Muerte o Paraíso. Final Round

Soy Royce Hinkley, Doctora en Neurociencias egresada de la universidad de Cambridge y profesora de la misma, estuve aletargada en un estado de sueño profundo durante algunos 13 minutos, todas las vicisitudes que viví durante esa odisea onírica se sintieron tan reales y pasaron frente a mis ojos con la feroz celeridad de una gacela… Ahora despierta, me es difícil asimilar todas los sucesos agobiantes que mi mente reprodujo, pero ya fui arrastrada a la dura y cruda realidad, una que no es tan esperanzadora y que incluso supera a mis peores pesadillas; me encuentro tirada en la arena, rodeada de siete desconocidos, en medio de una isla desierta, languideciendo al carecer de suministros y de alimentos, en este inmundo lugar obviamente no podré terminar con mi experimento, –viendo en retrospectiva lo que era mi vida, mi situación actual no podría ser más imperecedera –pienso.

Siendo una nihilista empedernida, no es de extrañar que me encuentre en el más profundo tedio al verme obligada a participar en las actividades recreativas que ellos amenizan a diario, las cuales me resultan de lo más superfluas, sus chistes forzados no me causan ninguna gracia, ni siquiera me he tomado el tiempo de conocerlos o preguntar por sus nombres, son seres tan simples, solo viles mundanos que no se cuestionan nada, no puedo concebir mi vida al lado de semejantes trogloditas, por ello, siendo alguien que se enfoca en el descubrimiento de todo lo verdaderamente importante y que prioriza la búsqueda de respuestas a todo lo ininteligible, rápidamente me aburrí de ese estilo de vida y por ello me alejo del grupo para recorrer la isla, una expresión de desdén se generaliza en todo mi rostro al aventurarme en el corazón del islote, –no tengo muchas expectativas de encontrar algo que realmente me cautive, quizás ya me había imaginado tantos escenarios terribles que no hay espacio para la esperanza de alguna eventualidad interesante –. Comienzo a visionar las palmeras y la frondosa hierba que se ciernen en el horizonte, me adentro en la jungla para enfocarme en recolectar la mayor cantidad de suplementos que pueda recoger, no soy muy adepta en la supervivencia, pero hago lo que puedo con mi limitada experiencia en ese ámbito, –creo que hoy tuve algo de suerte –pienso mientras cargo mi bolso lleno de cinco cocos que tomé de las palmeras. Mientras camino por la playa, me percato de unos bagres que nadan en las orillas, saco mi cuchillo y me dispongo a cazarlos, pero fallo en el intento, –vaya, fracasé al conseguir mi cena –pienso irritada.

El cielo se oscurecía y por ello decido regresar nuevamente al lugar donde se encuentran esos idiotas. Al llegar a la costa, contemplo una fogata en la que se encuentran todos charlando, me siento con ellos y por mero ocio me dispongo a analizar sus comportamientos detalladamente, es ahí cuando veo con claridad la verdadera naturaleza de los mismos: la primera a la extrema derecha es una vanidosa actriz hollywoodense con ínfulas de diva, su nombre es Ginger Grant, una mujer no muy interesante, su ego la consumía por dentro, se creía una fémina única en su estilo, –pero sin dudas es la mujer más ordinaria que he visto en mi vida –pienso con aburrimiento; a su lado se encuentra una pareja de ancianos de alcurnia, el Sr. y la Sra. Howell, –nunca me han agradado los burgueses y ésos tienen toda la pinta de ser unos oligarcas avariciosos –pienso guiada por el disgusto; en el medio se encuentra el Capitán, el cual lo apodan “Skipper”, –un tipo obstinado que no puede causarme más indiferencia –pienso dominada por la más pura indiferencia, su aspecto común no llamaba para nada mi atención; cuando miro a la extrema izquierda me percato de dos especímenes que serían perfectos como sujetos de prueba para mi nuevo experimento, se trataba de la ingenua campirana Mary Ann y un carismático muchacho llamado Gilligan, mi pasión por la investigación científica despertó en mí una vivida curiosidad y esta vez, en medio de una isla completamente aislada de la civilización, no había nadie que pudiese reprimir mis deseos por experimentar en humanos, –la intuición no me puede fallar, estos sujetos encajan perfectamente con el perfil que necesito –murmuro intrigada. Ah, por poco me olvidaba del Vessel Minnow (@erodedthoughts) que se encuentra varado en el horizonte, tan imperturbable y silencioso, a veces ni siquiera me percato de su presencia. Decido que debo romper el hielo para persuadirlos.

–Mary Ann y Gilligan, así se llaman ustedes, ¿no? Me temo que no nos hemos presentado aún… Mi nombre es Royce, por cierto, parecen estar sedientos, me preguntaba si querían beber de la deliciosa agua de coco que traje de la jungla –expreso con una elocuencia más que forzada.

–Pues no sé Gilligan, ¡Pero yo estoy tan sedienta que podría beberme toda el agua del mar si pudiese! –asiente entre risas la cándida granjera Mary Ann.

–¡Pues no se diga más mujer! ¡Abre esos cocos ya! –vocifera emocionado el tonto de Gilligan.

Abro los cocos con un machete que era del capitán y diluyo un estupefaciente en el agua del mismo, los muchachos beben gustosos cada sorbo sin percatarse de la droga en la sustancia, –el plan va de maravilla –pienso con una expresión picaresca en mi rostro.

