y blanca del susto, esto advirtió su futuro esposo, que se puso a pensar muy intrigado en la situación.
Antes las palabras del padre, el joven cacique apuro los festejos para la unión en matrimonio, no fuera a ser que un joven enemigo cautive las miradas de su amada.
Toda la aldea están muy convulsionadas por la celebración de matrimonio de la princesa, pero la joven Ñeambuí no tenía ningún apuro, ella se hacia la desentendida y pasaba frente al lugar del encierro del enemigo, el joven indio encerrado no podía más que resignarse y mirar con cariño a la bella Ñeambuí, que también fue afectado por el amor a primera vista, esto era vigilado por el cacique Cuimaé que desde el primer momento se dio cuenta de la situación y sufría en silencio.
La noche anterior a la unión de matrimonio se realizó una gran fiesta prenupcial, todos festejaron felices por la princesa, cantaron, bebieron y disfrutaron de ricas carnes de ciervo, muy cansados todos se fueron a dormir.
La bella Ñeambuí invadida de amor salió de su choza para visitar al joven capturado, aprovechando de que su guardián dormía, desato al joven indígena y juntos huyeron internándose en la espesura de la selva, en un claro del monte pararon bajo la luz de la luna y se dieron un gran abrazo y un tierno beso.
El destino obra de manera misteriosa y tenía un final marcado para estos enamorados.
El celoso cacique Cuimaé no estaba dormido y vigilaba los movimientos de Ñeambuí, siguió sigilosamente los pasos de la joven pareja, al ver la traición no pudo contener los celos y dio muerte con su arco y flecha a estos para de enamorados.
Al ver el cacique Cuimaé a su amada muerta, rompió en llanto seguido de una risa diabólica que se escuchó en toda la selva y el resto de los poblados, no quedo un solo rincón sin escuchar la carcajada de un loco.
Fuente: http://argentavis.org/2012/sitio/especie_id.php?id=688
El Dios guaraní, el tupa tuvo compasión de él, lo convirtió en pájaro.
Desde entonces el pájaro Urutaú todas las noches se lo escucha sus cantos de lamento, llora por su amada hasta llegar el amanecer.
Fuente: http://visitemosmisiones.com/noticias/recomendaciones/leyendas/leyenda-del-urutau/
Te espero mañana para disfrutar de otro relato de mi tierra Corrientes.
José Luis Fernández
Corrientes Argentina
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