Fabula La avaricia del caminante

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Hace mucho, pero mucho tiempo, en un viejo poblado vivían dos hombres muy buenos amigos, eran muy conocido por salir a caminar juntos a diario, uno de ellos se llamaba juan y el otro Manuel, cierto día.

Al llegar la primavera iban caminado como siempre hablando del día a día, ambos se sentían cómodo con el otro, se llevaban muy bien, siempre hablaban de sus cosas, ambos se contaban y el otro apreciaba el relato de su amigo.

Desde lejos Juan vio algo que llamo su atención.

¡Mira eso Manuel! Es una bolsa de cuero

¿A quien se la abra caído?

¿Qué tendrá adentro?

¡Ven rápido vamos a mirar!

Manuel miraba con intriga la extraña bolsa.

¡Vamos, tal vez tenga algo de valor! Contesto Manuel

Apuraron el paso y tomaron la bolsa con las manos, estaba atada con una cuerda, la desataron, grande fue la sorpresa cuando vieron lo que contenía dentro de la bolsa.

No lo podían creer, una bolsa llena de monedas de oro.

¡Oh, mira Juan, que suerte que tuvimos! exclamó Manuel muy contento con el hallazgo.

A Juan este comentario no le causo gracias y contesto a su amigo con desprecio.

¿Qué suerte tuvimos?

¿Qué quieres decir con que suerte tuvimos?

Perdona el que vio la bolsa fui yo, por lo tanto el dinero es mío. dijo juan

Manuel no podía creer la actitud de Juan, ¿pero cómo?, ¡no es que somos amigos! Pensaba Manuel, pero como era una persona de bien, no objeto la decisión de juan.

Comenzaron a caminar, pero esta vez sin hablar, Juan caminaba muy contento, el pobre Manuel disgustado con la decisión de su supuesto amigo.

A los pocos minutos de retomar la caminata, a lo lejos veían una banda de delincuentes a caballo, mucho antes de poder reaccionar los tenían a su lado a punto de robarles sus pertenecías, el cabecilla de la banda vio que juan trataba de esconder la bolsa de cuero.

Revisen bien a este, en la mano derecha oculta algo, me juego la vida que lleva esa bolsa llena de dinero, dijo el jefe con voz enérgica y amenazante.

Los ladrones dejaron a Manuel sin revisar y se dedicaron a registrar bien a Juan, muy interesados en la bolsa de dinero, Manuel aprovecho la situación y se alejó del grupo, Juan se tenía que bancar el registro porque estaba rodeado por los cinco ladrones, juan veía como muy despacio se alejaba Manuel, entonces grito.

¡Ahora sí que estamos perdidos! ¡Estos hombres nos van a dejar sin nada!

¿A que te refieres con que estamos perdidos?

Tú te encargaste de hacerme saber que el tesoro era tuyo, ahora tuyo es el problema con estas personas, porque yo continuo mi camino. Dijo Manuel

Manuel retomo el camino y se apartó rápidamente del lugar.

Mientras tanto el hombre egoísta trataba de resistir el robo de la bolsa, no podía pelear con los cinco malvivientes, lo golpearon por todos lados, saquearon la bolsa de dinero y lo dejaron tirado en el piso con moretones de la gran golpiza.

Quedo un rato tirado en el piso, tiempo suficiente para pensar en lo que había sucedido, se dio cuenta del terrible error que había cometido, por su avaricia no solo perdió todo el dinero, también perdió a un buen amigo.


Fuente: http://www.elmendo.com.ar/2016/12/14/no-se-sufre-amor-se-sufre-idiota/

Moraleja: si en los buenos momentos no te comportas bien con tus amigos, no esperes que en los malos momentos estén para ayudarte.

Fuente: http://www.mundoprimaria.com/fabulas-para-ninos/los-caminantes/

Te espero mañana para disfrutar de otro relato de mi tierra Corrientes.

José Luis Fernández
Corrientes Argentina


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