La generación del 2000 es incansable
Ellos son los estudiantes de la segunda década del siglo XXI en Venezuela, los que pudieron quedarse. Ellos son los que insisten en cumplir el sueño de la toga y el birrete, como también traspasan las barreras de las humillaciones de la fúnebre fuerza del hostigamiento académico del Estado Criminal que implementa como política de destrucción.
Esos jóvenes son los que no dejan de soñar; porque sus gritos están cargados de fe, llenos de lecturas complejas, de procesos abstractos y teorías inexplicables. Ellos entre las marchas y reuniones están buscando vencer la dictadura criminal. El miedo y la pobreza les sirven de reloj para conjugar la aspiración de disfrutar su juventud entre espejos de diversión, a los que solo pueden anhelar. Ellos no tienen los mejores libros, o las mejores computadoras, y su acercamiento a la avalancha tecnológica ha sido desde la tribuna del espectador pobre que ve a lo lejos la construcción de nuevas invenciones.
Todo lo que digo es verdad, ellos tienen más hambre que circuitos, sienten más angustias que programas computarizados, y más disgustos que microscopios y microchip. A ellos les preocupa más las posibilidades de conseguir agua en la semana, de trabajar en el comercio para comprar una harina al mes, o conseguir efectivo para no caminar más con sus zapatos rotos.
Ellos sufren más que cualquier otra generación de estudiantes en nuestra historia, pero, no se rinden, no claudican ante el castigador, ellos salen a pescar el sueño más anhelado por los suyos, que es ver la universidad, los liceos y las escuelas; viva, naciente, y aguerrida.
Estos días que he estado ausente, pude contemplar la templanza de cada nuevo joven que ingresa a las universidades, escuelas y liceos, llenándome de fuerzas para poder vencer la terrible pelea que significa levantarse día a día.
Escrito por Jhon A. Romero.-
Un honor @fridakahlo