Mary Ann y Gilligan caen tendidos en el suelo al paso de una media hora, los recojo con extrema sutileza para no crear escándalo, –pues debo manejar todo con extremo hermetismo –, y los meto en una cueva que se encuentra en las proximidades de la jungla. Esos dos chicos son recipientes perfectos para mi experimento vanguardista que revolucionaría la neurociencia moderna, comienzo inyectándoles una sustancia psicotrópica creada por mí en uno de mis laboratorios secretos y que nunca antes había sido probada, ésta me servirá para estudiar nuevas reacciones en el hemisferio derecho de sus cerebros, luego de analizar detalladamente sus comportamientos, solo bastaría con administrarles algunos alucinógenos, pues con esa fusión de sustancias, según mi teoría, tanto Mary Ann como Gilligan se convertirían en meros títeres sin voluntad que obedecerán todo tipo de órdenes.

Pero mi ambicioso experimento se ve interrumpido por la ocurrente llegada de la entrometida de Ginger Grant y sus secuaces, ella se dio cuenta de mi plan y les informó a los otros imbéciles, –me persiguieron hasta la gruta para estropearlo todo –pienso exasperada.

–¿Pero qué estás haciendo? No dejaré que les hagas daño a esos chicos, ¡Aléjate de ellos! –expresa Ginger con una voz grave.

–Creo que es evidente que está experimentando con ellos, ¡Qué malévola resultó Srta. Hinkley! –vocifera dominado por el disgusto Sr. Howell.

–Lo que hago es por el bien común, ¿acaso no lo ves? ¡Este es el futuro de la humanidad! –respondo a sus palabras con un tono lleno de fascinación.

–Lo estás perjudicando, no permitiremos que los uses como ratas de laboratorio –replica tajante la viperina Ginger. –Ginger tiene razón, ¡Lo que está haciendo usted aquí es un sucio acto de herejía! –vocifera la conservadora Sra. Eunice Howell.

–¡Estúpida puta odiosa! ¿Es qué acaso no te da vergüenza tu insolencia? ¡Cómo te atreves a interrumpir el experimento que cambiará la historia de la humanidad! ¡Ni siquiera tienes idea de la magnitud de todo esto! –exclamo completamente enervada.

–¡Oh mi Dios! Siempre supe que eras rara, pero nunca pensé que fueses una psicópata –replica Grant.

–¡Son tan idiotas! ¡Probablemente seamos el destino de la humanidad y ustedes solo piensan en mierda irrelevante! ¡Abran sus mentes imbéciles! –vocifero furiosa.

–Me temo que ha perdido la cordura, no dejaremos que desgracie a esos muchachos, así que profesora Royce, aléjese lo más pronto posible de esos chicos o tendré que tomar acciones drásticas –expresa con una voz inquietante el Capitán Skipper.

–Ustedes son seres ignorantes, jamás entenderán la importancia de esta investigación –resplico mientras tomo a los chicos para huir de la cueva.

Mientras corro, ellos me persiguen para detenerme, comienza a llover y mi vista se minimiza, pero en cuestión de unos minutos, llego a la costa y me adentro en el Vessel Minnow con los cuerpos, –eres el único amigo que me queda –supongo.

Dentro de él, me dispongo a terminar con el experimento, pero prontamente comienza a temblar fuertemente en el barco y como si fuese mi cómplice, el mismo empieza a movilizarse, –por fin saldré de esta pocilga, gracias amigo –pienso llena de júbilo.

Mientras navegamos en medio del océano, Ginger y sus secuaces aparecen en el barco, –¡Joder! Al parecer se metieron por la parte de atrás –pienso.

–¡Ja! ¿Acaso crees que eres la única que escaparás de esta mugrosa isla? –vociferan Ginger y sus secuaces.

La tormenta se vuelve implacable y comienza a azotar al Vessel Minnow, el cual no resiste por mucho tiempo y el barco empieza a llenarse de agua, –no puedo morir de esta forma, no sin antes terminar el experimento –pienso. Pero ya es muy tarde, una maelstrom de proporciones colosales nos arrastra con una fuerza descomunal hacia las profundidades abisales, –es un hecho que moriré –pienso angustiada.

–Supongo que no nos queda de otra muchachos, moriremos en medio de la nada –respondo entre risas irónicas, –era lo único que me quedaba –supongo.

Me despierto en una extraña ciudad repleta de arquitectura sofisticada y tecnología avanzada fuera de nuestra compresión, sus habitantes son extraños humanoides con aspecto de réptil que hablan un idioma desconocido, visten repletos de oro y parecen ser muy educados.

–¿Están viendo lo mismo que yo? –pregunto asombrado.

–¡Pues claro! –responden de forma estruendosa Mary Ann y Gilligan.

–Este lugar supera incluso a los mejores estudios de Hollywood –responde Ginger.

–Es el lugar más elegante que hemos visto, su belleza es digna de admirar –responde la Sra. Howell. –Sin dudas este momento es de antología –responde el Sr. Howell.

–Esto no puedes ser, acaso esto no es…

–Así es Capitán Skipper, coincide en varios puntos con las descripciones de Platón, no hay dudas, podemos sentirnos dichosos de ser los primeros humanos en pisar el milenario continente perdido, la Atlántida –replico emocionada.

Todos quedamos anonadados al observar la majestuosidad de este lugar, –necesito ver toda su extensión y familiarizarme con la cultura de esta avanzada civilización, desde ahora dedicaré toda mi vida a documentar todas estas aventuras mediante cartas, ¡Sin dudas esto será algo que quedará en los anales de la historia! –pienso dominada por la fascinación que me causa el contemplar la belleza de este mítico continente.