Pintar un cuadro sencillo copiado de paisaje al natural (1)

¿Será cierto lo que tantas veces me han repetido quienes han observado de cerca este cuadro? Yo no lo sabía, pero de tanto decírmelo me lo he llegado a creer: que la influencia de los paisajes de Pisarro, sea evidente, en el trazado, en la composición, en las pinceladas, en la paleta de colores. Quizá, quizá. No puedo asegurar que no, porque Pisarro ha sido, desde que estudié Historia del Arte como asignatura en segundo de mi carrera en la Universidad de Salamanca, con el profesor Dr. Federico Torraba, quizá el pintor más admirado después de Velázquez, con el que tantas horas he pasado en el Museo del Prado y en el resto de los museos donde he podido estudiar otros cuadros suyos como la Venus del Espejo en la Galería Tate de Londres.

Para pintar este paisaje cogí mi caballete y lo coloque en el camino del parque al lado de la Urbanización de OberNeuland en Bremen un otoño que pasé en el norte de Alemannia.

Sin apenas encaje de dibujo porque el dibujo es muy sencillo: un trazado simple de la raya horizontal del “horizonte” y valga la redundancia, confluyendo en ella las dos líneas convergentes que determinan la perspectiva.

Los árboles son rayas verticales modificas ya con el pincel y dejando de lado el inicial carboncillo con las curvas oportunas.

Por lo tanto, el dibujo es tremendamente sencillo.

Utilicé el carboncillo para trazar exactamente una raya, la del horizonte, un punto de fuga en medio de esa raya y cuatro líneas que determinan el camino y las parcelas laterales confluyendo las cuatro en el mismo punto del horizonte.

El color ya tiene un poco más de misterio: comencé por el cielo, lo más lejano para conseguir el aspecto de lejanía sobre el que habría que colocar el resto de los elementos arbóreos. En realidad no tiene más que esto. Ahora bien, el cielo sí que tuve que realizarlo en una sesión tratando de copiar los colores que veía. El motivo de pintarlo en una sesión es porque al día siguiente ya cambian todos los colores.

Para pintar un paisaje creo que hay que intentar ser fiel a lo que se ve y no tratar de falsearlo, a no ser que se quiera hacer otra obra original inspirada en lo que se tiene delante.

En otras tres sesiones, traté de copiar el aspecto brumoso de los arbustos enmarañados más alejados pintando de atrás hacia adelante, y a medida de este avance ya fui haciendo más concretas cada una de las pinceladas, pero más que mucho pintar, fue mucho observar y mucho pensar, consiguiendo con la mezcla de los pigmentos en la paleta el color deseado en cada una de ellas.

Y por último, los troncos de los árboles: también comenzando por los más distantes hacia los más cercanos, pensando cada color de cada pincelada, para conseguir los efectos de luces y sombras en cada tronco.

Por último las delicadas pinceladas finas de las ramificaciones de los troncos en finas varas, y sobre ellas unos golpecitos de pincel casi seco, probando en una parte limpia de la paleta para comprobar el efecto. Siempre probando una y otra vez, semisecando con un trapo de algodón el pincel con cada pigmento para conseguir ese efecto de las últimos hojas secas del final del otoño y comienzo del invierno.

Entre sesión y sesión , en el estudio improvisado en la buhardilla, siempre cabe pensar alguna pincelada para corregir algún efecto o destacar alguna luz o alguna sombra

Y por último la firma en un lugar discreto para disimilar la vanidad y la egolatría…. que la firma no anule o empequeñezca la visión del cuadro.