Haciendo memoria del proceso de aprendizaje de pintor de cuadros (8 ) Pintando paisajes

Creo recordar que corría el curso 1966-67, no recuerdo cómo, supongo que porque mi hermana era Maestra Nacional en pueblos de las montañas provincia de León en los valles de Babia y Luciana, me organizaron una explosión en el Ayuntamiento de Villablino durante las ferias y fiestas de San Roque. Entonces, la cuenca del río Sil, era muy rica porque se extraía carbón de las minas que se llevaba para los Altos Hornos de Bilbao.

Organizando una explosión en aquella zona tenía asegurado vender cuadros al precio que yo consideraba justo y que en otras zonas no me los podrían pagar porque parecerían caros.

Así que llevé mis cuadros y resultó un éxito pues le puse precio a todos menos a este que lo reservé para regalárselo a mi hermana y se vendieron todos los cuadros. La mayoría de ellos los compraron montañeses residentes en Madrid que volvían a sus pueblos en el verano a pasar los días de las fiestas patronales que se concentran en los meses deJulio y Agosto.

Recuerdo que pinté algunos paisajes en aquellas montañas y otros motivos como un bodegón con ristras de ajos, que ha sido otro de mis cuadros de los que me supuso un desgarrón desprenderme.

Recuerdo los nombres de amigos que hice en aquel verano. La verdad es que eran años felices juveniles cuando se forjan buenas amistades, y sin embargo la evolución de la vida ha hecho que aquellas amistades no se cultivaran en adelante, pero me acuerdo de todos, Pedro, el ingeniero de la mina; Luis, María Jesús que estudiaba Medicina en Oviedo; la otra María Jesús que estudiaba Filología en Oviedo; Pepito, que era bancario del Banco Hispano Americano; Rosalía, que estudiaba Magisterio y llegó a casarse con Pepito, Manolín el primo de Pepito, Cenci, una chavala guapísima que no sé qué fue de ella, y Margarita Cuelo Baelo, que comenzaba a estudiar Medicina en Santiago de Compostela.

Todas las mañanas cargaba con mi maletín de óleos y pinceles, el lienzo y el caballete y me iba a pintar del natural los distintos paisajes.

Por el pueblo de Rioscuro, pasaba el río Sil como por todos los pueblos del valle. Yo había pateado rincones y rincones buscando los más destacados que me gustaran para pintarlos.

Un día, saltando de piedra en piedra miré esta vista desde una gran losa en medio del río, muy cómoda por cierto, para pararme a pintar los dos puentes de Rioscuro desde abajo, desde el centro del río.

Invité a Margarita a que me acompañara porque era una chavala muy inteligente, su conversación me resultaba interesante y su carácter era delicioso. Y me acompañó durante varias sesiones que las pasábamos charlando y pintando. A Margarita también le encantaba verme pintar sentada en otra roca al lado del caballete y también le gustaba mi interpretación de cada pincelada que daba. A ella también le iba encantando mi manera de pintar y sobre todo le entusiasmaba que no había dibujado más que cuatro rayas para colocar a grandes rasgos los dos puentes y los caserones de la orilla entre matorrales silvestres y algunos que otros árboles frutales.

Creo que fue un acierto reservarme este cuadro, pues lo veo y recuerdo cada vez que he pasado por casa de mi hermana, quien lo cuida con esmero. Creo que este cuadro revela el resumen de mi manera de pintar durante muchos años, Es un cuadro muy sencillo de color pero abigarrado en la vegetación y con pinceladas sueltas para crear la sensación de las aguas corrientes río abajo en este curso alto del río truchero y aurífero desde los tiempos de los romanos. Cuando vuelva por casa de mi hermana sacaré unas fotos de detalles para que se vean las pinceladas en sus detalles.