Lo vi todo

Ellos estaban sacando agua de la cloaca, buscando líquido con mierda; yo los vi. Era el Valle en Caracas, no era en la Ribereña en Barquisimeto, ni la circunvalación 2 de la ciudad de Maracaibo. Era en el cerro abajo, sin armas, solo llevaban baldes, con rabia y sin dirección. Eran ancianos, madres e hijas, y niños rabiosos.

Caracas está mutilada, hambrienta, resignada y pisoteada. Allí la Policía organizaba la cola de la humillación, para evitar la turbulencia que va a Miraflores, no la que va hacia el de al lado. Era la vigilancia opresiva que doblega en la miseria, con rostro de caridad. La que simula empatía, con la mano en la cacha, y el hambre en el estómago. Era miedo al de arriba y escupitajo al de abajo. ¿Quién creó la estúpida categoría del estallido? Acaso no fueron ellos mismos o se nos olvida.

Eran las 10:00 pm y estaba un niño esperando en la puerta la compasión del gerente del hotel. Llora y se rompe por dentro. Se sienta sobre sus pimpinas y me pide ayuda. Él pensaba en su mamá, suplicando por la tranquilidad de ella. Lo vi, los vi a todos.

Vi a mi amigo con dos días sin comer, llorando de miedo, angustiado y sin fe. Vi al masacrado por la represión, y al que está encarcelado de torturas. Los vi, y escuché al sociópata en cadena nacional y dejé de razonar. Como también escuché el “vamos bien”, y dejé de crear. Cuando la política se aleja del sentimiento telúrico se hace crueldad festiva. Cuando se convierte en tu única respuesta, se hace incompetente la sostenibilidad firme de insistir.

En estos momentos estoy roto…, sí…; porque se vale romperse. Estoy muy triste…, porque se vale caer. Tal vez sea un error decirlo y me cuestionaran, o tal vez sea mi salvación. Pero les explico que estar roto para mí, es un momento de recarga libertaria para las posibilidades de seguir, y quedaran días para levantarme, no dudo que lo haré. No hay dudas que todos podemos hacerlo.

Escrito por Jhon A. Romero.-